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                                                                                                                                Bronx: Historia de la calle más peligrosa de Bogotá

                                                                                                                                El libro "Viví en el Bronx: Testimonios del horror" es un recuento de lo que vivieron casi 2.000 habitantes de calle en ese infierno. En su capítulo 2 cuenta la historia de este sector.

                                                                                                                                Yeiver Rivera

                                                                                                                                Del antiguo Bronx solo quedan las terribles historias. / Gustavo Torrijos
                                                                                                                                Foto: GUSTAVO TORRIJOS/EL ESPECTADOR - GUSTAVO TORRIJOS
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Según la tradición oral, a finales del siglo XIX y comienzos del XX habitaban en las casas del barrio importantes familias capitalinas e incluso altos funcionarios del Gobierno, cuyas casas al momento de la demolición aún mostraban en su estructura los espacios que sirvieron de caballerizas, convertidas ahora en reducidos y vetustos cuartos de inquilinato. También lo habitaron personalidades como el pintor Ricardo Acevedo Bernal, cuya casa fue la sede del primer Instituto de Bellas Artes del país, según registraba la placa adosada a la fachada en el momento de su demolición. Una casa de este sector contaba con 10 o 15 habitaciones distribuidas en dos plantas”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “En la primera mitad del siglo XX se construye la escuela Santa Inés y se convierte en la residencia de políticos como los Turbay Ayala o la familia Liévano, reputado político capitalino. A comienzos de la década de los 40 se erigió el hotel Colombia, el que funcionó hasta mediados de los 80 en la carrera 12 entre calles 8ª y 9ª, para luego dar paso a la UASI, o Unidad de Atención en Salud al Indigente, o el Hotel Embajador, ubicado en la esquina de la carrera 11 con calle 8ª.

                                                                                                                                El cambio de usuarios del sector tuvo que ver con el surgimiento de actividades de reciclaje de botellas y papeles, pues allí se establecieron bodegas donde compraban estos elementos a los recicladores. Con ello fueron apareciendo la fabricación de ‘pipo’, un aguardiente que emplea alcohol de mala calidad, y sus consumidores, los ‘piperos’. También al ser un punto de llegada de buses interurbanos propició el surgimiento de actividades de contrabando”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “La linealidad de la Plaza España, San Victorino y la Plaza de Bolívar hizo que la plaza de Los Mártires se convirtiera en un centro de comercio importante por la cercanía que había con la estación de tren y de buses, sumado al comercio de la zona y la vivienda allí establecida”, recuerda el historiador del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia, Fabio Zambrano Pantoja.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El deterioro final del sector se inicia en la década de los 80, pero con indicios de que en los 70 ya existía prostitución por la presencia de pequeños hoteles y residencias, y el paradero de los buses de cercanías, entre ellos Flota Magdalena y Rápido Bolivariano, que iban hacia y desde los municipios cercanos, pero aún siendo un lugar de comercio importante.

                                                                                                                                “Definitivamente se desestimó el tamaño del fenómeno y la fortaleza de los traficantes de droga, porque quizás hubo bastante planeación muy delicada, pero una cosa son los habitantes de la calles, otra los traficantes y otra los consumidores, porque estos últimos son de todas las clases sociales”, señala el estudioso de la ciudad.

                                                                                                                                Sus habitantes

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De los cientos de moradores, en su mayoría consumidores de alucinógenos, habitantes de calle, recicladores, jíbaros y población flotante (se estima que eran 2.000 personas), pocos quieren recordar lo que vivieron en el lugar, pocos quieren contar lo que hicieron poseídos por sustancias alucinógenas o los obligaron a hacer por una papeleta de bazuco en un lugar donde se sabía cuándo y por dónde se llegaba, pero nunca si se podía salir de él o bajo qué circunstancias saldría, muchos emergieron de allí en una bolsa negra… rumbo a la basura.

