Actuar y no solo esperar a que llueva: balance inicial del racionamiento
Se cumplió el primer ciclo de racionamiento en Bogotá. Fueron nueve días, en los que diferentes sectores se quedaron sin agua por 24 horas. La medida se adoptó luego de que el nivel de los embalses llegara a niveles críticos y de que las campañas de ahorro, promovidas desde enero, fueran insuficientes para mitigar la reducción de las reservas en el sistema Chingaza, que surte el 70 % de agua a la ciudad. Hoy, con un segundo ciclo en marcha, la situación no mejora.
María Angélica García Puerto
De este panorama, producto de la sequía del fenómeno de El Niño, se sabía hace más de un año, pero según algunos expertos las medidas preventivas se tomaron tarde. Aunque el racionamiento fue acertado, es la respuesta a una situación dramática que no se veía hace 40 años, dice Juan Guillermo Saldarriaga, doctor en ingeniería hidráulica y director del Centro de Investigaciones en Acueductos (Ciacua), de la U. de los Andes.
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De este panorama, producto de la sequía del fenómeno de El Niño, se sabía hace más de un año, pero según algunos expertos las medidas preventivas se tomaron tarde. Aunque el racionamiento fue acertado, es la respuesta a una situación dramática que no se veía hace 40 años, dice Juan Guillermo Saldarriaga, doctor en ingeniería hidráulica y director del Centro de Investigaciones en Acueductos (Ciacua), de la U. de los Andes.
“Más o menos en febrero del año pasado, sabíamos que desde junio del 2023 a junio de 2024 se iba a dar el fenómeno de El Niño. Eso implicaba que, la Alcaldía debieron tomar medidas, si bien no un racionamiento, sí un llamado a un uso más eficiente del agua. Me imagino que no se quiso dar este paso lógico, porque hubiera tenido un costo político de darnos cuenta de que las obras de Tibitoc y las de Río Blanco, están atrasadas. Y ahora, la situación que recibe la nueva administración es dramática”.Según datos de la CAR, al 19 de abril, el sistema Chingaza, que lo componen los embalses de Chuza y San Rafael, están en 15 % y con tendencia a descender. Esto se traduce en un 1,89 % menos desde que empezó el racionamiento y que la meta del Distrito (20,3 % a finales de abril) es difícil de cumplir. En especial si se tiene en cuenta que pese al regreso de las lluvias, esto no ha sido suficiente. El cálculo es que se necesitan al menos seis meses de precipitaciones para que los embalse lleguen a niveles óptimos.
“Tiene que empezar a llover manteniendo el racionamiento, mientras el embalse se recupera. Y eso puede ser demorado. Si el fenómeno de La Niña es fuerte, entonces el caudal de entrada en invierno va a ser grande y la recuperación será más rápida”, explicó Saldarriaga.
El consumo de nueve días
El Distrito tiene metas claras con el racionamiento: que el consumo diario pase de 18 a 15 m3/s y que con las lluvias el sistema Chingaza llegue al 75 % de su capacidad a finales de este año y, así no pasar afugias en 2025. Pero terminado el primer ciclo, es claro que la tarea es compleja, pues ninguno de los días se llegó al consumo esperado. Algunos días se estuvo cerca la meta, pero no se logró. En general, el consumo rodeó los 16 m3/s. El sobreabastecimiento, en especial de los tanques de reserva de los edificios, fue uno de los factores.
El primer turno de restricción fue el jueves 11 de abril en 286 barrios, de 9 localidades. Los hogares y comercios se prepararon para la jornada y atender sus rutinas sin mayores imprevistos. Sin embargo, ante la incertidumbre, el consumo irónicamente aumentó.
Para el 12 de abril, correspondiente a la zona dos, 311 barrios de las localidades de Engativá y Fontibón quedaron sin agua y el consumo fue de 15,85 m³ /seg. El turno 3 que aplicó para 610 barrios de las localidades de Barrios Unidos, Suba y Usaquén, el consumo fue de 16,05 m³/seg. Una cifra que ya avecinaba el aumento en los turnos 4 (16,01 m³/seg); y 5, (16,11 m³/seg).
