Cambio climático: las amenazas que se ciernen sobre Bogotá
A propósito de un informe publicado por la Universidad Javeriana, en el que se detalla el panorama en la ciudad a propósito del cambio climático, le contamos las cinco amenazas principales que enfrenta la ciudad frente a la crisis global en materia ambiental.
Hace rato que el cambio climático dejó de ser un fenómeno al que mirábamos por televisión, en otros países y que, a grandes rasgos, pasaba inadvertido. En los últimos años su incidencia está a la vuelta de la esquina, sea en una ciudad, un pueblo o un paraje natural. Para todos es evidente que no vivimos en las mismas condiciones de hace 20 años. En Bogotá, particularmente, la experiencia con los recientes incendios forestales ejemplifica hasta qué punto puede escalar una situación de esta naturaleza si no se toman las acciones preventivas y de mitigación necesarias.
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Hace rato que el cambio climático dejó de ser un fenómeno al que mirábamos por televisión, en otros países y que, a grandes rasgos, pasaba inadvertido. En los últimos años su incidencia está a la vuelta de la esquina, sea en una ciudad, un pueblo o un paraje natural. Para todos es evidente que no vivimos en las mismas condiciones de hace 20 años. En Bogotá, particularmente, la experiencia con los recientes incendios forestales ejemplifica hasta qué punto puede escalar una situación de esta naturaleza si no se toman las acciones preventivas y de mitigación necesarias.
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Con esa preocupación en mente, y pensando en el panorama actual, el Laboratorio de Sostenibilidad Empresarial de la Universidad Javeriana publicó “Cambio climático en Bogotá: trayectorias, avances y retos”, un detallado informe que da cuenta de las incidencias que ha tenido y que puede llegar a tener la ciudad frente al cambio climático, el efecto invernadero, el calentamiento global, entre otros.
La idea del informe surgió en la reciente emergencia que vivió la ciudad con los incendios forestales. “Aquí en la Javeriana vimos el incendio del cerro El Cable de primera mano, porque estamos muy cerca. La situación fue perturbadora, nos sentíamos impotentes, lo que eso hizo que nos preguntáramos qué está pasando en Bogotá en materia de cambio climático. Quisimos ahondar en las vulnerabilidades y lo que se ha hecho en materia de políticas públicas para mitigarlas”, le contó a El Espectador María Angélica Farfán, directora del Laboratorio de Sostenibilidad.
Cambio climático en Bogotá
Colombia, como la mayoría de los países del mundo, es firmante del Acuerdo de París. En total, 195 Estados respaldaron el documento, con la meta de limitar el aumento de la temperatura global en 2 °C respecto a los niveles preindustriales, es decir, antes de la Revolución Industrial, punto de partida del cambio climático. La meta, para 2050, es alcanzar la neutralidad climática, es decir, que la cantidad de CO2 liberado en la atmósfera sea absorbido de manera equivalente por los bosques y las selvas.
En el más reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés), llama la atención sobre cómo la temperatura global, entre 2011 y 2020, llegó a 1,1 ºC por encima del período preindustrial y, en general, la temperatura global ha incrementado con mayor rapidez desde 1970, en relación con los últimos 2.000 años, hecho que se traduce en alteraciones en los patrones climáticos, que generan eventos cada vez más extremos. Bogotá emite un 5,37 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero del país. “La ciudad se clasifica como riesgo elevado frente a la incidencia del cambio climático. Asuntos como la seguridad alimentaria y el uso del recurso hídrico plantean un riesgo alto”, sostiene Farfán.
La Evaluación de Riesgos Climáticos (ERC), realizada por la Secretaría de Ambiente en 2020 en el marco del Plan de Acción Climática, dimensiona cinco amenazas climáticas relevantes:
Inundaciones
El Ideam hizo un estudio de proyecciones de precipitaciones desde la fecha hasta 2100. El estudio señala que el borde occidental de la ciudad será el más afectado. Sumapaz, junto con las localidades como Usme, Ciudad Bolívar, Tunjuelito, Kennedy y Bosa son atravesadas por el río Tunjuelo, que históricamente ha generado inundaciones, afectando a los barrios de estas zonas. En 2002, por ejemplo, en Tunjuelito, sucedió una inundación que afectó 444 predios y obligó la evacuación de 3.100 personas.
Además del río Tunjuelo, Bogotá cuenta con riesgo por inundaciones a través de los ríos Salitre, Fucha, Torca y las cuencas Tintal y del humedal Jaboque. Las zonas con mayor probabilidad de sufrir inundaciones corresponden a la occidental de la ciudad, debido a la planicie de su superficie y a su cercanía con el río Bogotá. La mayoría de los eventos de inundación, entre 2010 y 2020, ocurrieron en la localidad de Suba. Si esta tenencia continúa, se espera que para 2040 aumenten principalmente en el borde occidental. Pese a ello, el resto de la ciudad no está exento a sufrir de estos eventos.
