Bogotá y sus dos caras de crisis: inundada y con racionamiento de agua
Mientras se restringe el acceso al agua en los hogares, hay alertas por las tardías lluvias torrenciales que azotan la región. Pese a que suena a paradoja, hay una explicación: no está lloviendo donde se necesita.
Juan Camilo Parra
Bogotá y la región viven por estos días una paradoja: mientras se mantiene el racionamiento en los hogares y persiste la amenaza de hacerlo más estricto en caso de agudizarse la crisis del sistema Chingaza, las autoridades tienen encendidas las alertas por riesgos de inundaciones y deslizamientos en algunas localidades y 65 municipios de Cundinamarca. ¿La explicación? Las tardías lluvias están azotando por estos días en la capital y el departamento, pero no donde se necesita. Fuertes aguaceros (algunos con granizo), que provocan empozamientos en zonas claves de la ciudad, son parte del panorama de estos días, que tienen a los organismos de socorro activos.
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Bogotá y la región viven por estos días una paradoja: mientras se mantiene el racionamiento en los hogares y persiste la amenaza de hacerlo más estricto en caso de agudizarse la crisis del sistema Chingaza, las autoridades tienen encendidas las alertas por riesgos de inundaciones y deslizamientos en algunas localidades y 65 municipios de Cundinamarca. ¿La explicación? Las tardías lluvias están azotando por estos días en la capital y el departamento, pero no donde se necesita. Fuertes aguaceros (algunos con granizo), que provocan empozamientos en zonas claves de la ciudad, son parte del panorama de estos días, que tienen a los organismos de socorro activos.
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Los peligros asociados a las fuertes lluvias de esta semana van desde derrumbes hasta la caída de árboles, fenómeno que tiene particular impacto en localidades como Suba, Usaquén y Chapinero, y en municipios como Chía y Cota. Pero dentro de los incidentes también se resalta la caída de cuerdas de mediana y alta tensión, así como el encharcamiento de vías. Por ejemplo, esta semana se reportaron inundaciones en vías arterias de norte a sur de la capital, como la Autonorte con calle 100, la Av. Américas con carrera 70 y Av. calle 80 con carreras 68 y 119, en donde el agua estuvo a punto de rebosar el caño.
Situación que obligó a las autoridades a incrementar el monitoreo sobre 273 sectores de la ciudad por su propensión a deslizamientos, que se concentran especialmente en localidades como Ciudad Bolívar, con 77 de estos puntos, San Cristóbal (54), Rafael Uribe Uribe (34), Usme (25) y Usaquén (22), Chapinero (13) y Suba (9). Y si en Bogotá llueve, en Cundinamarca tampoco escampa. De los 116 municipios, en 65 se han registrado afectaciones, llevando a los Bomberos a atender 200 emergencias, entre ellas 89 deslizamientos, 37 crecientes súbitas, 25 inundaciones, 24 vendavales, 11 movimientos en masa y ocho avenidas torrenciales.
Alerta departamental
Álvaro Farfán, delegado departamental del Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, señaló que en todos los municipios están en proceso de preparación para poder afrontar todos las situaciones e incidentes por las lluvias. “La alerta que se ha hecho a los diferentes cuerpos de Bomberos y administraciones municipales es tener activos sus consejos de gestión del riesgo e identificar los puntos frágiles, como ríos y quebradas, que puedan tener desbordamientos y en donde hay comunidades aledañas”, dijo a El Espectador.
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Por su parte, Natalia Gómez Diaz, directora de la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo de Desastres (Uaegrd) de Cundinamarca, explicó: “Esta región se encuentra inmersa en una amenaza alta por movimiento en masa, avenidas torrenciales, crecientes súbitas y vendavales. Según la Circular 072 de 2024 de la Ungrd, se pronostica que durante la primera quincena de octubre se intensifican las lluvias en la zona Andina hasta mediados del mes”, señaló la funcionaria.
Los municipios que presentan mayores riesgos en los últimos días son Chía, Soacha, Madrid y Mosquera. Por su parte, la Uaegrd advirtió que las poblaciones más propensas a emergencias como deslizamientos, inundación, avenida torrencial, movimientos en masa y crecientes súbitas se concentran en las provincias de Sumapaz, Rionegro, Oriente, Guavio y Tequendama. No obstante, son dos las zonas que presentan mayor dificultad para los Bomberos de Cundinamarca: la vía Zipaquirá-Pacho, donde en días pasados hubo una avenida torrencial que dejó siete personas lesionadas, y en Soacha, donde los incidentes son permanentes en los barrios de la parte alta de Cazucá, los cuales se vieron envueltos en nubes de una peligrosa espuma blanca de hasta tres metros de alto, producto del desbordamiento de un caño en el barrio Villa Esperanza.
José Capera, líder de este barrio, advirtió que este tipo de riesgos llevan años presentándose no solo en Soacha, sino en los barrios de Ciudad Bolívar que limitan con el vecino municipio. “Cada temporada de fuertes lluvias nos vemos en estas condiciones”, señaló a este diario. De igual forma, el encharcamiento en vías principales de Soacha representa otro enorme reto: “Hemos tenido inundaciones sobre la autopista Sur, por el colapso de sistemas de alcantarillado, ya que las aguas que se acumulan en las zonas montañosas bajan hacia la avenida”, explicó el capitán Farfán.
“Como coordinadora del sistema departamental de gestión del riesgo he socializado con todos los actores unas acciones y actividades de preparación para la temporada de lluvias que deben desarrollarse por cada uno de los sectores como salud, educación, infraestructura, ambiente, minas y energía, y el agropecuario”. Para esto se cuenta con un equipo de Cruz Roja (22 unidades), cuerpos de Bomberos (3 oficiales y 79 cuerpos voluntarios), Defensa Civil (con 50 juntas y 38 comités) y Fuerzas Militares y de Policía, en caso de se requiera un despliegue de respuesta a emergencias, asistencia humanitaria o asistencia a afectados y damnificados.
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Llueve donde no debe
“Llueve o truene el ahorro de agua se mantiene”. Ese es el eslogan con el que la Secretaría de Ambiente de Bogotá impulsa el ahorro en medio de los aguaceros. Y es que la recuperación del sistema Chingaza, integrado por los embalses de Chuza y San Rafael, sigue lenta al punto de permanecer en 44 % de llenado. Su urgente recuperación es clave, ya que de allí se obtiene el 70 % del agua que se consume en Bogotá y los municipios aledaños. Esto obedece a la carencia de lluvias en la zona.
Alfred Ignacio Ballesteros, director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), explicó que en octubre ha llovido un 50 % menos de lo que llovió en el mismo mes de 2023. “A pesar de los aguaceros que hemos tenido en el centro del país en las últimas 48 horas, no hemos llegado ni siquiera al promedio histórico de esta época de lluvias”, señaló ayer en su balance de la semana el director de la CAR. Y advirtió que es necesario que las precipitaciones se den en las zonas de recarga hídrica y en las microcuencas abastecedoras de fuentes y ríos que nutren de agua a los embalses.
Es claro que la región enfrenta grandes retos en esta temporada que ha mostrado su rostro más impredecible. El papel de cada actor institucional ante los posibles desastres producto de las lluvias y la prevención que la sociedad civil incorpore en sus hogares será fundamental para evitar tragedias. Pero todo este caos por las lluvias debe ir acompañado de ahorro de agua en el departamento, que todavía sigue lejos de superar la escasez de agua, a pesar de que sus calles amanezcan inundadas.
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