Cambio climático, financiación y otros retos para la construcción de paz en Bogotá
Funcionarios públicos y expertos internacionales discuten los desafíos para consolidar a la capital como territorio de paz. Entre las propuestas se encuentra la financiación multilateral de los desplazados que viven en zonas afectadas por el cambio climático.
Fernan Fortich
Paz en las ciudades. Este es el tema que reúne en la capital colombiana a más de 30 alcaldes y otros expertos internacionales en torno a la construcción de paz en los territorios, en lo que se ha convertido en un reto local para lograr la consolidación de la convivencia pacífica en los contextos urbanos.
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Paz en las ciudades. Este es el tema que reúne en la capital colombiana a más de 30 alcaldes y otros expertos internacionales en torno a la construcción de paz en los territorios, en lo que se ha convertido en un reto local para lograr la consolidación de la convivencia pacífica en los contextos urbanos.
Por esta razón, como explican funcionarios y expertos en el Quinto Foro Internacional para Ciudades y Territorios de Paz 2023, la construcción de paz pasa por múltiples aristas: como la lucha contra la criminalidad, la inclusión social, infraestructura y los retos que implican el cambio climático. Así, existen múltiples ámbitos para explorar este concepto en las ciudades, como la paz territorial y ambiental, así como el papel de las instituciones y de las comunidades en su construcción.
Pero, para empezar, ¿qué es la paz? De acuerdo con la Real Academia Española hay al menos ocho definiciones de este concepto. Aún sí, la que parece abordar de manera más acertada el reto que enfrentan las ciudades es lo que fija como “la relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos”.
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Lo cierto es que las ciudades juegan un papel clave en este proceso. Según las estimaciones del Centro de Innovación para la Gobernanza Internacional (CIGI), el 80% de los desplazados internos por hechos de violencia o por otros factores viven en zonas urbanas, lo que hace de facto a las ciudades epicentros para la construcción de la paz.
Para el caso de Bogotá, estimaciones del Sistema de Información para Víctimas en Bogotá (SIVIC), indican que mensualmente, durante los periodos más álgidos de violencia en el país, a la capital colombiana pueden llegar mensualmente hasta más de 9 mil víctimas del conflicto armado; en una tarea que se vuelve titánica. Además, uno de los elementos más preocupantes que indica un informe de la Alta Consejería de Víctimas de Bogotá es el aumento de la población víctima del conflicto que reside en la capital, que aumentó en 11% en los entre 2019-2021.
Así las cosas, vale señalar que uno de los objetivos del Plan de Desarrollo de la actual administración de la capital del país es consolidarse como “epicentro de paz” del país. Frente a esto, funcionarios públicos y expertos internacionales discuten los desafíos y las propuestas para lograrlo.
Violencia en las ciudades
Multicrimen, asesinatos, violencia contra las mujeres, grupos criminales, entre otros, hacen parte de las facetas más identificables del fenómeno de la violencia que aqueja a las ciudades, y que influyen en el avance de la construcción de paz en los territorios.
En ese sentido, en los últimos años, en las ciudades latinoamericanas se ha registrado un descenso importante, de al menos en algunos indicadores de seguridad. En ese sentido, la capital colombiana cerró el año con la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes más baja en los últimos 61 años.
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No obstante, para María Victoria Llorente, Directora de la Fundación Ideas para la Paz, el enfoque de seguridad de las ciudades debe empezar a cambiar hacia otras facetas de los retos para las y los ciudadanos, en particular los que viven en comunidades marginalizadas.
“En Colombia vivimos un poco obsesionados con los grupos y las bandas delincuenciales, los censamos, les hacemos organigramas, e incluso tergiversamos nuestras normas para que estos sean menos violentos, pero perdemos de vista la residencias de las comunidades”, indica Llorente.
Y agrega: “Tenemos que enfocarnos en como evitar que más jóvenes entren por esa puerta de la criminalidad, cómo reducir la violencia contra las mujeres, y cambiar los modelos mentales que producen estos fenómenos”.
