Así fue el inicio del juicio en el caso Ana María Castro
En la primera audiencia de esta etapa del proceso fueron escuchados cinco testigos de la Fiscalía, entre estos, la madre de la joven de 21 años. En dos semanas se reanudará.
Un año y medio después de la muerte de Ana María Castro Romero, el proceso por esclarecer los hechos que rodearon estos hechos, en los que la Fiscalía señala que fue causa de un feminicidio, llegó a su etapa final con el inicio del juicio oral contra Paul Naranjo y Julián Ortegón por su presunta participación y responsabilidad en el deceso de la joven.
Ante la juez 42 penal del circuito de Bogotá, la fiscal del caso, Alejandra Rivera, sustentó su teoría del caso en la que señaló que la fallecida universitaria fue arrojada de un vehículo en movimiento por los acusados luego de que, supuestamente, tuvieran un disgusto con ella porque se iba besando con Mateo Reyes, a quien habían dejado unos metros atrás.
Por su parte, los abogados de Naranjo y Ortegón se abstuvieron de presentar teoría del caso y decidió atenerse a lo que pudiera demostrar la Fiscalía para hacer su ejercicio de defensa.
En contexto: Las llamadas de emergencia hechas la noche que murió Ana María Castro
La primera en pasar al estrado, de manera virtual, fue la perito forense de Medicina Legal, Rocío Carolina Rozo Cifuentes. En interrogatorio, aseguró que los golpes que sufrió Ana María en el cráneo y el tórax fueron los que más estuvieron comprometidos en la causa de la muerte: un politraumatismo contundente. Así mismo, aseguró que la totalidad de los golpes que presentaba su cuerpo no pudieron ser causados de forma simultánea (al mismo tiempo).
En contrainterrogatorio, Rozo explicó a los abogados de la defensa que, aunque era posible que los traumas que presentaba la joven pudieron ser causados por un atropellamiento, para ella “faltarían cosas para asociarlo a un evento de tránsito” porque habría habido otros traumas en el cuerpo.
Posteriormente, fue el turno para el investigador del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), Edwin Yesid Romero, quien realizó la entrevista judicial a Julián y a Paul. Allí, reprodujo los audios de las llamadas a la línea de emergencia 123 que se hicieron la madrugada del 5 de marzo de 2020 para reportar que la joven estaba malherida sobre el asfalto, así como los de las llamadas de la Secretaría de Salud solicitando una ambulancia.
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Tras un receso en la audiencia, la madre de Ana María, Nidia Romero, fue interrogada tanto por la Fiscalía como por la defensa de Naranjo, ejercida por el abogado John Cadena. En su declaración, que fue interrumpida brevemente por sus lágrimas, narró que su hija le habló de Paul refiriéndose a él como un amigo al que conoció en una fiesta y como “un pretendiente intenso que tengo” con quien, para la fecha de su muerte, tenía cerca de seis meses de conocerse. También manifestó que de Mateo Reyes y Julián Ortegón no tenía referencias por parte de la joven antes de marzo de 2020.
Igualmente, contó que Ana María le confesó a su hermana mayor que consumía sustancias alucinógenas y, por otro lado, que tenía un cuadro de depresión diagnosticado a causa del fallecimiento de su padre, que lo trataba con medicamentos y que, incluso, en algún momento quiso internarla en una clínica psiquiátrica, pero que desistieron de esta posibilidad tras notar una mejoría en ella y que decidiera no seguir tomando los medicamentos.
Luego fue el turno del patrullero Víctor Alfonso Gamarra, integrante de la Policía de Tránsito y Transporte de Bogotá, quien acudió al lugar donde reportaron ver a la joven en la calla 80 y que después levantó el croquis de la escena.
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Dijo que no se habían hallado huellas de arrastre o de frenado de un vehículo y que solo estaba la mancha de sangre en el asfalto. Relató que pudo ver y dialogar con Mateo Reyes en el lugar, en donde les contó dos versiones de cómo vio lo que había pasado: primero, que iba en otro carro y, después, que iba en el mismo vehículo con la hoy fallecida. Por último, aseguró que los accidentes de tránsito no siempre dejan huella (frenada de las llantas) y que, en esos casos, quedan rastros biológicos de la persona que es impactada, aunque en la escena no encontró tales.
El último en pasar al estrado, durante la jornada que duró más de ocho horas, fue Anderson Alfonso Vargas, miembro del CTI, quien tuvo la tarea de enseñar a los asistentes y al despacho el contenido de los videos de las cámaras de seguridad de un establecimiento comercial de la zona. Estos, que estaban fraccionados en más de 300 archivos, fueron reproducidos en los minutos que se aprecia la camioneta Kia -que esa madrugada era conducida por Paul Naranjo-, cuando se ve una persona en la mitad de la calle parando el tráfico y cuando uno de los testigos de la defensa, Alexander Forero, aparece en escena.
Aunque en este material no se logre ver completamente el sitio donde la camioneta se estacionó y donde Ana María fue encontrada, es clave para las partes del proceso para determinar la cronología de los hechos y cuántos vehículos pasaron y en qué orden por allí.
