Bogotá cada vez más intolerante y lejos de saber cómo resolver conflictos
A diario se conocen casos de personas que solucionan líos cotidianos a golpes. Los expertos coinciden en la necesidad de apostarle al diálogo, que las acciones policivas, cuando los casos escalan violentamente.
María Angélica García Puerto
La intolerancia, que termina en violencia, es pan de cada día en Bogotá y ejemplos hay de sobra. Por ejemplo, hoy en un hospital se recupera un hombre, luego de recibir tres disparos, tras un hecho de intolerancia, en la localidad de Ciudad Bolívar, luego de que otro vecino le reclamara por no recoger los excrementos de su perro. El agresor, quien tenía antecedentes por tentativa de homicidio, fue detenido.
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La intolerancia, que termina en violencia, es pan de cada día en Bogotá y ejemplos hay de sobra. Por ejemplo, hoy en un hospital se recupera un hombre, luego de recibir tres disparos, tras un hecho de intolerancia, en la localidad de Ciudad Bolívar, luego de que otro vecino le reclamara por no recoger los excrementos de su perro. El agresor, quien tenía antecedentes por tentativa de homicidio, fue detenido.
También está el caso en el barrio San Isidro, donde un grupo de hinchas de Santa Fe atacaron con machetes, armas blancas y traumáticas a aficionados de Millonarios, previo al clásico en El Campín. O el de un domiciliario en moto, que golpeó con su casco a un adulto mayor, a quien dejó inconsciente en medio de la calle. Todos son el reflejo de una sociedad bogotana que no sabe como enfrentar sus diferencias.
Y es que las cifras también brindan un panorama sobre cómo algunos bogotanos tienen pocas o cero herramientas de diálogo para resolver conflictos. Cuenta de ello, son los 959 homicidios registrados durante 2024 (10 % más frente al año pasado) de los cuales, el 32 % son producto de la intolerancia.
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Asimismo, han ocurrido 307 asesinatos por riñas, siendo Kennedy (50) la localidad con el mayor registro, seguida de Ciudad Bolívar (49), Santa Fe (33), Bosa (27) y Suba (25). En cuanto a lesiones personales, este delito aumentó en 19,1 % en la ciudad respecto al año anterior, según el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo (SIEDCO).
¿Qué nos hace tan intolerantes?
“Ser tolerante tiene que ver con la aceptación de la diferencia y del otro como persona”. Así lo explica el profesor Carlos José Parales Quenza, del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional. Sin embargo, este valor, dice, se percibe de manera negativa en Colombia, donde se combinan sentimientos como la desconfianza y la competencia, por lo que “las personas están en incertidumbre permanente; amenazados por la presencia de otros, y las reacciones hacia ellos son intolerantes”.
A pesar de que somos una humanidad que tiene por definición una base conflictiva, el punto también está en cómo tramitamos los conflictos. Así lo explica Óscar Almario García, historiador con especialización en métodos de investigación sociales y profesor titular de la U. Nacional.
“El problema no está en reconocer la conflictividad, el problema es cuando los conflictos no se tramitan adecuadamente, no se resuelven o se acumulan. En ese sentido, tanto para los ciudadanos, como las instituciones, reconocer la conflictividad de lo humano es un buen punto de partida, para darle un adecuado trámite”.
Parte de esto, agrega el docente, está en atravesar distintos órdenes para gestionarlo. “Debe haber una correspondencia entre lo normativo-institucional y lo normativo-moral. Cuando esos dos mundos no coinciden y cuando las sociedades pierden los códigos de valores que todos debemos compartir, se hace más difícil para la institucionalidad y la ley tramitar los conflictos”.
Por ello, destaca Almario, es importante que las instituciones apuesten más desde lo económico y con estrategias a promover el diálogo, que atender situaciones que ya han escalado a un nivel violento.
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“Las campañas en relación con promover en la ciudadanía una reflexividad siempre tienen menos recursos que los coercitivos o represivos. Además, porque hay una demanda en las personas que piden que se actúe en términos de policía, videovigilancia, que funcionen los CAI. En contraste, el terreno familiar, educativo, de la cotidianidad queda en un vacío de actuación, que aumenta, porque está desarticulado. No se produce un encuentro ciudadano en dónde poner el énfasis”, sentenció Almario.
La prevención del diálogo
Desde la secretaría de Gobierno, a través de la Dirección para la Convivencia y Diálogo Social, lanzaron la semana Distrital del Diálogo, que se llevará a cabo hasta el próximo 2 de noviembre, con distintas actividades que tendrán incidencia en los habitantes, universidades, sector privado y empresarial y fuerza pública, entre otros.
El objetivo es reunir a diversos actores sociales e institucionales para promover el diálogo como una herramienta clave en la transformación de conflictos y la construcción de una ciudad más pacífica y cohesionada. “El gran reto está en cómo construimos una ciudad distinta, no basados en la violencia, en el desconocimiento, sino como generamos que el diálogo se vuelva una herramienta permanente, para ayudar a resolver problemas de la vida cotidiana”, resaltó Carlos González, director de Convivencia y Diálogo Social, de la Secretaría de Gobierno.
Actividades como conferencias TED, espacios de diálogo entre mujeres, policías y demás, harán parte del cronograma. No obstante, ¿cómo seguir teniendo una incidencia a largo plazo sobre la importancia de dialogar? González dice que ese es otro reto, “incluidos con ustedes los medios de comunicación. ¿Cuáles son los mensajes que ponemos frente al respeto por la vida? Eso tiene que ser un trabajo articulado”, agrega el funcionario.
En esto coincide el docente Óscar Almario. “En vez de saturar la justicia, tengamos una manera de resolver conflictos y eso necesita un clima propicio, que debe ser promovido por las autoridades, estimulado por los medios de comunicación, campañas oficiales, juntas de acción comunal, etc, para que se aclimate en el día a día”.
Situaciones como el no pago de obligaciones de arriendos o alquileres o exceso de ruido y manejo de basuras fueron los conflictos de convivencia que comúnmente atendieron en 2023 las casas de justicia. Si bien, las herramientas para poner fin a este tipo de situaciones extremas, que afectan la convivencia, existen, tienen que haber más actos ejemplares desde la ciudadanía y la institucionalidad, en cuánto a que el diálogo y un respiro previo, siempre será el camino para evitar hechos de intolerancia. “Tiene que haber actos ejemplares. Y eso hay que exaltarlo, divulgarlo y mostrarlo con resultados (para que así se replique)”, recomienda el profesor Almario.
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