Bogotá: una ciudad que discrimina a las trabajadoras domésticas migrantes
Un estudio de la agencia humanitaria internacional, CARE Colombia, estudió las características y condiciones laborales de las mujeres migrantes y refugiadas en seis ciudades del país. Discriminación y casos de violencia sexual, fue lo que encontraron en testimonios de trabajadoras domésticas de la capital.
María Angélica García Puerto
Según el ministerio de Trabajo y el DANE, 750.000 personas laboran en el sector doméstico, de las cuales el 93 % son mujeres. Así mismo, según la Escuela Nacional Sindical – ENS, el 61 % de las empleadas del hogar en Colombia gana menos de un salario mínimo y solo el 18 % está afiliada a un fondo de pensiones. Estos datos llevaron a la agencia humanitaria internacional, CARE Colombia, realizar un diagnóstico sobre las condiciones y características del trabajo doméstico en hogares de terceros, realizado por personas migrantes o refugiadas en Bogotá, Medellín, Cartagena, Cúcuta, Bucaramanga y Pasto.
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Según el ministerio de Trabajo y el DANE, 750.000 personas laboran en el sector doméstico, de las cuales el 93 % son mujeres. Así mismo, según la Escuela Nacional Sindical – ENS, el 61 % de las empleadas del hogar en Colombia gana menos de un salario mínimo y solo el 18 % está afiliada a un fondo de pensiones. Estos datos llevaron a la agencia humanitaria internacional, CARE Colombia, realizar un diagnóstico sobre las condiciones y características del trabajo doméstico en hogares de terceros, realizado por personas migrantes o refugiadas en Bogotá, Medellín, Cartagena, Cúcuta, Bucaramanga y Pasto.
“Las mujeres migrantes tienen expectativas de encontrar trabajo en una ciudad grande como Bogotá. Sin embargo, aquellas que son bachilleres o profesionales encuentran barreras, y es cuando la labor doméstica se vuelve una opción de supervivencia”, dice Ana Teresa Vélez, coordinadora nacional de localización para CARE.
La investigación permitió comprender (por medio de cuestionarios y entrevistas), las dinámicas y los desafíos que enfrenta esta población, identificando que la informalidad, es la característica que más determina las relaciones laborales. Asimismo, tanto las trabajadoras colombianas, como migrantes, se vinculan al trabajo doméstico, es bajo contratos verbales. Mientras que barreras como desconocer sus derechos, la imposibilidad de cumplir con los requisitos de estudio o experiencia laboral, les impiden acceder a un empleo doméstico formal.
Pero también, casos como acoso o violencia sexual, se repiten en la mayoría de los casos. La CARE, por ejemplo, conoció un caso extremo de violencia sexual a una mujer de 20 años que a los 14 entró a trabajar en el servicio doméstico en una veterinaria en Bogotá, y fue violada y sometida a la voluntad del empleador sin sueldo por meses, de donde debió huir para liberarse.
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“Las condiciones laborales del trabajo doméstico afectan la salud mental y física a las mujeres migrantes, puesto que no solo enfrentan a las dificultades inherentes al desarraigo, sino también a condiciones de explotación laboral y violencias basadas en género”, explica la agencia humanitaria internacional.
¿Cuáles son sus condiciones de trabajo?
El estudio de la CARE también encontró que en el grupo focal de Bogotá, la mayoría de trabajadoras domésticas fueron discriminadas por el hecho de ser venezolanas, retrasándoles los pagos, no contando con días de descanso ni dominicales, no les pagaron completo por la labor que realizaron, aumentaron de manera continua su jornada y carga laboral; y las amenazaron con que si no accedían a este incremento de responsabilidades o condiciones laborales, no podrían acceder al pago pactado inicialmente de manera verbal.
“El trabajo doméstico en Colombia no es valorado y menos con nosotras la población migrante. Nos engañan y nos pagan muy mal. Sentimos mucha humillación. Somos muy discriminadas tanto por los empleadores como por los compañeros de trabajo. A muchas compañeras migrantes nos da pena decir que trabajamos en casas de familia por el no reconocimiento a esta labor”, reclamó una de las mujeres entrevistadas en la capital.
