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Hace exactamente 20 años, en abril de 1997, cuando asumió el físico Paul Bromberg como alcalde de Bogotá -en reemplazo de Antanas Mockus, quien había renunciado al cargo-, el burgomaestre le presentó al Concejo Distrital una propuesta para descongestionar la ciudad cuando iniciaran las obras para recuperar la malla vial: restricción vehicular por colores.
La norma, que estaba prevista presentarse en coordinación con la entonces Secretaría de Tránsito, contemplaba la circulación de vehículos por colores y no por el número de la placa, como se había planteado con insistencia. Y se pensó, además, en adelantar los horarios de ingreso al trabajo de los funcionarios públicos para evitar trancones.
El plan A de Mockus consistió en ese momento en que los usuarios y conductores de transporte público utilizaran exclusivamente los paraderos de la ciudad y el respeto de la señalización para garantizar una velocidad de circulación acorde con los frentes de obra.
La administración distrital había objetado una restricción vehicular por placa que había aprobado el Concejo de Bogotá por placa, al considerar que este tipo de medidas aumentaron el tráfico, en lugar de disminuirlo, como -decían- sucedió en Ciudad de México y Santiago de Chile.