Camila Ospitia y Camilo Sánchez: el legado que la violencia no pudo silenciar
Camila y Camilo fueron los líderes sociales 106 y 107 asesinados en Colombia. Repasamos su vocación de servicio y su legado, que, aun en su ausencia, es motor de cambio y ejemplo de tesón y resistencia.
La noche del 15 de agosto de 2024 quedará signada en la memoria de amigos y familiares de Camila Ospitia y Camilo Sánchez, líderes sociales de la localidad de Bosa, a quienes asesinaron como retaliación por su rol en la comunidad. Los criminales interpretaron el impacto positivo de las actividades que estos muchachos realizaban en el barrio El Porvenir, en Bosa, como una amenaza para sus fines ilícitos y, en medio de esa tensión, ordenaron su muerte. Tras 70 días del crimen, en noviembre, las autoridades informaron a la opinión pública la captura de tres de los supuestos responsables, que pertenecían a Los Patacones, banda dinamizadora del microtráfico en la localidad que se disputaba el control de la zona, a sangre y fuego, en especial del parque en donde Ospitia y Sánchez desarrollaban gran parte de sus actividades.
En contexto: Responsables del crimen de dos líderes sociales en Bosa fueron enviados a prisión
“Le solicito al general Salamanca la investigación más decidida para encontrar a los autores del asesinato de estos dos jóvenes, en la sede de la Distrital del Porvenir, en Bosa”, indicó en su momento el presidente Gustavo Petro. El jefe de Estado añadió que “el espacio del saber debe ser liberado de las mafias”. Por su condición de líderes, por jugársela por su comunidad y propiciar espacios para la construcción de paz, memoria, identidad, autonomía y libre expresión, El Espectador resalta en su edición de personajes del año el tesón y la vocación de servicio que representan Camila Ospitia y Camilo Sánchez, quienes, pese al estéril intento de los delincuentes de silenciar su voz, dejaron un legado que se expande a diario y que, pese a su ausencia física, su presencia es fuego que guía y alimenta los derroteros de cambio en los que creyeron hasta su último suspiro.
“Si uno no ayuda, es parte del problema”
La frase la solía repetir Camilo Sánchez en la cotidianidad de su hogar. “Él, desde cierta edad, empezó a tener empatía con los que más necesitaban ayuda. No concebía la idea de que alguien durmiera en la calle o pasara mucho tiempo sin comer. Muchas veces llegó a la casa con desconocidos para darles techo o comida. ¿Quién hace eso? Él tenía un corazón grande”, cuenta Martha Calderón, madre de Camilo.
Camilo, de 27 años, era un convencido del papel del arte como motor de vida y agente de cambio. Por eso se ganó el reconocimiento como referente del hip hop local, conocido en el mundo del rap como MC Cub. “Componía y cantaba: hablaba de su barrio, de los pelados perdidos en el vicio o de la delincuencia; de cómo es crecer en un lugar signado por la violencia, y contaba cosas cotidianas con los ojos de un muchacho que conocía bien las circunstancias y veía más allá de lo obvio. Por eso quería cambios para su gente. Increíble que eso le cueste la vida a alguien”, comenta Martha. En el 2021, durante el estallido social, integró brigadas que velaban por la atención médica de quienes participaban en las largas jornadas de manifestación. También hizo parte de proyectos animalistas, huertas comunitarias y espacios de discusión y construcción colectiva de actividades sociales y artísticas.
Camila, por su parte, también tenía una inherente vocación de servicio. Estudió seis semestres de Trabajo Social e integraba varios colectivos y estrategias de recuperación del espacio público para disfrute de la comunidad, con el fin de salvar jóvenes de ingresar a la delincuencia y al consumo irresponsable de sustancias. Dicen sus allegados que era reservada, que participaba en varios procesos sociales y culturales, pero siempre al margen del protagonismo. “Hacía las cosas con motivación real y no por figurar”.