A este panorama de discriminación se suma que en algunas situaciones, incluso, les quitan sus documentos para retenerlas y explotarlas. Así lo afirmó Ana Salamanca, presidenta del Sindicato de Trabajadoras del Hogar Independientes en Bogotá. “Ellas llegan creyendo que va a ser igual, pero no. Las tienen muchos días trabajando y les pagan lo que quieren”.
Por otro lado, de acuerdo con los datos de la muestra del estudio, el 99.1 % tiene o ha tenido contratos sin cumplimiento de la legislación laboral y el 82 % tiene o ha tenido contratos donde se gana menos de un salario mínimo al mes. En cuánto a sus labores, el 93 % trabaja en la cocina y pueden llegar a trabajar desde 8 hasta casos de 17 horas.
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En cuánto a las rutas de acceso para conseguir esos empleos, el 95 % de las participantes expresaron que encontraron oportunidades por medio de referencias de personas conocidas, a través de grupos de Whatsapp o Facebook, como ‘Venezolanos en Bogotá’ con más de 42 mil seguidores. Y a pesar de preguntarles sobre si acceden a las ferias de ofertas laborales en la capital, la opción más efectiva sigue siendo la recomendación de familiares o amigos.
Las principales barreras para un trabajo formal
El 94,6 % de las personas encuestadas, afirmaron ser mujer jefe de hogar, con un promedio de dos hijos (35%) y aproximadamente el 36 % tiene hijos menores de cinco años. Esta circunstancia obliga a que las mujeres migrantes “se vean abocadas a vincularse de manera “informal” al mercado laboral y una de las opciones más “cercanas” o “más fáciles”, sea el de ingresar al servicio doméstico en hogares de terceros”, explicó el estudio.
“La razón que me llevo a trabajar en servicio doméstico es porque no piden documentos y fui recomendada. A una amiga le diría que reclamara lo justo, pero antes solicitaría que nos eduquen para conocer nuestros derechos”, instó una de las mujeres en Bogotá.
Pero otro de los principales obstáculos para ingresar al mercado laboral formal, tiene relación con los papeles de convalidación o validación del bachillerato y las certificaciones de experiencia profesional en el país. “Salimos con una mano adelante y otra atrás. Para validar, me piden la constancia de mi bachillerato en Venezuela … pues ya ¿cómo se hace? Luego le piden a uno que el ministerio, el ICFES o como se llame, le den a uno el certificado de validación de bachiller, pero toca presentar la prueba de conocimientos … ahí si peor aún, es mejor volver a comenzar aquí el bachillerato, que prepararnos para tanta cosa…”.
El trabajo doméstico no es su proyecto de vida
La CARE concluyó que el trabajo doméstico remunerado no es la meta ni hace parte del proyecto de vida de gran parte de mujeres participantes, y por el contrario, una vez encuentran una estabilidad en cuánto a vivienda, salud, documentos legales y medios de vida, prefieren buscar otras opciones de ingresos propios como los proyectos productivos, emprendimientos, cadena de suministros, que les dé una independencia económica. A esto, se suma que buscan la manera para que sus títulos o certificaciones sean convalidadas para que así logren entrar a un mercado laboral más cualificado, acorde a sus metas.
Promover una cultura de no xenofobia, de integración y de respeto al ciudadano extranjero, con perspectiva de género, además de facilitar y agilizar los Permisos de Protección Temporal, es el llamado de la coordinadora nacional de CARE al Distrito y al Gobierno Nacional para avanzar en la garantía de derechos de las trabajadoras domésticas migrantes. Esto mientras esperan la aprobación en el Congreso, para que inspectores laborales lleguen a los hogares y verifiquen las condiciones de las trabajadoras domésticas.
“Como parte de las recomendaciones finales está en incluir a las mujeres migrantes en las políticas de la gobernanza migratoria de los Planes de desarrollo Municipal para implementar líneas de empleabilidad acorde con sus competencias, necesidades y expectativas. Asegurar el acceso a la información y a la asesoría legal para las trabajadoras del hogar. Realizar estrategias de acompañamiento psico social y psicoterapéutico a las mujeres migrantes en función de las afectaciones emocionales, entre otras”, instó la agencia humanitaria internacional.
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