¡Alerta, escopolamina! Así puede evitar el trago amargo de la inseguridad
Tres desapariciones, una muerte y una violación sacudieron la capital en un lapso de cinco días. Dos factores en común tienen algunos de estos casos: el uso de escopolamina y los ambientes de rumba. ¿Cómo hacerle frente a esta situación de inseguridad? La prevención y el conocimiento previo son claves.
Trago, rumba y baile. Estos planes son las actividades de ocio que más tienen oferta y demanda en Bogotá. Según el informe “Ocio nocturno a nivel global: un fenómeno de dinamización económica”, de la Escuela de Management en Turismo Ostelea, en la capital hay casi 1.000 bares registrados en Cámara de Comercio, 200 locales de música en vivo y seis zonas gastronómicas, que generan 34.000 empleos directos y 30.000 más los fines de semana.
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Trago, rumba y baile. Estos planes son las actividades de ocio que más tienen oferta y demanda en Bogotá. Según el informe “Ocio nocturno a nivel global: un fenómeno de dinamización económica”, de la Escuela de Management en Turismo Ostelea, en la capital hay casi 1.000 bares registrados en Cámara de Comercio, 200 locales de música en vivo y seis zonas gastronómicas, que generan 34.000 empleos directos y 30.000 más los fines de semana.
Hernán Felipe Mejía y Jaime Andrés Vega encontraron en este tipo de establecimientos el inicio de una serie de eventos desafortunados, que llevaron a la muerte al primero y a vivir un gran susto al segundo. Mejía, antes de que reportaran su desaparición, fue visto por última vez el viernes 22 de abril, a las 10:00 p.m., en un restaurante de Chapinero. Lo encontraron en la tarde del domingo, según su familia, drogado y convulsionando. Después falleció. Por su parte, el mismo día, Vega estaba en un establecimiento nocturno y, después de salir de allí, no se volvió a saber de él sino 26 horas después, con rastros de una sustancia que no ha sido identificada y que le hizo perder el conocimiento.
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Transporte y centros educativos
Pero los sitios nocturnos no son los únicos donde ocurren hechos así. Para Daniel Andrés Castiblanco y una adolescente de 17 años, el transporte público masivo e individual, respectivamente, fueron sitios de pesadilla. Daniel abordó un bus de Transmilenio el sábado 16 de abril rumbo a Soacha. En ese momento sintió un fuerte olor, que lo hizo caer en estado de inconsciencia. Lo hallaron un día después debajo del puente de la carrera 68 con calle 80 sin su celular, sin documentos, sin el dinero que había retirado en un cajero, un brazo fracturado y un tobillo luxado.
El caso de la menor fue diferente y más aberrante. Fue drogada y luego violada por el conductor del taxi que había abordado en la madrugada del sábado 23 de abril, en Chapinero. El vehículo fue identificado gracias a que el novio de la joven, quien se bajó antes, le tomó una foto a la placa. Ahora las autoridades tratan de ubicar el carro para avanzar en la investigación.
Y, por otro lado, el estudiante de ingeniería civil Juan Andrés López Rojas duró desaparecido desde el jueves 21 hasta el domingo 24 de abril, tras salir de la Universidad Javeriana al Parque Nacional. Sin embargo, es el único caso en el que no se ha confirmado su relación con el uso de escopolamina.
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¿Cómo protegerse?
La rapidez, la vulnerabilidad y el estado de sumisión son los síntomas que los ladrones y violadores buscan al usar este tipo de droga y sus derivados, cuya presentación es un polvo cristalino y blanco, inoloro y amargo. Daniel Rojas, psicólogo de la Corporación Acción Técnica Social, que promueve los derechos de los consumidores de sustancias psicoactivas desde un enfoque de prevención, explicó que “los delincuentes han optado por esta sustancia, combinada con otras, para generar esa docilidad, apaciguamiento y sumisión química, que dejen a la víctima en condición de vulnerabilidad total”.
Es esa capacidad de dejar a una potencial víctima fuera de combate y sin oponer resistencia, lo que hace a la sustancia tan eficaz y protegerse es casi una cuestión de estar acompañado. Así lo señaló Rojas, pues para el afectado “es difícil poder identificarlo a tiempo, porque su efecto es rápido, aunque no inmediato”. De manera que la palabra más repetida de los últimos dos años cobra más importancia en este contexto: autocuidado.
Al menos en el caso de los lugares de rumba, donde -aconseja Rojas- no se debe ir solo. Allí no debe descuidar bebidas, comidas y cigarrillos, ni recibirlos de extraños, pues son los vehículos para suministrar la sustancia. Ser desconfiados y cuidadosos al salir, en resumen.
De hecho, Asobares, el gremio de los establecimientos de entretenimiento nocturno, recomienda acudir a sitios reconocidos y formales, tener conductor elegido o taxi seguro para el regreso a casa, avisarle a alguien sobre la salida y estar en comunicación con las personas que lo acompañen.
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¿Y en otros espacios?
Si bien la rapidez de su efecto hace que prevenirlo sea complejo, sí hay señales de alerta que pueden servir para buscar ayuda a tiempo, al estar en lugares concurridos, como el transporte público o la calle. Estas son: sentir la boca seca, visión borrosa, taquicardia, subida de temperatura corporal, somnolencia y hasta alucinaciones, cuando se suministra en grandes cantidades.
“Si experimenta esos efectos, que no van acordes con el lugar donde está, lo primero es llamar a alguien de confianza para decirle que se siente mal y en peligro, decirle dónde está, acercarse a personas de seguridad o autoridades y, si está acompañado, alertar a los demás”, recomendó el psicólogo de ATS Daniel Rojas. Por otro lado, las plataformas de Movilidad en Bogotá permiten verificar la información de los taxis y sus conductores, antes de abordar el vehículo, con datos como la placa o tarjeta de control, en la página Simur.
Cifras de Medicina Legal, recopiladas por el concejal de Bogotá, Rolando González, muestran que este año se han reportado como desaparecidas 311 personas en la ciudad, de las cuales a 99 las encontraron con vida, a tres muertas y 207 casos no han reportado alguna novedad. Y en líneas generales, según el Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres, en las últimas décadas en Bogotá se han reportado 49.756 personas, en su mayoría hombres (27.791), de las cuales 29.535 siguen desaparecidas, 18.530 aparecieron y 1.691 fueron halladas muertas.
Lo cierto es que los casos de desaparición en Bogotá van más allá de los que llegan al registro institucional. Las herramientas de prevención, especialmente en los casos donde usan sustancias alucinógenas, pueden marcar un punto de quiebre tan importante para la protección personal, como el saber que para denunciar una desaparición no se deben esperar 24, 48 o 72 horas para hacerlo.
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