Bogotá, la ciudad donde más se analizaron nuevas sustancias psicoactivas
Un documento de la Corporación Acción Técnica Social, sobre nuevas sustancias en el país en 2021, arrojó que Bogotá fue donde más componentes testearon, con el 66 %. ¿Por qué se presenta esta situación?
“Según la rumba, se escoge qué se va a meter”, dice Luisa* sobre las dinámicas de consumo de la noche bogotana, en la que la oferta de drogas varía en cantidad y calidad, según la zona, la compañía y el plan. “En la rumba crossover es raro que consuman otra cosa que no sea alcohol, pero se suele meter perico. En una de reguetón es más común el porro o el éxtasis, que lo pone a uno supercontento. Y en las de electrónica, MDMA o micropuntos de LSD”, relata la joven sobre sitios de diversión nocturna en Chapinero -epicentro de universidades, empresas y comercio-, donde se vive un constante éxtasis de compra, venta y entrega de sustancias psicoactivas.
¿La razón? Su equidistancia con los cuatro puntos cardinales en la ciudad y la cantidad de gente que vive, estudia o trabaja la convierten en punto de encuentro, con amplia oferta de discotecas. De ahí que, según los cálculos del informe “Échele cabeza” (elaborado a través del contacto con consumidores), este fue el lugar en donde personas de diversas localidades más adquirieron sustancias. “Es punto de encuentro y entrega, no tanto de venta. Además, Chapinero reúne la mayor población universitaria del país, que es la que más consume drogas de síntesis. Al mismo tiempo, reúne la mayor oferta de fiestas del país”, señala sobre este fenómeno Julián Quintero, director de la Corporación Acción Técnica Social (ATS).
Le puede interesar: Tras las pistas de las muertes sistemáticas en el centro de Bogotá.
Epicentro de nuevas sustancias
La corporación dirigida por Quintero publica cada año un dossier tras testear las sustancias que se consumen en lugares de fiesta y festivales musicales, en distintas ciudades del país, para asesorar, alertar y reducir los riesgos. Allí hace presencia un equipo encargado de informar a los consumidores sobre los efectos y las prácticas de bajo riesgo en el consumo.
En esa tarea, que vienen desarrollando desde 2013, se encontró que el año pasado fue en el que más drogas analizaron, al descubrir 2.868 sustancias diferentes (en 2020 hicieron lo propio con 364; en 2019, con 2.293; en 2018, con 1.692, y en 2017, con 1.512). De esas, en Bogotá encontraron 1.897 (66,14 %), siendo la puntera del escalafón y superando con creces a ciudades como Medellín, en donde se analizaron 395 (13,77 %), y Cali, con 284 (9,9 %).
Pero, ¿por qué la capital puntea? Julián Quintero tiene su hipótesis: es la ciudad “con la mayor escena de música electrónica y de festivales artísticos en el país” y en donde “hay una cultura de la reducción de riesgo y daño, de análisis de sustancias y del autocuidado, que hemos podido posicionar. Acá la gente no tiene prejuicios cuando se acerca a analizar sustancias”.
Lea también: Feminicidios y vencimiento de términos: ¿coctel de impunidad para las víctimas?.
Aunque ese aumento de nuevas sustancias podría tener explicación en que la presencia de ATS se ha amplificado, también lo es por las nuevas dinámicas de consumo de los jóvenes y la reactivación del mercado, luego de la pandemia del covid-19. “El auge de nuevas sustancias, creo, surgió después de que en la pandemia disminuyera el consumo. Esto hizo que muchas sustancias dejaran de circular y las nuevas se acumularon para este momento”, explica Quintero.
Pero hay más. Pedro Arenas, cofundador del centro de estudios y promoción de reformas a la política de drogas Viso Mutop, agrega que actualmente “hay un incremento de las adulteraciones y modificaciones sobre drogas sintéticas, realizadas por los microtraficantes y los propios usuarios. Además, en muchos jóvenes es latente la necesidad de socializar y están experimentando incluso con medicamentos de farmacia”.
¿Dónde se adquiere la droga?
El hogar es el sitio preferido de los consumidores en la capital para recibir las sustancias, pues el 67 % accedieron a ellas a domicilio, mientras que el 32,7 % hicieron algún desplazamiento. De este último porcentaje, los resultados arrojaron que las localidades en donde más se concentra la adquisición fuera de los hogares son Suba, Chapinero, Engativá y Usaquén, mientras que la localidad a la que más se desplazan para comprarlas es Chapinero, ya que residentes de 17 localidades afirmaron haber ido hasta allí para adquirirlas. En menor medida, los habitantes de las demás localidades y Soacha fueron a otras como Suba y Teusaquillo.
