Bogotá: ¿Nostradamus de las presidenciales en Colombia?
Una mirada a los resultados de los últimos cinco comicios para elegir presidente en la capital muestra, a partir de 2014, un divorcio del electorado capitalino con la derecha y un viraje hacia la izquierda. ¿La ciudad se consolidará como uno de los bastiones del petrismo en 2022? Esto dicen los números y los analistas.
El aleteo de una mariposa en Bogotá puede ocasionar un huracán en Colombia. Esta premisa, por supuesto adaptada del principio de la teoría del caos, ha sido una máxima en el país, y así lo muestran los resultados de las votaciones presidenciales de 2002 y 2006, cuando ganó Álvaro Uribe, y en 2010 y 2014, con Juan Manuel Santos. En las urnas, quien ganaba en la capital aseguraba la Casa de Nariño; sin embargo, la tradición se rompió en 2018, cuando Iván Duque, pese a perder en Bogotá, ganó la presidencia.
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El aleteo de una mariposa en Bogotá puede ocasionar un huracán en Colombia. Esta premisa, por supuesto adaptada del principio de la teoría del caos, ha sido una máxima en el país, y así lo muestran los resultados de las votaciones presidenciales de 2002 y 2006, cuando ganó Álvaro Uribe, y en 2010 y 2014, con Juan Manuel Santos. En las urnas, quien ganaba en la capital aseguraba la Casa de Nariño; sin embargo, la tradición se rompió en 2018, cuando Iván Duque, pese a perder en Bogotá, ganó la presidencia.
Pero en el trasfondo de esa ruptura hay un cambio más profundo, que se empezó a cocinar desde las presidenciales de 2014, cuando Santos (alejado de Uribe) ganó su reelección. Desde entonces quedó marcado un punto de quiebre del electorado capitalino con la derecha y los partidos tradicionales (que por años ganaron las elecciones nacionales) y un incremento de votantes afines a proyectos alternativos, que solo ganaban la Alcaldía. La tendencia se repitió en 2018, cuando Gustavo Petro demostró su poderío en la capital y se ratificó este año con las consultas.
De derecha a izquierda
La historia detrás de este giro la cuentan los escrutinios, partiendo en 2002, cuando las mayorías en la capital pasaron de respaldar la elección del expresidente Uribe (con 1’214.379 votos) a elegir el año siguiente (en 2003) como alcalde al exlíder sindical Luis Eduardo Garzón, con 797.466 sufragios. En 2006, la voz de un electorado impredecible se repitió: Uribe incrementó su caudal electoral al obtener 1’396.155 votos y, en 2007, Samuel Moreno llegó al Palacio Liévano con 915.769 votos (histórico hasta entonces). En 2010, en primera y segunda vuelta, Juan Manuel Santos capitalizó el voto uribista con 1’134.188 y 1’448.930 votos, respectivamente, y en 2011 Gustavo Petro ganó la Alcaldía con 732.308 votos.
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Los números mostraban dos caras de la ciudad: una que para proyectos nacionales se inclinaba a la derecha y otra que, para los locales, iba a la izquierda. En 2014, en primera vuelta, la tendencia parecía mantenerse, cuando el ungido por el uribismo, Óscar Iván Zuluaga, se impuso en Bogotá, pero con un caudal disminuido: 542.459 votos, superando a Clara López (500.603) y a Santos II (444.077).
Pero en segunda vuelta, la dinámica se quebró. Santos II, ahora desmarcado del uribismo y con el apoyo del petrismo (que se cocinó al calor del cheque simbólico y sin fondos para el metro subterráneo) aseguró su reelección tras triplicar su votación en Bogotá (1’341.963 votos). Fue un revés para el uribismo, que tuvo como premio de consolación en 2015 la elección como alcalde de Enrique Peñalosa (que se mostró independiente, pero con respaldo de la derecha).
En 2018 Bogotá se consolidó en los comicios nacionales como una plaza de candidatos de centro-izquierda: Sergio Fajardo, contra todo pronóstico y jalonado por el trabajo de Claudia López, obtuvo en primera vuelta la mayor votación en Bogotá (1’244.477 votos), pero no le alcanzó para seguir en la carrera presidencial. A segunda vuelta pasaron Gustavo Petro e Iván Duque. Aunque el segundo round en la capital fue para Petro, quien aglutinó más seguidores (con 1’889.050 votos), Duque cuadró caja en las regiones y llegó al palacio presidencial. La que no perdió su trabajo fue Claudia López, quien en 2019 resultó electa como la primera alcaldesa de la capital, con un histórico resultado de 1’109.362 votos, un plante que debe cuidar para las presidenciales de 2026.
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¿Bogotá ve el futuro electoral?
