Campesinos modifican plan parcial de Tres Quebradas, en Usme
Se trata de un proyecto creado desde 2009, que hasta hoy los ciudadanos pudieron cambiar con la idea de conservar las fuentes hídricas y los cultivos. Con esto se pretende recuperar 116 hectáreas.
Sara Caicedo
“Mi vida sin el campo sería triste, pues es un legado familiar. Mi tatarabuela, mi bisabuela y mi abuelito... todos vivieron aquí y sería triste abandonarlo”, contó Deissy Rangel, líder social de la vereda El Uval, en Usme. Ver la tristeza de sus abuelos al conversar sobre los planes de expansión urbana en las zonas rurales de Bogotá la motivó a representar a sus vecinos, para que tuvieran en cuenta su voz en el plan parcial Tres Quebradas. “Lo más fácil hubiera sido irme, pero decidí luchar”, agregó.
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“Mi vida sin el campo sería triste, pues es un legado familiar. Mi tatarabuela, mi bisabuela y mi abuelito... todos vivieron aquí y sería triste abandonarlo”, contó Deissy Rangel, líder social de la vereda El Uval, en Usme. Ver la tristeza de sus abuelos al conversar sobre los planes de expansión urbana en las zonas rurales de Bogotá la motivó a representar a sus vecinos, para que tuvieran en cuenta su voz en el plan parcial Tres Quebradas. “Lo más fácil hubiera sido irme, pero decidí luchar”, agregó.
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Un plan parcial es un instrumento de gestión del suelo, avalado por decreto, en el que aprueba dónde van a estar los parques, los edificios públicos y el número de pisos de edificios o casas, entre otros aspectos. Del plan de Tres Quebradas se viene hablando desde 2009, cuando se presentó un proyecto de vivienda social y prioritaria que, para la comunidad, no tuvo en cuenta las condiciones de la zona ni la opinión de la gente.
Paradójicamente, a pesar del nombre del plan, no se contempló el cuidado del río Tunjuelo ni las quebradas El Piojo y Fucha; tampoco, que es un sector campesino. Sin embargo, tras años de lucha, la comunidad empieza ver resultados. Luego de acercamientos con el Distrito, se llegó a un acuerdo. “Como líderes, desde la mesa del borde urbano rural, pedimos la revisión y se acordó una modificación”, dijo Edwin Liberato, representante de la Junta de Acción Comunal de El Uval.
Este acuerdo lo ratificó Sandra Valderrama, arquitecta de la Empresa de Renovación Urbana (RenoBo), quien dio los detalles: “propusimos un modelo de vivienda productiva, para generar un borde que sea como una transición entre la parte urbana y la rural”. El ajuste (ver gráfico) responde a lo que solicitó la comunidad: prioriza el medioambiente de la zona rural. No obstante, para formalizarlo falta camino, que empezó con la radicación el pasado 9 de octubre de la solicitud de revisión.
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Inicialmente dicho proceso lo hará la Secretaría de Planeación, así como la socialización del documento con las entidades que van a participar. Después, pasará a aprobación de la Alcaldía, que debe expedir un decreto para comenzar la implementación. “Ese proceso se demora; si nos va bien, un año. Una vez que se adopte el plan, empezaríamos el proyecto, que tiene metas a corto, mediano y largo plazo”, afirmó Valderrama.
Los males de Tres Quebradas, Usme
Las construcciones ilegales han afectado el medioambiente de este sector de Usme y es algo que quieren erradicar. “Esas ocupaciones han afectado los cuerpos hídricos. Por eso es clave que la nueva norma permita un modelo de baja densidad y de vivienda productiva, para que, a través de una construcción organizada se proteja al territorio y a sus habitantes”, dijo Valderrama. Agregó que también pensarán en quienes construyeron sin licencia. Se espera que ellos también se queden, mediante la política de moradores. “La idea es que todos se reubiquen en el mismo proyecto”.
Otros problemas que amenazan el medioambiente son la contaminación e invasión de las quebradas, por depósitos de escombros y parqueaderos sin licencia. Según el Distrito, la idea es consolidar la ronda del río para que se puedan recuperar con arborización y garantizando que los vertimientos de las construcciones informales no vayan a los afluentes.
Incluso, RenoBo habla de implementar una zona verde al costado de una de las quebradas, que se nombraría Parque Agroturístico de la quebrada Fucha, y viviendas de dos a tres pisos, con huertas donde se pueda cultivar. Pero todo este proceso ha tardado bastante, porque cambiarle 100 % la cara a una zona no es fácil, sobre todo, para que no haya impactos negativos en la calidad de vida de sus habitantes.
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“Nos enfrentábamos a un proceso difícil, porque lo primero era recuperar la confianza de la comunidad y luego adaptarnos a una norma urbanística. Esta modificación siempre giró en torno a cuatro componentes: el ambiental, el de hábitat y vivienda productiva, el de movilidad, y el de espacio público y equipamientos, que incluye un componente de patrimonio”, dijo Valderrama.
Por su parte, la comunidad da el voto de confianza para que se cumpla con lo pactado en las reuniones, en las que, según RenoBo, llegaron a participar hasta 120 personas. “Si se materializa la modificación al plan parcial, se nos va a permitir que Usme siga siendo una de las localidades con más zonas verdes de la ciudad, con vivienda productiva. Y, sobre todo, que no siga habiendo tanta expansión urbana”, concluyó Liberato.
Para Margarita Caicedo, subsecretaria de Planeación, este plan permitirá que la comunidad y el ecosistema sean el eje central del proyecto. “Estaremos acompañando a la ciudadanía, que ha venido trabajando de mano de las instituciones para sacar adelante este proyecto urbano rural, que busca brindar las mejores condiciones a los habitantes”, dijo.
Finalmente, el gerente de RenoBo, Juan Guillermo Jiménez Gómez, afirmó que con este plan se “mejorará la conectividad del sector a través de la propuesta de vías y redes, además del acceso al transporte público y alternativo, y se aumentará la oferta de servicios complementarios, como abastecimiento y transformación de materias para las áreas productivas de los campesinos”.
Se espera que este proyecto, siete veces menos denso que el original de 2009, sea un avance para la capital en vivienda productiva para los campesinos, lo que, sin duda, podría aportar a cerrar esa brecha entre zonas rurales y urbanas.
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