¿Cuáles son las nuevas sustancias identificadas?
En todo el país, de las drogas analizadas en 2021, la mayoría fueron de la familia del éxtasis, con el 52 %; seguida de los cristales, con 18 %; del LSD, con 15 %, y el tusibi, con el 8 %. Del primer grupo se pudo identificar que el 11 % resultaron negativas o adulteradas e, incluso, también se detallaron sustancias correspondientes a la catinona, metanfetamina, anfetamina, lidocaína y otras desconocidas. Estos nuevos productos tienen diseños llamativos, como rostros, máscaras, calaveras y figuras religiosas. Un faraón, el expresidente estadounidense Donald Trump y la máscara de Anonymous son parte de las alertas halladas en los análisis.
Lea: Vencimiento de términos, el obstáculo en el caso Michelle Amaya.
La corporación ATS señala que, aunque este hallazgo es a nivel nacional, “Bogotá fue la ciudad donde menos sustancias adulteradas o suplantadas encontramos, pues hay una cultura de análisis que claramente ha venido impactando el mercado y cuando la gente siente que no le venden lo que es, le hace el reclamo a su distribuidor”.
¿Prevención o prohibición?
Lejos de ser una invitación desaforada al consumo de alucinógenos, estas investigaciones hacen un llamado -desde un enfoque de derechos humanos y de prevención- a los mayores de edad que ingieren drogas legales e ilegales, a conocer los riesgos y daños que pueden conllevar y, de esa manera, crear prácticas de autocuidado y reducción de posibles perjuicios. “No solo denunciamos referencias peligrosas, sino que hablamos de prácticas riesgosas, de drogas emergentes y de mezclas inseguras”, agrega Julián Quintero.
“Hay que superar el paradigma de la prohibición partiendo del reconocimiento constitucional del libre desarrollo de la personalidad, del derecho de los usuarios a consumir y de aprovisionarse de la sustancia requerida, con calidad y en contextos seguros, para luego avanzar por el camino de la reducción de riesgos y daños, con la educación de la familia, la sociedad, los medios y los usuarios sobre drogas”, añade Arenas.
Lo cierto es que así se quiera tapar el Sol con un dedo, el uso de sustancias alucinógenas y psicoactivas en la capital es una realidad palpable, que debe ser abordada desde una mirada de salud pública, que enseñe sin tabús los riesgos del consumo y cómo minimizarlos con conocimiento responsable.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá, de El Espectador.
“Según la rumba, se escoge qué se va a meter”, dice Luisa* sobre las dinámicas de consumo de la noche bogotana, en la que la oferta de drogas varía en cantidad y calidad, según la zona, la compañía y el plan. “En la rumba crossover es raro que consuman otra cosa que no sea alcohol, pero se suele meter perico. En una de reguetón es más común el porro o el éxtasis, que lo pone a uno supercontento. Y en las de electrónica, MDMA o micropuntos de LSD”, relata la joven sobre sitios de diversión nocturna en Chapinero -epicentro de universidades, empresas y comercio-, donde se vive un constante éxtasis de compra, venta y entrega de sustancias psicoactivas.
¿La razón? Su equidistancia con los cuatro puntos cardinales en la ciudad y la cantidad de gente que vive, estudia o trabaja la convierten en punto de encuentro, con amplia oferta de discotecas. De ahí que, según los cálculos del informe “Échele cabeza” (elaborado a través del contacto con consumidores), este fue el lugar en donde personas de diversas localidades más adquirieron sustancias. “Es punto de encuentro y entrega, no tanto de venta. Además, Chapinero reúne la mayor población universitaria del país, que es la que más consume drogas de síntesis. Al mismo tiempo, reúne la mayor oferta de fiestas del país”, señala sobre este fenómeno Julián Quintero, director de la Corporación Acción Técnica Social (ATS).
Le puede interesar: Tras las pistas de las muertes sistemáticas en el centro de Bogotá.
Epicentro de nuevas sustancias
La corporación dirigida por Quintero publica cada año un dossier tras testear las sustancias que se consumen en lugares de fiesta y festivales musicales, en distintas ciudades del país, para asesorar, alertar y reducir los riesgos. Allí hace presencia un equipo encargado de informar a los consumidores sobre los efectos y las prácticas de bajo riesgo en el consumo.
En esa tarea, que vienen desarrollando desde 2013, se encontró que el año pasado fue en el que más drogas analizaron, al descubrir 2.868 sustancias diferentes (en 2020 hicieron lo propio con 364; en 2019, con 2.293; en 2018, con 1.692, y en 2017, con 1.512). De esas, en Bogotá encontraron 1.897 (66,14 %), siendo la puntera del escalafón y superando con creces a ciudades como Medellín, en donde se analizaron 395 (13,77 %), y Cali, con 284 (9,9 %).
Pero, ¿por qué la capital puntea? Julián Quintero tiene su hipótesis: es la ciudad “con la mayor escena de música electrónica y de festivales artísticos en el país” y en donde “hay una cultura de la reducción de riesgo y daño, de análisis de sustancias y del autocuidado, que hemos podido posicionar. Acá la gente no tiene prejuicios cuando se acerca a analizar sustancias”.
Lea también: Feminicidios y vencimiento de términos: ¿coctel de impunidad para las víctimas?.
Aunque ese aumento de nuevas sustancias podría tener explicación en que la presencia de ATS se ha amplificado, también lo es por las nuevas dinámicas de consumo de los jóvenes y la reactivación del mercado, luego de la pandemia del covid-19. “El auge de nuevas sustancias, creo, surgió después de que en la pandemia disminuyera el consumo. Esto hizo que muchas sustancias dejaran de circular y las nuevas se acumularon para este momento”, explica Quintero.
Pero hay más. Pedro Arenas, cofundador del centro de estudios y promoción de reformas a la política de drogas Viso Mutop, agrega que actualmente “hay un incremento de las adulteraciones y modificaciones sobre drogas sintéticas, realizadas por los microtraficantes y los propios usuarios. Además, en muchos jóvenes es latente la necesidad de socializar y están experimentando incluso con medicamentos de farmacia”.
¿Dónde se adquiere la droga?
El hogar es el sitio preferido de los consumidores en la capital para recibir las sustancias, pues el 67 % accedieron a ellas a domicilio, mientras que el 32,7 % hicieron algún desplazamiento. De este último porcentaje, los resultados arrojaron que las localidades en donde más se concentra la adquisición fuera de los hogares son Suba, Chapinero, Engativá y Usaquén, mientras que la localidad a la que más se desplazan para comprarlas es Chapinero, ya que residentes de 17 localidades afirmaron haber ido hasta allí para adquirirlas. En menor medida, los habitantes de las demás localidades y Soacha fueron a otras como Suba y Teusaquillo.
¿Cuáles son las nuevas sustancias identificadas?
En todo el país, de las drogas analizadas en 2021, la mayoría fueron de la familia del éxtasis, con el 52 %; seguida de los cristales, con 18 %; del LSD, con 15 %, y el tusibi, con el 8 %. Del primer grupo se pudo identificar que el 11 % resultaron negativas o adulteradas e, incluso, también se detallaron sustancias correspondientes a la catinona, metanfetamina, anfetamina, lidocaína y otras desconocidas. Estos nuevos productos tienen diseños llamativos, como rostros, máscaras, calaveras y figuras religiosas. Un faraón, el expresidente estadounidense Donald Trump y la máscara de Anonymous son parte de las alertas halladas en los análisis.
Lea: Vencimiento de términos, el obstáculo en el caso Michelle Amaya.
La corporación ATS señala que, aunque este hallazgo es a nivel nacional, “Bogotá fue la ciudad donde menos sustancias adulteradas o suplantadas encontramos, pues hay una cultura de análisis que claramente ha venido impactando el mercado y cuando la gente siente que no le venden lo que es, le hace el reclamo a su distribuidor”.
¿Prevención o prohibición?
Lejos de ser una invitación desaforada al consumo de alucinógenos, estas investigaciones hacen un llamado -desde un enfoque de derechos humanos y de prevención- a los mayores de edad que ingieren drogas legales e ilegales, a conocer los riesgos y daños que pueden conllevar y, de esa manera, crear prácticas de autocuidado y reducción de posibles perjuicios. “No solo denunciamos referencias peligrosas, sino que hablamos de prácticas riesgosas, de drogas emergentes y de mezclas inseguras”, agrega Julián Quintero.
“Hay que superar el paradigma de la prohibición partiendo del reconocimiento constitucional del libre desarrollo de la personalidad, del derecho de los usuarios a consumir y de aprovisionarse de la sustancia requerida, con calidad y en contextos seguros, para luego avanzar por el camino de la reducción de riesgos y daños, con la educación de la familia, la sociedad, los medios y los usuarios sobre drogas”, añade Arenas.
Lo cierto es que así se quiera tapar el Sol con un dedo, el uso de sustancias alucinógenas y psicoactivas en la capital es una realidad palpable, que debe ser abordada desde una mirada de salud pública, que enseñe sin tabús los riesgos del consumo y cómo minimizarlos con conocimiento responsable.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá, de El Espectador.