                                                                                                                                Al ingresar al Bronx, un ambiente de miedo, tensión y muerte se respiraba en el sector. El olor a heces humanas, restos de comida y marihuana impregnada en el espacio generaba escozor, y el sentimiento de percibir que se estaba empezando a hacer un recorrido por uno de los lugares donde lo más ruin y despreciable del ser humano se había confabulado en un solo sector y nadie quería poner sus ojos y menos el interés.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La intervención de las autoridades fue un golpe certero a los expendedores y disminuyó la ola de muertes, desapariciones y vejámenes que se cometían en pleno centro de la ciudad, un sector que las crónicas más sangrientas del mundo podrían denominar como “la ciudad de la muerte”. Pero lo que han tenido que vivir quienes siguen deambulando por las calles de la ciudad, incluso del país, continúa siendo igual, quizás peor.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La atención obligada no se puede impartir a partir de la sentencia T-043/15 de la Corte Constitucional, en la que se determina que “en nuestro país cada persona es ‘libre’ de desarrollar su personalidad acorde con su plan de vida. Es a cada individuo a quien corresponde señalar los caminos por los cuales pretende llevar su existencia, sin afectar los derechos de los demás. ‘Es únicamente a través de esta manera donde efectivamente se es digno consigo mismo’. De este modo, la ‘mendicidad’ ejercida por una persona de manera autónoma y personal, sin incurrir en la intervención de un agente intermediario a través de la trata de personas, no es un delito ni una contravención. De hecho, cualquier tipo de reproche jurídico, sea en forma de sanciones o intervenciones terapéuticas forzadas, resulta inadmisible en tanto cosifica al habitante de la calle en aras de un supuesto modelo ideal del ciudadano o a manera de una acción preventiva en contra de un potencial criminal”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta sentencia no ha permitido que el Estado pueda intervenir de manera directa en la rehabilitación de las personas que cada día deambulan por las calles del país y ha sido el bastión de defensa de la administración distrital en torno a la expansión del problema a otros sectores de la ciudad. Sólo pocos de ellos quisieron narrar sus experiencias en el Bronx, sus inicios, uso y consumo de drogas y lo que vivieron en un sitio que esperan borrar de su memoria para siempre, pero a la vez recordar para nunca repetir la historia y que las generaciones venideras sepan que la droga siempre los llevará a un destino fatal.

                                                                                                                                Con apartes de Zambrano Pantoja, Fabio, Historia de Bogotá siglo XX, p. 142, Villegas Editores.

                                                                                                                                Del antiguo Bronx solo quedan las terribles historias. / Gustavo Torrijos
                                                                                                                                Foto: GUSTAVO TORRIJOS/EL ESPECTADOR - GUSTAVO TORRIJOS
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Según la tradición oral, a finales del siglo XIX y comienzos del XX habitaban en las casas del barrio importantes familias capitalinas e incluso altos funcionarios del Gobierno, cuyas casas al momento de la demolición aún mostraban en su estructura los espacios que sirvieron de caballerizas, convertidas ahora en reducidos y vetustos cuartos de inquilinato. También lo habitaron personalidades como el pintor Ricardo Acevedo Bernal, cuya casa fue la sede del primer Instituto de Bellas Artes del país, según registraba la placa adosada a la fachada en el momento de su demolición. Una casa de este sector contaba con 10 o 15 habitaciones distribuidas en dos plantas”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “En la primera mitad del siglo XX se construye la escuela Santa Inés y se convierte en la residencia de políticos como los Turbay Ayala o la familia Liévano, reputado político capitalino. A comienzos de la década de los 40 se erigió el hotel Colombia, el que funcionó hasta mediados de los 80 en la carrera 12 entre calles 8ª y 9ª, para luego dar paso a la UASI, o Unidad de Atención en Salud al Indigente, o el Hotel Embajador, ubicado en la esquina de la carrera 11 con calle 8ª.

