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Bogotá podría ver mermada su capacidad energética en dos años, con todo y las consecuencias que ello implica, según una carta que el Consejo Nacional de Operación del sector eléctrico (CNO) envío al Ministerio de Ambiente. En dicha misiva, la entidad comunicó que la capital colombiana podría experimentar grandes apagones para 2025, debido al retraso en las obras de dos, de los tres proyectos de conexión energética en el país.
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En concreto, la entidad que envío una carta enviada a la ministra Susana Muhamad el pasado 11 de agosto, el presidente de la CNO indica que las conexiones correspondientes a la línea Chivor-Chivor II-Norte-Bacatá, y la Sogamoso-Norte-Nueva Esperanza, no podrán ser finalizadas antes de 2025, año en el cual Bogotá experimentará un pico de potencia energética que no podrá ser procesada por la red de conexiones existentes.
Esto a su vez provocaría, según la CNO, que las redes eléctricas de Bogotá se vean obligadas a desconectar periódicamente el servicio en ciertos sectores para evitar una falla en la red eléctrica, como un corto circuito o una recarga, tal como se ha registrado tradicionalmente en la región Caribe.
A día de hoy, solo uno de los tres proyectos que resolverían este problema está listo para ser entregado antes de 2025; la línea Virginia-Nueva Esperanza, la cual contaría con 444 torres eléctricas desplegadas a lo largo de 235 kilómetros, y cuya capacidad de transmisión no resultaría suficiente para transportar el pico energético, desde la fuente, que tendrá la ciudad.
Los retrasos en los proyectos se deben, según la desarrolladora detrás del proyecto, a una demora en la concesión de una licencia ambiental por parte de la Corporación Autónoma Regional (CAR). Según dice la carta, la no respuesta a una solicitud para sustraer terreno de la Reserva Forestal Productora Cuenca Alta del Río Bogotá estaría demorando la ejecución de las mencionadas líneas eléctricas.
Por el momento, ni el Ministerio de Ambiente, ni la Alcaldía de Bogotá, se han pronunciado sobre lo enunciado en la misiva de la CNO, cuyo contenido no deja de prender las alarmas en Bogotá, una ciudad que aumentó su demanda energética en el 7% durante 2022.
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