Así, la violencia y la criminalidad van más allá de los delitos de alto impacto, e inciden en la manera en que las personas viven, o dejan de hacerlo, en las ciudades y en los territorios en donde es escasa, o nula, la presencia del Estado.
De esta manera, el control territorial de las bandas criminales también impide que las comunidades puedan disfrutar y experimentar la paz y la vida en las ciudades. Además de esto, la criminalidad impide que las personas se movilicen, y genera sensaciones de zozobra, con fenómenos como la extorsión.
“Las bandas criminales controlan los territorios, son los mismos que establecen los estándares de realización de los jóvenes, sus las metas, sus relaciones sociales, e imponen esos roles porque no hay estado, y no hay sociedad que intervengan”, precisó Pablo Vásquez, subsecretario de participación ciudadana y prevención del delito de Ciudad de México.
Tensión global y local
Por otra parte, la construcción de paz, empieza, en primer momento, en la atención de las víctimas que llegan a las ciudades en búsquedas de oportunidades, que frecuentemente se ven afectadas por dinámicas globales.
“Hay hechos globales que tienen impactos locales, y somos nosotros la primera línea de atención. ¿Quién pensaría la guerra en Europa tendría un impacto en un territorio como el nuestro? Pues las rosas que se vendían en Rusia y en Ucrania, se producen en mi provincia, producidas principalmente por mujeres desplazadas”, aseguró Paola Pavón, prefecta de Pichincha (Ecuador).
Así, se forma una tensión entre el orden global y local en el que las ciudades deben afrontar las consecuencias por las disputas por la tierra, el agua y otros recursos limitados en el planeta, así como la misma inestabilidad global.
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En el caso de la capital del país, el 50,3% del total de víctimas residentes en Bogotá se ubican en seis localidades de la ciudad: de Kennedy (11%), Ciudad Bolívar (10.2%), Bosa (10.2%), Suba (8.2%), Usme (5.3%) y Engativá (5.1%), es decir en la periferia de las ciudades, y en particular zonas de alto riesgo de deslizamiento, derrumbes, entre otros.
“Básicamente, en el fenómeno de movilidad humana, particularmente el de los últimos tres y cuatro años, se observa que se trata de población en una condición de alta vulnerabilidad, que no tiene proceso de inteligencia migratoria; es decir, que no hay planificación de su viaje, no tiene documentación ni tienen una red de apoyo”, precisa Ronal Rodríguez, docente investigador de migraciones.
Esta situación, para Andrew Harper, asesor de la Agencia de la Nación Unidas para los Refugiados (ACNUR), se replica a nivel global debido a que los desplazados viven en los lugares en donde nadie quiere vivir. De perpetuarse esta situación, esto podría llevar a un aumento de la conflictividad social en las ciudades.
“Si las personas marginalizadas no son incluidas en las ciudades, por la falta de servicios públicos u oferta de vivienda digna, se pueden empezar a formar un resentimiento que puede hacer las personas se alineen con poderes por fuera de los espacios legales”, indica Harper.
Por su parte, la financiación sigue siendo una de la encrucijada de los gobiernos locales para la consolidación de la paz. En ese sentido, en la capital se desarrollan, en el contexto del Acuerdo de Paz, los Trabajos, Obras y Actividades Reparadoras (TOAR), en las que excombatientes realizan proyectos para reparar a las víctimas a través de trabajo social. Sin embargo, una de las principales incógnitas será como se mantiene esta financiación.
Así, entre las propuestas del asesor de la ACNUR está “que ciudades como Bogotá también deberían tener acceso a la financiación climática, y esta podría ser la manera en la que podríamos asegurar que la financiación de muchos proyectos. El reto es como hacer que ese dinero llegue a la comunidad y no se quede atascado en las burocracias locales”.
De esta manera, también las comunidades podrían contribuir en la construcción de paz de las ciudades, desde sus talentos y sus conocimientos, a instituciones que ya muestran los límites en sus capacidades.
Por el momento, como explican expertos, Bogotá encarna los retos que enfrentarán las ciudades del futuro, con la llegada de olas migratorias que pondrán nuevos retos para materializar el ideal de vivir en paz.
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