Remoción en masa
Los movimientos en masa son el desplazamiento de rocas o tierra suelo abajo. En Colombia ocurren principalmente por lluvias torrenciales y por influencia del uso inadecuado de la tierra, como procesos de urbanización o de construcción de vías. A nivel distrital, el 79,4 % del territorio se encuentra en un nivel de amenaza bajo ante movimientos en masa, siendo las localidades de Usme, Ciudad Bolívar y San Cristóbal aquellas con mayor susceptibilidad de presentar deslizamientos en el área urbana, mientras que en el rural las más amenazadas son Sumapaz, Usme, Ciudad Bolívar, Santa Fe y Chapinero, debido a su cercanía con los cerros.
Avenidas torrenciales
Una avenida torrencial es “un flujo formado por una mezcla de sedimentos y agua en diferentes proporciones, transportándose a altas velocidades, a lo largo de cauces definidos”. Así lo explica la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Se considera uno de los eventos de origen climático e hidráulico más devastadores en términos económicos y humanos, con especial énfasis en ecosistemas como los colombianos.
Actualmente en Bogotá existen 70 cuencas hidrográficas que presentan amenazas de materialización de avenidas torrenciales. De estas, el 91 % podría causar catástrofes en zonas urbanas y el 9 % en áreas rurales. Las localidades con mayor amenaza asociada a estos eventos son Sumapaz, Usme, Ciudad Bolívar, San Cristóbal y Santa Fe. Las dos primeras destacan en su vulnerabilidad, debido a su riqueza hídrica y por la existencia de pendientes en su territorio, respectivamente.
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Islas de calor e incendios forestales
Hablar de islas de calor implica que “un área urbana o metropolitana es significativamente más cálida que las zonas rurales circundantes, debido a las actividades humanas. Este fenómeno ocurre debido a la reducción de los espacios naturales en las zonas urbanas, lo que contribuye al aumento de las temperaturas, al disminuir los efectos refrescantes de los árboles, la vegetación y las masas de agua. Si bien los estudios sobre este particular en Bogotá son limitados, un estudio de 2010, publicado en la revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, desde entonces señalaba un aumento de 3 °C en el centro de la ciudad, que se extendía hacia el norte y el occidente. Las zonas más industrializadas y con poca vegetación de la ciudad (Kennedy, Puente Aranda, Fontibón y Engativá) experimentaron temperaturas superiores a los 30 °C. Por el contrario, la zona con menores efectos de islas de calor corresponde a la localidad de Chapinero, debido a la presencia de los cerros y la existencia de zonas verdes, en general, que permiten mitigar el efecto de estos fenómenos.
Respecto a los incendios forestales, tal y como se ha indicado recientemente (a propósito de la reciente emergencia que vivió la ciudad), la gravedad tiene que ver con las altas temperaturas y la reducción de las precipitaciones, además de la contaminación y la presencia de especies foráneas, que funcionan como combustible y aumentan la capacidad destructora de las llamas.
La amenaza futura para los incendios forestales depende de aumentos en la temperatura y reducción en los niveles de precipitación, que reducen la humedad de la vegetación y, por ende, incrementan el número de incendios y su intensidad. Consecuentemente, las zonas con mayor amenaza de estos sucesos para 2040 son el Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes, en jurisdicción de Usme, Rafael Uribe Uribe, San Cristóbal y los cerros orientales, de Usaquén, Chapinero, San Cristóbal y Santa Fe.
Así las cosas, las recomendaciones del informe giran en torno “al mantenimiento, fortalecimiento y mejoramiento de la estructura ecológica principal de la ciudad, eje fundamental para mejorar la resiliencia climática de la ciudad. El cuidado de las fuentes hídricas, desde las montañas hasta el río, tendría que ser prioritario en la agenda pública, pues las afectaciones al agua y a los ecosistemas que la contienen pueden ser generadoras de varios problemas que se intensifican con los procesos climáticos: inseguridad hídrica y alimentaria”, sostiene la directora del Laboratorio, María Angélica Farfán.
“En este sentido, los líderes en el diseño de políticas deben tener en cuenta que la agenda climática de la ciudad debe considerar el consumo energético, tanto estacionario como de transporte, como ejes de las decisiones en eficiencia energética, cambios técnicos y generación de energía (transición energética), para disminuir las contribuciones de la ciudad por consumo”, señala el informe. El punto de no retorno ya llegó, y el futuro se definirá con base en los esfuerzos encaminados en cómo nos adaptaremos para asumir las nuevas condiciones que nos exige esta realidad.
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