La modificación gira en torno a cuatro componentes: ambiental, vivienda productiva, movilidad y espacio público.
Foto: RenoBo
“Mi vida sin el campo sería triste, pues es un legado familiar. Mi tatarabuela, mi bisabuela y mi abuelito... todos vivieron aquí y sería triste abandonarlo”, contó Deissy Rangel, líder social de la vereda El Uval, en Usme. Ver la tristeza de sus abuelos al conversar sobre los planes de expansión urbana en las zonas rurales de Bogotá la motivó a representar a sus vecinos, para que tuvieran en cuenta su voz en el plan parcial Tres Quebradas. “Lo más fácil hubiera sido irme, pero decidí luchar”, agregó.
Por Sara Caicedo
Periodista de la universidad Politécnico Grancolombiano. Escribe para El Espectador sobre planeación, hábitat, comercio informal, espacio púbico, desarrollo económico, hacienda y ambiente.@sara_caicedoscaicedo@elespectador.com
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