En el colegio hay ocho tumbas en donde han enterrado algunos de los perros que han sido envenenados en el último mes. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
Eran un poco más de las 7:00 a.m. del 4 de abril cuando los estudiantes del Colegio Rural Pasquilla se reunieron en un círculo en la entrada del centro educativo. A sus pies estaba muerta Paloma, una perrita criolla que había sido envenenada. Unos cien metros más al sur estaba muerto el perro negro de doña Cristina, la señora del aseo del colegio. Ese día se contaron en total siete perros envenenados y en el sector se halló comida revuelta con vidrio molido y una sustancia líquida, que usan para quemar los órganos de los perros y hacer...
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