“Ella era sensible, no soportaba las injusticias y estaba siempre del lado de la vulnerabilidad; de las personas menos favorecidas, de los animales, del medio ambiente. Muchos de sus cercanos nos enteramos de todo lo que hacía y todo lo que logró después de su fallecimiento, porque le importaba poco que se supiera. Hacía más de lo que hablaba”.
Con otros jóvenes, con iguales motivaciones, integraba el colectivo Distreestyle, que nació en 2019 con la inauguración del Parque El Recreo como un espacio de rencuentro en torno a los elementos de hip hop. Pronto empezó a ampliar su foco y derivó en un espacio de articulación de varios colectivos, de resignificación del territorio y como un laboratorio de construcción de paz, con talleres y charlas de cuidado ambiental, de historia y actualidad política, de cine o de música.
Uno de los proyectos surgidos en Distreestyle es El Bicho, una estructura móvil que permanece en el parque y hace las veces de escenario artístico, espacio de debate y discusión y una manera de apropiación del sector. Además del Bicho, los jóvenes del colectivo, entre ellos Camilo y Camila, erigieron una antena polinizadora, construida a principios de este año como un símbolo de paz luego de que un joven expendedor fuera asesinado allí, en el marco de la disputa de las bandas delincuenciales.
Sumada a esas iniciativas, tal vez una de las más reconocidas por la comunidad, a la que Camila Ospitia y Camilo Sánchez le pusieron su esmero e ilusión, es la construcción de huertas comunitarias. “Con ellas lograron algo muy loable, que no han logrado muchos gobiernos: restarle jóvenes a la delincuencia. Con las huertas se desarrolló un trabajo comunitario para alejarlos de las bandas; de la plata fácil que da la venta de vicio y, sobre todo, del consumo irresponsable. Propuso, a cambio, el autocultivo, por ejemplo, para romper la cadena de microtráfico, que tanta violencia nos ha traído”, analiza un amigo de las víctimas.
Lea también: El crimen de Jaime Roncancio y el riesgo latente de ser líder social en Bogotá
Un problema que persiste
Y fue precisamente esa labor la que llevó a que los jóvenes empezaran a ser hostigados por los grupos criminales de la zona, para quienes su labor era un obstáculo. Además, desde la fecha de los crímenes, los compañeros de las víctimas señalaron la posible connivencia de las autoridades de la zona con grupos como Los Patacones, responsables del doble crimen que pudo escalar en una masacre, dada la cantidad de personas lesionadas.
“Desde que empezamos con El Bicho, hemos tenido líos con la Policía, puntualmente con uniformados de los CAI Brasilia y Porvenir. La zona del Porvenir está cooptada por las bandas. Es evidente que la Policía es aliada o le interesa que la situación continúe. Cualquier persona que dure acá más de una semana puede ver que es un escenario de venta de droga, de disputa entre delincuentes, y es muy sospechoso que lo que a la luz de todo el mundo, incluso el alcalde o el presidente es una obviedad, para la Policía resulte un enigma que lleva años sin resolverse. Eso no se lo cree nadie”, asegura un compañero de los jóvenes quienes, según Indepaz, fueron los líderes 106 y 107 asesinados en Colombia.
“A las autoridades quiero decirles que a los jóvenes hay que escucharlos y acompañarlos, mucho más cuando sus iniciativas suman a la construcción de comunidad. Con todo lo que ha pasado, uno siente que muchas veces a los muchachos de barrios populares se les deja a un lado por su manera de ser y por pensar diferente. Y eso, a la larga, también implica cierto grado de responsabilidad. Si no se apoyan iniciativas que buscan desescalar el conflicto, entonces. ¿qué es lo que se debe apoyar?”, se pregunta la madre de Camilo Sánchez.
“Como ha pasado antes, son paños de agua tibia. Acá se hace algo hasta que pasa una tragedia; el supuesto cambio dura un par de meses y luego todo sigue igual. Claro que tenemos miedo, pero eso es lo que los grupos quieren: generar pánico. Nosotros continuamos con nuestras labores, y ahora, con la voz más fuerte que antes, con la memoria de que nos faltan dos, pero con la convicción de que es la vía de cambio que queremos para los nuestros”, expresa otro compañero de los jóvenes asesinados cuya voz y legado, como se lee en un mural pintado en su memoria, es combustible de resistencia: “Quisieron enterrarnos, pero somos semilla”.