Juan Carlos Flórez, exconcejal de Bogotá y excandidato al Senado, lo dice: “Bogotá ve el futuro político. En ella ocurre lo que luego pasa en otros lados. Los diversos experimentos que tienen lugar en Bogotá se trasladan a otras regiones”. Por su parte, Patricia Muñoz, directora de posgrados en Ciencia Política de la Universidad Javeriana, va más allá y considera que el voto bogotano es “más independiente y menos pegado a los partidos tradicionales”, pero ha oscilado entre todos los espectros políticos. “En 2018 el senador más votado fue Antanas Mockus (Alianza Verde) y el representante a la Cámara más votado fue Edward Rodríguez (del Centro Democrático)”, recuerda.
Andrés Dávila, profesor de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, no cree del todo en esa independencia del votante bogotano. Más bien, dice, tiene “un comportamiento distinto a las tendencias nacionales, que rompe lógicas y refleja la opinión de las clases medias (estratos 3 y 4), que son volubles a cosas que les suenen bien”.
¿Se consolidará la izquierda?
Como ha pasado en los últimos veinte años, Bogotá marca el viraje político del país, y los candidatos presidenciales saben que ganar en la capital los acerca bastante al triunfo. De ahí que los resultados de la reciente elección del Congreso y las consultas interpartidistas tomen gran relevancia de cara a los comicios del 29 de mayo, los cuales parecen reflejar la tendencia que empezó en 2014: el Pacto Histórico se hizo a la votación más alta en Senado y Cámara, mientras Gustavo Petro, líder absoluto del movimiento, arrasó en las consultas: de los casi 4,5 millones de votos que obtuvo en el país (duplicó la votación de Federico Gutiérrez y superó siete a uno la de Sergio Fajardo), uno de cada cuatro los logró en Bogotá.
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Esta situación la explica el profesor Andrés Dávila como el preludio de que Bogotá será uno de los bastiones de Petro, “aunque no creo que le alcance para ganar en primera vuelta. Por eso se la ha jugado en otras regiones, como la costa norte, un territorio en donde el poderío es del clan Char”.
Pero el capital político de Petro en la capital y el terreno que ya le ganó a la derecha no es de poca monta. En los resultados al Congreso, su lista al Senado obtuvo el 27 % de la votación total y en la contienda por la Cámara por Bogotá logró un significativo triunfo, con 852.895 sufragios, triplicando a los de su máximo contendor: el Centro Democrático, que obtuvo 292.882. “Esta votación es un anticipo de la manera como se comportará Bogotá en las elecciones del 29 mayo. Esto se puede explicar en la manera como Petro conectó con esos temas, que cobran importancia con el electorado bogotano (género, medioambiente, animales, LGBTI) y cómo se logra incorporar esas temáticas a un plan de gobierno”, explica la investigadora Patricia Muñoz,
¿Cómo explicar el fenómeno Petro en la ciudad?
El favorito de las encuestas para suceder al presidente Iván Duque gobernó Bogotá entre 2012 y 2015, en medio de una administración de la que salió vapuleado por voces cercanas, que lo retrataron como soberbio e incapaz de trabajar en equipo. No obstante, las batallas que dio por imponer sus políticas contra el establecimiento y conservar su carrera política (como el pulso que le ganó al exprocurador Alejandro Ordóñez, quien lo destituyó y luego tuvo que ver cómo lo reintegraban) le sirvieron para conquistar adeptos.
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Hoy, siete años después de salir del cargo, un gran número de bogotanos le mantuvieron el respaldo. Si esto se repite el 29 de mayo, solo habrá espacio a una interpretación: la nueva generación de electores es reticente al poder de Álvaro Uribe (quien irá a juicio por soborno y fraude procesal) y en esta oportunidad no ven en la tibieza del centro una opción, como lo refleja la actual desfavorabilidad de la alcaldesa Claudia López y los pobres resultados de la consulta de la coalición Centro Esperanza.
“La ‘desuribización’ del país empezó en Bogotá; el gran ganador de la implosión del centro es el petrismo, y ante la caída de Uribe, el país quiere encontrar otro caudillo, que ahora lo encarna Petro”, agrega Juan Carlos Flórez. Lo concreto hoy es que, como lo muestran las encuestas y si las mayorías de Bogotá imponen su voz electoral, por primera vez en la historia reciente la izquierda llegaría a la Casa de Nariño. No obstante, se vienen semanas de difícil contienda, en las que la capital será protagonista y cualquier cosa puede pasar y en el quye las regiones también tendrán su voz.
En caso de darse el cambio, ¿cómo lo recibirá la derecha? Si la derecha mantiene el poder, ¿cuál será la reacción de la izquierda? “En segunda vuelta y cuando termine el proceso electoral vendrá un escenario difícil de antipetrismo y petrismo o de uribismo y antiuribismo. Esperemos que esta puja no termine en violencia”, concluye el profesor Dávila.
Aquí puede leer algunas de las propuestas de los candidatos: