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Cuando se habla de vida nocturna es común tomar como referencia sectores como la Zona T, Modelia o el Parque de la 93, que se enmarcan en espacios de recreación y ocio, por lo general asociado a discotecas, comida y licor. Sin embargo, la vida nocturna en Bogotá va más allá. Hay iniciativas que fomentan una perspectiva distinta, originadas por la ciudadanía.
Jorge Malagón lleva quince años con el “Ciclopaseo de los miércoles”, creado para ofrecer a los amantes de las bicicletas un espacio de encuentro y reflexión, que va más allá de lo deportivo: el amor a lo urbano los ha llevado a convertir la bici en un medio para reinterpretar la ciudad. “Se volvió en un servir para los que no tenían más espacio que la ciclovía. Además, este encuentro va de la mano con el deseo de descubrir la red de ciclorrutas y conocer desde otro punto de vista a Bogotá”, indica Malagón.
Algo similar hace Isabella Corredor, universitaria que dedica dos noches por semana a la actividad física, compartir con amigos y aliviar el estrés del día a día. Ella hace parte de “Mid Night Runners” (corredores de media noche), iniciativa que organiza carreras tipo maratón, de cinco a siete kilómetros, en el centro y el norte de la capital. “No solo vas a correr. También a conocer nuevas personas. Nos une correr y pasarla bien”, dice el participante Fernando Sanjuán.
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En el barrio El Salitre, a metros del museo Maloka, Jimmy Castellanos se alista para una nueva jornada de cuentos y comedia. Ha llovido en la tarde, pero confía en la asistencia de su fiel público, que lleva 18 años compartiendo sin falta un espacio dedicado al humor y el entretenimiento al aire libre. Las risas comienzan a emerger con cada persona que, por curiosidad, termina tomando asiento.
“Esto nace de la idea de cuatro comediantes por brindar un espacio dedicado al humor, accesible a los ciudadanos, tanto en horarios como en locación. Les damos la oportunidad a los comediantes de venir, contar sus rutinas y compartir momentos de alegría junto a las personas”, cuenta Castellanos.
¿Una ciudad 24 horas?
Bajo el nombre de “Bogotá Productiva 24 Horas”, la Secretaría de Desarrollo Económico impulsa un proyecto que amplía los horarios convencionales de servicio en sectores como el cultural, entretenimiento y comercio. Su última edición, entre octubre y diciembre del 2021, priorizó once puntos en la ciudad, en las localidades de Usaquén y Barrios Unidos, donde más de 5.000 comercios extendieron sus horarios y recibieron en promedio 7,7 % clientes adicionales al día, alcanzando una media de ventas diarias de $725.450.
Asimismo, Fenalco indica que los comercios, restaurantes y hoteles representan el 12,9 % del producto interno bruto (PIB) de Colombia y emplea al 29 % de la fuerza laboral del país. Si se tiene en cuenta que en 2019 la industria nocturna en Bogotá movió casi $3 billones, según cálculos de Expobar, programas como “Bogotá Productiva 24 Horas” podrían aumentar las ganancias de estos sectores, al menos un 7,25 %, que fue el incremento en ventas en su última edición.
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Aunque este tipo de estrategias acercan a Bogotá a una ciudad 24 horas, son varias las inquietudes por responder, pues no solo se trata de extender los horarios e incentivar a gastar más. Falta incluir otras iniciativas ciudadanas y pensar en toda la logística de transporte y seguridad para que funcione.
Según la última encuesta de la Cámara de Comercio de Bogotá, el índice de percepción de inseguridad en 2021 llegó al 88 %, el más alto de los últimos cinco años. Asimismo, un análisis de la Corporación Excelencia en la Justicia señala que delitos como el hurto a motocicletas, homicidios comunes, lesiones personales y hurto a viviendas son, en algunos casos, hasta un 50 % más frecuentes entre los horarios de 6:00 p.m. y las 12:59 a.m.
Ante esta situación, el profesor Miguel Silva, experto en Defensa Nacional de la Escuela Superior de Guerra, señala, en un estudio del Instituto de estudios urbanos de la Universidad Nacional, que en términos de seguridad es difícil garantizar el dinamismo de una ciudad 24 horas. “Aunque la Policía divide a los uniformados en turnos, es evidente que el pie de fuerza debería ser reforzado. Si la vigilancia en el día es limitada, es más evidente en la noche, por la relación entre noche y delito”, dijo.
A pesar de que la seguridad en Bogotá es compleja, una cosa tienen en común los integrantes de iniciativas como las que lideran Jorge, Isabella y Jimmy. Ellos aseguran que las actividades que presentan mayor número de participantes transforman las percepciones de inseguridad. “Los espacios solos son los inseguros. A medida que las zonas se llenan de personas se vuelve un ambiente seguro. Esa articulación en comunidad es lo que genera la confianza para disfrutar este tipo de actividades nocturnas”, afirma Malagón.
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¿Y las nuevas medidas?
En respuesta a las preocupaciones por los índices de inseguridad, a inicios de abril, el Distrito expidió el Decreto 119, que restringe la permanencia y concentración de personas en parques, corredores ambientales y plazas urbanas de la ciudad, entre las 10:00 p.m. y las 4:00 a.m. Este tipo de medidas pone en jaque algunas actividades nocturnas propuestas por la ciudadanía, pues, según ellos, tendrán que adaptar sus horarios e informar de las nuevas normas a la comunidad que participa. Además, acusan que la administración no los está teniendo en cuenta, pues oprime un componente importante, ya que muchas de ellas se centran en socializar y compartir momentos previos al inicio de la actividad, lo que genera aglomeraciones.
En el caso de Malagón, las medidas que ha afrontado en los últimos años ha provocado que paulatinamente haya modificado su calendario, al punto de que pasó de ser una actividad semanal a mensual. “Hemos pasado por muchas medidas. La ciudad ya venía modificando nuestros espacios. Teníamos un punto de encuentro en la calle 96 con carrera 11, durábamos treinta minutos máximo y salíamos. Ahora eso ha cambiado”, aclara.
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Entre tanto, Jimmy Castellanos considera que lo clave es el diálogo con la ciudadanía. No desconoce los problemas de seguridad, pero recalca que al establecer normas deben tener en cuenta este tipo de actividades de las que dependen artistas, comerciantes informales y una serie de personas que han creado una estabilidad con base en los eventos nocturnos, más allá de la fiesta. “Tiene que haber una articulación. No puede existir un régimen impuesto, sino que se necesita la posibilidad de aportar y mediar con la Alcaldía”, concluyó.
Como se puede ver, la vida nocturna tiene múltiples caras, razón por la cual la idea de tener una ciudad las 24 horas debe ser un trabajo que integre todas las expresiones y perspectivas que muestran a otra Bogotá.
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