Bogotá arrancó la carrera por el metro subterráneo
En medio de la controversia por las demoras en las obras de la primera línea del metro, el Distrito y la nación anunciaron que se la jugarán por llevar el metro hasta el occidente. Se trata de una línea subterránea de 16 kilómetros, pero que apenas empieza su proceso de estructuración.
Aún no arrancan las obras para la primera línea del metro, pero Bogotá ya habla de la hoja de ruta para construir el segundo tramo de este sistema de transporte. Si bien, justo en las últimas semanas, se conocieron las demoras y prórrogas para el inicio de la construcción del patio-taller en el sector de El Corzo (localidad de Bosa), donde nacerá la primera etapa del sistema férreo, estructurada y contratada en la alcaldía de Enrique Peñalosa, la actual administración ya promociona la línea de metro que pretende dejarle a la ciudad. Eso sí, se estima que pasará al menos una década antes de poderla ver en operación. Así que, más allá del anuncio, por ahora los ojos se seguirán posando en cómo avanza el tramo contratado y en ejecución.
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Aún no arrancan las obras para la primera línea del metro, pero Bogotá ya habla de la hoja de ruta para construir el segundo tramo de este sistema de transporte. Si bien, justo en las últimas semanas, se conocieron las demoras y prórrogas para el inicio de la construcción del patio-taller en el sector de El Corzo (localidad de Bosa), donde nacerá la primera etapa del sistema férreo, estructurada y contratada en la alcaldía de Enrique Peñalosa, la actual administración ya promociona la línea de metro que pretende dejarle a la ciudad. Eso sí, se estima que pasará al menos una década antes de poderla ver en operación. Así que, más allá del anuncio, por ahora los ojos se seguirán posando en cómo avanza el tramo contratado y en ejecución.
Desde el Cefe (Centro Felicidad) de la localidad de Suba, la alcaldesa Claudia López y el presidente Iván Duque anunciaron su compromiso con la construcción del segundo tramo del metro. El lugar fue escogido porque en sus inmediaciones estará ubicado el patio-taller de la futura línea, cuya primera característica es que será subterráneo, como prometió la alcaldesa López desde su campaña al Palacio Liévano. Esa será también la principal diferencia con la primera línea en ejecución, que será un viaducto de 24 kilómetros, entre Bosa y Chapinero.
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Ambas líneas se encontrarán en la calle 72 con avenida Caracas, punto de llegada del proyecto ya contratado. De acuerdo con la mandataria, sobre esa calle estarán las primeras cinco estaciones del sistema (carrera 11, avenida NQS, avenida 68, avenida Boyacá y avenida Ciudad de Cali). Las siguientes tres paradas se ubicarán sobre la Av. Ciudad de Cali, en las calles 80 y 90, y la carrera 93. El trazado tomará luego la futura Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), donde habrá dos estaciones en las calles 130A y 143A. La última parada, única elevada del proyecto, estará en la avenida Suba con carrera 145A (ver mapa).
Las localidades que se verían beneficiadas por esta nueva línea de metro son Chapinero, Barrios Unidos, Engativá y Suba, mediante el recorrido de 15,8 kilómetros con el que los usuarios de transporte público ahorrarían hasta en un 42 % los tiempos de recorrido desde y hacia Suba, una de las localidades más densas de la capital que, además, es una de las que tiene mayores problemas de transporte.
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Será un trazado similar al que se propuso hace casi 20 años, cuando en uno de los tantos proyectos de metro propuestos se habló de construir una línea que fuera desde el sur de la ciudad hasta el noroccidente. En otras palabras, ambas líneas, que se están proponiendo, son la materialización de los proyectos de los que siempre se habló, pero para los cuales nunca hubo financiación, estructuración de fondo ni voluntad política.
Como apenas está en etapa de prefactibilidad, es muy pronto para que estén definidas ciertas especificaciones del proyecto, como costos e impactos. No obstante, la primera cifra que se lanzó fue que tendrá un costo aproximado de $13 billones. También se estima que podrá movilizar unos 45.000 pasajeros hora/sentido o, en otras palabras, generará cerca de 1,5 millones de viajes diarios. De forma preliminar se habla de 23 trenes, cada uno con seis vagones, y de una fecha de inauguración entre 2030 y 2032.
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Aunque para algunos es descabellado hablar desde ya de este proyecto sin tener siquiera la primera en construcción, la alcaldesa López señaló que se trata de planificación a futuro y de poner a la ciudad al día en cuanto a transporte férreo. Durante el evento, la mandataria confesó que Bogotá “empezó tarde, pero nos vamos a poner al día aceleradamente”.
Asimismo, destacó que este paso demuestra que en menos de dos años de gobierno se han logrado los pasos que para la primera línea tomaron más de una década. “Hace pocos meses firmamos el acta de inicio de la primera línea y hoy queremos que los ciudadanos entiendan la importancia de la segunda línea”, agregó la alcaldesa, quien se mostró muy agradecida con el Gobierno Nacional por su apoyo al proyecto, y hasta bautizó a la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, como “madrina del metro”. Por su parte, el presidente Duque correspondió los agradecimientos y aseguró que el proyecto es resultado del trabajo conjunto tanto con la alcaldesa López como con el exalcalde Peñalosa.
A pesar de lo emotivo del acto de presentación y de que por primera vez hay un proyecto estructurado para llevar el metro hasta el occidente, sector con históricos problemas de movilidad, expertos en el tema resaltan el deseo de planificar, pero ven el paso más como algo más político que una realidad.
Germán Prieto, coordinador del programa de Gestión del Transporte de la U. Tadeo, aseguró que “es más un paso para ir avanzando en el proceso de continuidad del proyecto metro, dado lo largo que son este tipos de proyectos, pero es posible que sea más una acción política, porque todos los alcaldes quieren dejar su sello en el metro y aquí no va a ser la excepción”.
Y aunque el común denominador es que el paso es necesario para asegurar que la segunda línea no se empiece a construir mucho tiempo después, Néstor Sáenz, consultor en sistemas de transporte y docente de la U. Nacional, manifestó que en realidad los capitalinos solo se podrán ilusionar con este proyecto cuando estén listos los recursos y diseños finales. “Ahí se puede decir que sí será una realidad o no. Apenas se están haciendo estudios de viabilidad y los estudios de metro pueden durar tranquilamente cinco años”.
Por ahora, concluyen los expertos, hay que estar pendientes de lo que se vaya evaluando sobre esta segunda línea, pero aún más sobre cómo evolucionan las obras en el primer tramo, teniendo en cuenta que si hay muchas largas con ese proyecto, la segunda etapa estará aún más lejos. Y sobre el dinero, tanto la alcaldesa López como el presidente Duque se comprometieron a dejar listo el convenio de cofinanciación antes de que haya relevo en la Casa de Nariño. Mientras tanto, la segunda línea es apenas un proyecto que ilusiona, pero que empieza su carrera.