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En la mañana del lunes Ana Roda, directora de lectura y bibliotecas de la Secretaría de Cultura, anunció que Sumapaz, la única localidad de Bogotá sin biblioteca pública, contará con una en los próximos meses. La noticia coincidió con la llegada del Encuentro Iberoamericano de Bibliotecarios a la ciudad, que contará con 30 especialistas de estos espacios —cuatro de ellos colombianos— y se realizará hasta el próximo jueves en las bibliotecas Tintal, Nacional y Luis Ángel Arango.
El evento, organizado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) y apoyado por la Fundación Bill & Mellinda Gates, busca que los bibliotecarios de diferentes países compartan sus experiencias de innovación y afiancen lazos. El primer acercamiento de la fundación de Bill Gates con las bibliotecas públicas de Bogotá fue en 2002, cuando le otorgaron un premio de US$1 millón a Bibliored para fortalecer sus programas de aprendizaje en la ciudad. Ahora están trabajando con el Ministerio de Cultura, a través de la Biblioteca Nacional, para fortalecer las bibliotecas del país. La inversión: US$15 millones de dólares.
Pilar Pacheco es la invitada especial del evento y líder del programa Global Libraries, el cual comenzó en 1997, conectando a más de 10.000 bibliotecas públicas de Estados Unidos a internet. Su trabajo consiste en convencer a los propios bibliotecarios de que su oficio va más allá de catalogar y guardar libros. El programa de formación es desarrollado en Latinoamérica por el Cerlalc. Las bibliotecas, dice Pacheco y Ponsford, deben derribar sus muros y conocer los dolores de la comunidad, para convertirse en centros de desarrollo económico y laboratorios de creación artística.
¿Qué harán los bibliotecarios invitados durante su estadía en Bogotá?
Marianne Ponsford: Realizarán talleres tipo TED, para aprender a vender sus proyectos al alcalde del pueblo o a una empresa privada. Discutirán qué es un taller innovador, sobre el manejo del tiempo libre versus el tiempo de trabajo, la lectura en redes sociales, entre otros. No es un curso para enseñarles a catalogar libros.
¿Qué fortalezas tienen las bibliotecas públicas de Bogotá?
Pilar Pacheco: En la ciudad hay bibliotecas parque, o bibliotecas rodeadas de un entorno natural, algo que no es común en otros países de América Latina. Eso permite que sean pensadas como lugares recreativos, más allá de las cuatro paredes. Hoy nos contaban en la Virgilio Barco sobre el trabajo que desarrollan con jóvenes. Ellos hacen talleres creativos en pizarras de acrílico: dibujan en cómic, escriben historias; también estampan camisetas con stencil. Me parece increíble porque no es fácil traer jóvenes a las bibliotecas. Yo tuviese 25 años menos pasaría mis días en ese lugar. En Brasil, por ejemplo, hay un alto porcentaje de la comunidad que no va a las bibliotecas, sobre todo los jóvenes. Llevaría a las bibliotecas de Bogotá a hacer talleres a las bibliotecas de Brasil.
Cuéntenos sobre algunos programas innovadores de la ciudad.
M.P.: Recuerdo un proyecto, “La hora del miedo”, en él todos los miércoles en la noche los adolescentes leen cuentos de terror. Así entienden el miedo en la literatura. Por otro lado, la biblioteca El Tunal vive repleta. Allí la mayoría de los muchachos ensayan música, reciben clases de hip hop y de danza clásica. También hubo un proyecto afro para niños. La idea del racismo, que es fácilmente heredada, era contrarrestada con películas y artesanías del Pacífico y el Caribe. En la Julio Mario Santo Domingo, un grupo de adultos mayores se reúne una vez al mes para leer historia de Colombia y contar sus propias historias.
Leer no es sólo cuestión de entretenimiento. Leyendo se activan un montón de procesos neuronales y se aprende a construir ideas. El niño que sepa leer y escribir va a tener mejores oportunidades de empleo, porque sabrá relacionarse mejor con el mundo y va a tener mayor claridad para entender los procesos sociales.
¿Qué experiencias globales en esta materia la han impactado?
P.P.: Las bibliotecas de países como India, Rumania y Vietnam entienden cada vez más la responsabilidad que tienen en la formación de conocimiento. Una biblioteca en Kenia, por ejemplo, ofrece programas para informar a la comunidad sobre prevención de sida o embarazo en adolescentes. Uno se pregunta, ¿ese es el rol de la biblioteca? Hay países como esos donde sí lo es. También discuten con las mujeres agricultoras cómo tasar los precios para sus productos. Eso quiere decir que las bibliotecas pueden estar conectadas con los temas que a la comunidad le interesa. Creo que, como latinoamericanos, nos hace falta conectarnos con la gente. Preguntarle al microempresario lo que le falta, sugerir a las mujeres cómo responder a la violencia intrafamiliar.
¿Qué prácticas cambiaría del sistema de bibliotecas?
M.P.: Se ha presentado una situación particular: llega un nuevo alcalde y se cambia de bibliotecario. Por lo tanto se pierde el bagaje y el enorme esfuerzo que han hecho las entidades en su formación. Sería estupendo que los bibliotecarios dependieran del Ministerio de Cultura y no del cambio de alcaldía. Ellos son el puente entre los niños y los libros, un mediador entre lo tradicional y lo moderno. La figura del bibliotecario como persona que guarda libros es del pasado.
¿Por qué Bill Gates se interesó en el tema de las bibliotecas públicas?
P.P.: Bill Gates es un usuario de bibliotecas públicas desde niño. También su padre, que trabaja en la fundación a sus ochenta y pico de años. Gates, hasta el día de hoy, comparte su lista de libros leídos durante el verano. Él solía decir: “las mejores ideas nacen de una biblioteca pública”, porque nos conectan con los libros, pero también con otras personas.