Lea además: “Cada dos días muere un líder social en Colombia”: alerta Procuraduría
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La noche del 15 de agosto de 2024 quedará signada en la memoria de amigos y familiares de Camila Ospitia y Camilo Sánchez, líderes sociales de la localidad de Bosa, a quienes asesinaron como retaliación por su rol en la comunidad. Los criminales interpretaron el impacto positivo de las actividades que estos muchachos realizaban en el barrio El Porvenir, en Bosa, como una amenaza para sus fines ilícitos y, en medio de esa tensión, ordenaron su muerte. Tras 70 días del crimen, en noviembre, las autoridades informaron a la opinión pública la captura de tres de los supuestos responsables, que pertenecían a Los Patacones, banda dinamizadora del microtráfico en la localidad que se disputaba el control de la zona, a sangre y fuego, en especial del parque en donde Ospitia y Sánchez desarrollaban gran parte de sus actividades.
En contexto: Responsables del crimen de dos líderes sociales en Bosa fueron enviados a prisión
“Le solicito al general Salamanca la investigación más decidida para encontrar a los autores del asesinato de estos dos jóvenes, en la sede de la Distrital del Porvenir, en Bosa”, indicó en su momento el presidente Gustavo Petro. El jefe de Estado añadió que “el espacio del saber debe ser liberado de las mafias”. Por su condición de líderes, por jugársela por su comunidad y propiciar espacios para la construcción de paz, memoria, identidad, autonomía y libre expresión, El Espectador resalta en su edición de personajes del año el tesón y la vocación de servicio que representan Camila Ospitia y Camilo Sánchez, quienes, pese al estéril intento de los delincuentes de silenciar su voz, dejaron un legado que se expande a diario y que, pese a su ausencia física, su presencia es fuego que guía y alimenta los derroteros de cambio en los que creyeron hasta su último suspiro.
“Si uno no ayuda, es parte del problema”
La frase la solía repetir Camilo Sánchez en la cotidianidad de su hogar. “Él, desde cierta edad, empezó a tener empatía con los que más necesitaban ayuda. No concebía la idea de que alguien durmiera en la calle o pasara mucho tiempo sin comer. Muchas veces llegó a la casa con desconocidos para darles techo o comida. ¿Quién hace eso? Él tenía un corazón grande”, cuenta Martha Calderón, madre de Camilo.
Camilo, de 27 años, era un convencido del papel del arte como motor de vida y agente de cambio. Por eso se ganó el reconocimiento como referente del hip hop local, conocido en el mundo del rap como MC Cub. “Componía y cantaba: hablaba de su barrio, de los pelados perdidos en el vicio o de la delincuencia; de cómo es crecer en un lugar signado por la violencia, y contaba cosas cotidianas con los ojos de un muchacho que conocía bien las circunstancias y veía más allá de lo obvio. Por eso quería cambios para su gente. Increíble que eso le cueste la vida a alguien”, comenta Martha. En el 2021, durante el estallido social, integró brigadas que velaban por la atención médica de quienes participaban en las largas jornadas de manifestación. También hizo parte de proyectos animalistas, huertas comunitarias y espacios de discusión y construcción colectiva de actividades sociales y artísticas.
Camila, por su parte, también tenía una inherente vocación de servicio. Estudió seis semestres de Trabajo Social e integraba varios colectivos y estrategias de recuperación del espacio público para disfrute de la comunidad, con el fin de salvar jóvenes de ingresar a la delincuencia y al consumo irresponsable de sustancias. Dicen sus allegados que era reservada, que participaba en varios procesos sociales y culturales, pero siempre al margen del protagonismo. “Hacía las cosas con motivación real y no por figurar”.
“Ella era sensible, no soportaba las injusticias y estaba siempre del lado de la vulnerabilidad; de las personas menos favorecidas, de los animales, del medio ambiente. Muchos de sus cercanos nos enteramos de todo lo que hacía y todo lo que logró después de su fallecimiento, porque le importaba poco que se supiera. Hacía más de lo que hablaba”.