La diligencia judicial fue aplazada y la juez de conocimiento programó la continuación del juicio para el próximo 20 y 21 de septiembre.
Un año y medio después de la muerte de Ana María Castro Romero, el proceso por esclarecer los hechos que rodearon estos hechos, en los que la Fiscalía señala que fue causa de un feminicidio, llegó a su etapa final con el inicio del juicio oral contra Paul Naranjo y Julián Ortegón por su presunta participación y responsabilidad en el deceso de la joven.
Ante la juez 42 penal del circuito de Bogotá, la fiscal del caso, Alejandra Rivera, sustentó su teoría del caso en la que señaló que la fallecida universitaria fue arrojada de un vehículo en movimiento por los acusados luego de que, supuestamente, tuvieran un disgusto con ella porque se iba besando con Mateo Reyes, a quien habían dejado unos metros atrás.
Por su parte, los abogados de Naranjo y Ortegón se abstuvieron de presentar teoría del caso y decidió atenerse a lo que pudiera demostrar la Fiscalía para hacer su ejercicio de defensa.
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La primera en pasar al estrado, de manera virtual, fue la perito forense de Medicina Legal, Rocío Carolina Rozo Cifuentes. En interrogatorio, aseguró que los golpes que sufrió Ana María en el cráneo y el tórax fueron los que más estuvieron comprometidos en la causa de la muerte: un politraumatismo contundente. Así mismo, aseguró que la totalidad de los golpes que presentaba su cuerpo no pudieron ser causados de forma simultánea (al mismo tiempo).
En contrainterrogatorio, Rozo explicó a los abogados de la defensa que, aunque era posible que los traumas que presentaba la joven pudieron ser causados por un atropellamiento, para ella “faltarían cosas para asociarlo a un evento de tránsito” porque habría habido otros traumas en el cuerpo.
Posteriormente, fue el turno para el investigador del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), Edwin Yesid Romero, quien realizó la entrevista judicial a Julián y a Paul. Allí, reprodujo los audios de las llamadas a la línea de emergencia 123 que se hicieron la madrugada del 5 de marzo de 2020 para reportar que la joven estaba malherida sobre el asfalto, así como los de las llamadas de la Secretaría de Salud solicitando una ambulancia.
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Tras un receso en la audiencia, la madre de Ana María, Nidia Romero, fue interrogada tanto por la Fiscalía como por la defensa de Naranjo, ejercida por el abogado John Cadena. En su declaración, que fue interrumpida brevemente por sus lágrimas, narró que su hija le habló de Paul refiriéndose a él como un amigo al que conoció en una fiesta y como “un pretendiente intenso que tengo” con quien, para la fecha de su muerte, tenía cerca de seis meses de conocerse. También manifestó que de Mateo Reyes y Julián Ortegón no tenía referencias por parte de la joven antes de marzo de 2020.
Igualmente, contó que Ana María le confesó a su hermana mayor que consumía sustancias alucinógenas y, por otro lado, que tenía un cuadro de depresión diagnosticado a causa del fallecimiento de su padre, que lo trataba con medicamentos y que, incluso, en algún momento quiso internarla en una clínica psiquiátrica, pero que desistieron de esta posibilidad tras notar una mejoría en ella y que decidiera no seguir tomando los medicamentos.
Luego fue el turno del patrullero Víctor Alfonso Gamarra, integrante de la Policía de Tránsito y Transporte de Bogotá, quien acudió al lugar donde reportaron ver a la joven en la calla 80 y que después levantó el croquis de la escena.
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Dijo que no se habían hallado huellas de arrastre o de frenado de un vehículo y que solo estaba la mancha de sangre en el asfalto. Relató que pudo ver y dialogar con Mateo Reyes en el lugar, en donde les contó dos versiones de cómo vio lo que había pasado: primero, que iba en otro carro y, después, que iba en el mismo vehículo con la hoy fallecida. Por último, aseguró que los accidentes de tránsito no siempre dejan huella (frenada de las llantas) y que, en esos casos, quedan rastros biológicos de la persona que es impactada, aunque en la escena no encontró tales.
El último en pasar al estrado, durante la jornada que duró más de ocho horas, fue Anderson Alfonso Vargas, miembro del CTI, quien tuvo la tarea de enseñar a los asistentes y al despacho el contenido de los videos de las cámaras de seguridad de un establecimiento comercial de la zona. Estos, que estaban fraccionados en más de 300 archivos, fueron reproducidos en los minutos que se aprecia la camioneta Kia -que esa madrugada era conducida por Paul Naranjo-, cuando se ve una persona en la mitad de la calle parando el tráfico y cuando uno de los testigos de la defensa, Alexander Forero, aparece en escena.
Aunque en este material no se logre ver completamente el sitio donde la camioneta se estacionó y donde Ana María fue encontrada, es clave para las partes del proceso para determinar la cronología de los hechos y cuántos vehículos pasaron y en qué orden por allí.
La diligencia judicial fue aplazada y la juez de conocimiento programó la continuación del juicio para el próximo 20 y 21 de septiembre.