Así influye la calidad del aire en la expectativa de vida de los bogotanos
El estudio que mide la calidad del aire en las ciudades mostró que los bogotanos pierden 10 meses de expectativa de vida por la contaminación.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Al salir de sus casas, los bogotanos conviven con un enemigo invisible, que les resta 10 meses de vida, por el simple hecho de respirar: la calidad del aire. Esta es una de las conclusiones del estudio “Calidad del aire y su influencia en la expectativa de vida”, de la universidad Milton Friedman, de Chicago (EE. UU.), que analizó la contaminación a causa de partículas finas suspendidas en el aire (llamadas PM2,5) cuya concentración se mide en microgramos (ug) por metro cúbico. De ahí, calculó su impacto en la vida de los capitalinos.
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Al salir de sus casas, los bogotanos conviven con un enemigo invisible, que les resta 10 meses de vida, por el simple hecho de respirar: la calidad del aire. Esta es una de las conclusiones del estudio “Calidad del aire y su influencia en la expectativa de vida”, de la universidad Milton Friedman, de Chicago (EE. UU.), que analizó la contaminación a causa de partículas finas suspendidas en el aire (llamadas PM2,5) cuya concentración se mide en microgramos (ug) por metro cúbico. De ahí, calculó su impacto en la vida de los capitalinos.
El resultado inicial es que Bogotá registra al año un promedio de 15 ug, cifra que, si bien, cumple la norma nacional, que fija que ninguna población puede exceder los 25 ug, la realidad ante el mundo es otra: la capital supera con creces la recomendación de la OMS de 5 ug, que genera menos problemas sanitarios. De esa amplia brecha entre estándares seguro se derivan los problemas que se viven en algunas localidades, como las del sur, donde, si se analiza en detalle el registro PM2,5, queda al descubierto que allí es más difícil respirar.
Problema concentrado en el sur
En Bosa (25,4 ug), Ciudad Bolívar, (24,7 ug) y Tunjuelito (23,6 ug) la contaminación llega el laxo límite nacional y está hasta 20 unidades por encima del internacional. Pero ¿por qué la ciudad está tan lejos del índice de la OMS? Hugo Sáenz, subdirector de Calidad del Aire de la Secretaría de Ambiente, tiene su respuesta: es difícilmente alcanzable para una ciudad como Bogotá, por las limitaciones económicas y una población de casi 11 millones. A esto se suman fuentes de contaminación como los vehículos de carga, que producen 15 % de las emisiones, y las condiciones meteorológicas, que hacen que el viento tienda a dirigirse más al suroccidente.
Pero hay un factor mayor: vías sin pavimentar. En su estudio “Respirar buen aire en Bogotá, un lujo de pocos” (2018), Jorge Bonilla, profesor de la Facultad de Economía de la U. de los Andes, demostró la inequidad de la calidad del aire en la ciudad. Aunque ninguna localidad cumple el estándar de la OMS, él resalta que el impacto es mayor donde hay más vías sin pavimentar, que generan tanto material particulado, que “representa el 67 % del PM2,5 de todo Bogotá”.
Su impacto es tal que, según los cálculos que hizo Bonilla para este artículo, si se pavimentaran las vías, las localidades más afectadas podrían reducir entre 3 y 5 ug la cantidad de PM2,5. y, de paso, aumentaría su expectativa de vida. ¿Cuánto? El impacto más significativo sería en las tres localidades más afectadas: en Bosa incrementaría 20 meses y en Ciudad Bolívar y Tunjuelito, 17.
La contaminación del aire y sus efectos en la salud
Diego Jara Vela, quien vive en la Sevillana, localidad de Tunjuelito —la zona con la peor calidad del aire, según Hugo Sáenz—, perdió hace unos meses a su abuela, Carmenza Vela, como consecuencia de un cáncer de pulmón. Los médicos, cuenta Jara, lo atribuyeron a malas calidades ambientales u otro tipo de exposición prolongada a materiales tóxicos. “Creo que hay gran probabilidad de que la contaminación haya sido la causa del cáncer de mi abuelita”, dijo.
El Espectador contactó a Luis Hernández, experto en salud pública, para conocer los alcances del PM2,5 en la salud. Él explica que existen efectos a corto plazo: resequedad en la piel, ardor en los ojos, dolor de garganta y aumentos en la presión arterial; a largo plazo, surgen enfermedades crónicas y ciertos tipos de cáncer.
Pero ¿cómo abordar el problema? Según los expertos, es preciso fijar objetivos progresivos. Bonilla resalta la importancia de “trazar metas realizables”. Aunque lo ideal sería llegar a los 5 ug, apuntar a los 15 ug ya sería un avance. Las iniciativas recientes del Distrito parecen ir por ese camino. El 7 de marzo de este año, la Secretaría de Ambiente y la Alcaldía local de Ciudad Bolívar anunciaron la inversión de $2.473 millones para intervenir 19 segmentos viales sin pavimentar.
Esta estrategia, según explicó Hugo Sáenz, se une a otro tipo de programas como el de Zonas Urbanas por un Mejor Aire (ZUMA). En estas zonas se avanzó en la recolección de evidencia para medir el impacto que tiene la pavimentación de vías en el aire. Respecto a los vehículos de carga, la Secretaría tiene programas para que los conductores accedan a financiamientos que les permitan modificar su vehículo y reducir el PM 2,5.
Las decisiones ya están tomadas. Sus impactos, de momento, los esperan personas como Diego. Él tiene la esperanza de que las mejoras en la calidad del aire aumenten su expectativa de vida y no se la reduzcan, como posiblemente pasó con su abuela.