                                                                                                                                El cambio de usuarios del sector tuvo que ver con el surgimiento de actividades de reciclaje de botellas y papeles, pues allí se establecieron bodegas donde compraban estos elementos a los recicladores. Con ello fueron apareciendo la fabricación de ‘pipo’, un aguardiente que emplea alcohol de mala calidad, y sus consumidores, los ‘piperos’. También al ser un punto de llegada de buses interurbanos propició el surgimiento de actividades de contrabando”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “La linealidad de la Plaza España, San Victorino y la Plaza de Bolívar hizo que la plaza de Los Mártires se convirtiera en un centro de comercio importante por la cercanía que había con la estación de tren y de buses, sumado al comercio de la zona y la vivienda allí establecida”, recuerda el historiador del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia, Fabio Zambrano Pantoja.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                “Definitivamente se desestimó el tamaño del fenómeno y la fortaleza de los traficantes de droga, porque quizás hubo bastante planeación muy delicada, pero una cosa son los habitantes de la calles, otra los traficantes y otra los consumidores, porque estos últimos son de todas las clases sociales”, señala el estudioso de la ciudad.

                                                                                                                                Sus habitantes

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                De los cientos de moradores, en su mayoría consumidores de alucinógenos, habitantes de calle, recicladores, jíbaros y población flotante (se estima que eran 2.000 personas), pocos quieren recordar lo que vivieron en el lugar, pocos quieren contar lo que hicieron poseídos por sustancias alucinógenas o los obligaron a hacer por una papeleta de bazuco en un lugar donde se sabía cuándo y por dónde se llegaba, pero nunca si se podía salir de él o bajo qué circunstancias saldría, muchos emergieron de allí en una bolsa negra… rumbo a la basura.

                                                                                                                                Al ingresar al Bronx, un ambiente de miedo, tensión y muerte se respiraba en el sector. El olor a heces humanas, restos de comida y marihuana impregnada en el espacio generaba escozor, y el sentimiento de percibir que se estaba empezando a hacer un recorrido por uno de los lugares donde lo más ruin y despreciable del ser humano se había confabulado en un solo sector y nadie quería poner sus ojos y menos el interés.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La intervención de las autoridades fue un golpe certero a los expendedores y disminuyó la ola de muertes, desapariciones y vejámenes que se cometían en pleno centro de la ciudad, un sector que las crónicas más sangrientas del mundo podrían denominar como “la ciudad de la muerte”. Pero lo que han tenido que vivir quienes siguen deambulando por las calles de la ciudad, incluso del país, continúa siendo igual, quizás peor.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La atención obligada no se puede impartir a partir de la sentencia T-043/15 de la Corte Constitucional, en la que se determina que “en nuestro país cada persona es ‘libre’ de desarrollar su personalidad acorde con su plan de vida. Es a cada individuo a quien corresponde señalar los caminos por los cuales pretende llevar su existencia, sin afectar los derechos de los demás. ‘Es únicamente a través de esta manera donde efectivamente se es digno consigo mismo’. De este modo, la ‘mendicidad’ ejercida por una persona de manera autónoma y personal, sin incurrir en la intervención de un agente intermediario a través de la trata de personas, no es un delito ni una contravención. De hecho, cualquier tipo de reproche jurídico, sea en forma de sanciones o intervenciones terapéuticas forzadas, resulta inadmisible en tanto cosifica al habitante de la calle en aras de un supuesto modelo ideal del ciudadano o a manera de una acción preventiva en contra de un potencial criminal”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esta sentencia no ha permitido que el Estado pueda intervenir de manera directa en la rehabilitación de las personas que cada día deambulan por las calles del país y ha sido el bastión de defensa de la administración distrital en torno a la expansión del problema a otros sectores de la ciudad. Sólo pocos de ellos quisieron narrar sus experiencias en el Bronx, sus inicios, uso y consumo de drogas y lo que vivieron en un sitio que esperan borrar de su memoria para siempre, pero a la vez recordar para nunca repetir la historia y que las generaciones venideras sepan que la droga siempre los llevará a un destino fatal.

                                                                                                                                Con apartes de Zambrano Pantoja, Fabio, Historia de Bogotá siglo XX, p. 142, Villegas Editores.

                                                                                                                                Por Yeiver Rivera

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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