Con otros jóvenes, con iguales motivaciones, integraba el colectivo Distreestyle, que nació en 2019 con la inauguración del Parque El Recreo como un espacio de rencuentro en torno a los elementos de hip hop. Pronto empezó a ampliar su foco y derivó en un espacio de articulación de varios colectivos, de resignificación del territorio y como un laboratorio de construcción de paz, con talleres y charlas de cuidado ambiental, de historia y actualidad política, de cine o de música.
Uno de los proyectos surgidos en Distreestyle es El Bicho, una estructura móvil que permanece en el parque y hace las veces de escenario artístico, espacio de debate y discusión y una manera de apropiación del sector. Además del Bicho, los jóvenes del colectivo, entre ellos Camilo y Camila, erigieron una antena polinizadora, construida a principios de este año como un símbolo de paz luego de que un joven expendedor fuera asesinado allí, en el marco de la disputa de las bandas delincuenciales.
Sumada a esas iniciativas, tal vez una de las más reconocidas por la comunidad, a la que Camila Ospitia y Camilo Sánchez le pusieron su esmero e ilusión, es la construcción de huertas comunitarias. “Con ellas lograron algo muy loable, que no han logrado muchos gobiernos: restarle jóvenes a la delincuencia. Con las huertas se desarrolló un trabajo comunitario para alejarlos de las bandas; de la plata fácil que da la venta de vicio y, sobre todo, del consumo irresponsable. Propuso, a cambio, el autocultivo, por ejemplo, para romper la cadena de microtráfico, que tanta violencia nos ha traído”, analiza un amigo de las víctimas.
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Un problema que persiste
Y fue precisamente esa labor la que llevó a que los jóvenes empezaran a ser hostigados por los grupos criminales de la zona, para quienes su labor era un obstáculo. Además, desde la fecha de los crímenes, los compañeros de las víctimas señalaron la posible connivencia de las autoridades de la zona con grupos como Los Patacones, responsables del doble crimen que pudo escalar en una masacre, dada la cantidad de personas lesionadas.
“Desde que empezamos con El Bicho, hemos tenido líos con la Policía, puntualmente con uniformados de los CAI Brasilia y Porvenir. La zona del Porvenir está cooptada por las bandas. Es evidente que la Policía es aliada o le interesa que la situación continúe. Cualquier persona que dure acá más de una semana puede ver que es un escenario de venta de droga, de disputa entre delincuentes, y es muy sospechoso que lo que a la luz de todo el mundo, incluso el alcalde o el presidente es una obviedad, para la Policía resulte un enigma que lleva años sin resolverse. Eso no se lo cree nadie”, asegura un compañero de los jóvenes quienes, según Indepaz, fueron los líderes 106 y 107 asesinados en Colombia.
“A las autoridades quiero decirles que a los jóvenes hay que escucharlos y acompañarlos, mucho más cuando sus iniciativas suman a la construcción de comunidad. Con todo lo que ha pasado, uno siente que muchas veces a los muchachos de barrios populares se les deja a un lado por su manera de ser y por pensar diferente. Y eso, a la larga, también implica cierto grado de responsabilidad. Si no se apoyan iniciativas que buscan desescalar el conflicto, entonces. ¿qué es lo que se debe apoyar?”, se pregunta la madre de Camilo Sánchez.
“Como ha pasado antes, son paños de agua tibia. Acá se hace algo hasta que pasa una tragedia; el supuesto cambio dura un par de meses y luego todo sigue igual. Claro que tenemos miedo, pero eso es lo que los grupos quieren: generar pánico. Nosotros continuamos con nuestras labores, y ahora, con la voz más fuerte que antes, con la memoria de que nos faltan dos, pero con la convicción de que es la vía de cambio que queremos para los nuestros”, expresa otro compañero de los jóvenes asesinados cuya voz y legado, como se lee en un mural pintado en su memoria, es combustible de resistencia: “Quisieron enterrarnos, pero somos semilla”.
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