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Sin embargo, el 16 de abril, la tendencia bajó (15,72 m³/seg), pero nuevamente al siguiente día, en el turno 7, el consumo subió a los 16,02 m³/seg, bajando a 15,34 m³/seg, al final del turno 8. Cerrando así la jornada con la zona 9 de este viernes 19 de abril en 89 barrios, y 5 municipios de Cundinamarca. A pesar de esto, para Jorge Aurelio Herrera, docente de la Universidad Jorge Tadeo e investigador senior del Minciencias desde 2017, en generación de energía y canales de riego, este primer balance es positivo. “Lo hemos hecho bien. Lo que pasa es que la meta es grande y cambiar un hábito de consumo de la noche a la mañana no es fácil, porque en últimas tú pasas de consumir per cápita 150 a consumir 130 litros de agua”.
Todo el ciclo también estuvo marcado por denuncias de ciudadanos, quienes compartieron en redes sociales cómo en algunos conjuntos residenciales lavaban fachadas y andenes, hasta lavado de vehículos y motos en vía pública. Por ello el alcalde anunció desde el 15 de abril que se impondrán sanciones pedagógicas o multas económicas entre $690.000 a $1.200.000 a quienes despilfarren agua (si hay reincidencias) y sobrecostos en las facturas para los hogares que consuman más de 22 metros cúbicos de agua al mes, es decir, 44 m³ bimensuales, que es como llega la factura.
¿Qué falta para lograr la meta?
Si bien en la ciudadanía avanza un uso consciente del agua, llegar a los 15 m³ de consumo por segundo todavía es un reto que, para el profesor Herrera no solo debe ser una responsabilidad que recaiga en los habitantes o en los pronósticos del clima, sino en el Distrito con nuevos planes de contingencia.
“Yo no creo que lo de la penalización funcione tanto. De pronto se va a evitar gastar algo. Sí, hay un tema cultural que estamos cambiando, pero el punto es si la Alcaldía puede hacer algo más que solamente pedir que ahorren. Lo que hizo fue pasarle el problema a la ciudadanía. En ese sentido, podemos pensar en reservorios en localidades, porque el agua que llega a Bogotá no se reutiliza fácilmente. Tenemos que almacenar agua”.
En esto coincide el doctor Saldarriaga: “Aquí va a seguir lloviendo, para que se recuperen los embalses. Lo que sí debemos hacer es definitivamente reducir la vulnerabilidad de nuestro sistema. Creo que lo responsable en este momento es desarrollar el proyecto Chingaza 2 en una forma ecorresponsable. Tenemos que tener esa reserva para emergencias, que no significa que siempre vamos a traer toda el agua desde allá”.
Según Herrera, con la acertada, pero tardía medida de racionamiento, pasamos de tener agua para los próximos 54 días, como señaló a comienzos de abril, la gerente de Acueducto, Natasha Avendaño, a extenderse hasta finales de junio, gracias a la tendencia de ahorro de agua y las leves lluvias, como la registrada en el embalse de Chuza. “Hice un análisis de cuál es la tendencia con el ahorro actual. Mejoramos un poco, pero la cifra límite de quedarnos sin agua es el 27 de junio. O incluso, puede ser antes porque el agua que está más en la base de los embalses, es menos utilizable, porque son casi que lodos. Por eso, el afán del alcalde que lleguemos a 15 m³. Si es así, nos extendemos hasta agosto, esperando que llegue el periodo de lluvias”.
Colombia es el país del mundo donde más llueve. Por año, el país recibe, 3.240 milímetros de lluvia en total, mientras que la media mundial es de 1.500 milímetros de lluvia. Esto es gracias a su posición geográfica, donde se interconectan grandes masas de aire cálido y húmedo. Pero ahora, estamos hablando de un racionamiento de agua, e incluso, de un riesgo de desabastecimiento y apagón. Por eso, los expertos coinciden que estas medidas solo son temporales, pero no resuelve el problema de prevención ante los impactos cada vez más graves del cambio climático. Y por ende, los gobiernos y sus ciudadanos deben prepararse mejor.