Cannabis medicinal: industria estancada en Bogotá, que pide nuevas reglas de juego
Una industria que tiene potencial mundial sigue sin avanzar en un país que no ha encontrado el camino para regularlo de manera óptima. En la capital varias empresas y clínicas han tenido que cerrar. Asociaciones, cultivadores, y especialistas explican qué hace falta para echar a andar esta carroza de ‘oro verde’.
Juan Camilo Parra
Tres años sin poder vender su primer producto y poco más de 500.000 dólares, ha invertido Germán González y su equipo en la consolidación de Cannagustin, una empresa de productos a base de cannabis, que ha intentado crecer en Bogotá y cuyos cultivos se encuentran en el Huila. “Seguimos aguantando”, dice el cofundador de la empresa, como un reflejo de la situación que atraviesan los apostadores del negocio, cuya bonanza se vendió en el mundo como el ‘oro verde’.
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Tres años sin poder vender su primer producto y poco más de 500.000 dólares, ha invertido Germán González y su equipo en la consolidación de Cannagustin, una empresa de productos a base de cannabis, que ha intentado crecer en Bogotá y cuyos cultivos se encuentran en el Huila. “Seguimos aguantando”, dice el cofundador de la empresa, como un reflejo de la situación que atraviesan los apostadores del negocio, cuya bonanza se vendió en el mundo como el ‘oro verde’.
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Sin duda es un mercado que crece y favorece al país, pero, según las cuentas de Asocolcanna (Asociación Colombiana de industrias de Cannabis), 400 empresas, de 1.300 con licencia, tuvieron que cerrar en 2023. Situación que acontece en las clínicas dedicadas a tratar enfermedades de manera complementaria con cannabis en Bogotá. Le sucedió a Zerenia, la única clínica cannábica de la capital, que cuenta todas las licencias médicas para impartir estos procedimientos y que tuvo que cerrar sus sedes del Country y el Parkway, debido al poco auge de pacientes.
“Hablamos de que en el país se han perdido 700 millones de dólares por no aprovechar este mercado y años de investigaciones. En nuestras clínicas hemos encontrado un 92,5% de efectos positivos en el tratamiento de dolores, pero falta mucho por recorrer”, señaló a El Espectador, Juan Rafael López, director científico del programa de cannabis medicinal, de la clínica Zerenia en la ciudad.
En esto, Bogotá da ejemplo, al ser una de las ciudades que más ha incentivado el mercado legal. Una prueba de ello es el Acuerdo 831 aprobado en 2022 en el Concejo y que insta al Distrito a fomentar el mercado medicinal y cosmético de la planta. El acuerdo es foco de control político hoy en el Concejo, precisamente para evaluar los alcances de los esfuerzos para promover esta industria en la ciudad.
Pero, ¿es suficiente con lo que hace el Distrito?, o, ¿es necesaria una intervención del Gobierno Nacional para que productores como Germán no se vayan en pérdidas y clínicas como Zerenia no cierren más sedes?
Cannabis legal: un mercado que no arranca
Asocolcanna nació en el 2016, al tiempo que se promulgó la Ley 1787 en el país, la cual legalizó el uso de cannabis con fines medicinales y científicos. Camilo De Guzmán, presidente de la junta directiva de la asociación, apuntó a El Espectador, que en el país hay proyectados 12 millones de pacientes que podrían beneficiarse con la planta, pero solo 25.000 reciben tratamiento. En Bogotá, se estima que hay cerca de dos millones de posibles pacientes, pero clínicas como Zerenia ha conseguido atender, en promedio, a poco más de 8.000 pacientes al año.
“Atravesamos un momento crítico. Si no tomamos decisiones, oportunas y rápidas, la capacidad instalada de cultivos, extracción y fabricación, que con tanto esfuerzo se ha avanzado, podría perderse si el país no hace unos ajustes urgentes de cara a ser más competitivos”, señaló De Guzmán.
Según la Caracterización de la comunidad cannábica de Bogotá (2022) -realizada con apoyo de la Mesa Distrital de Cannabis y la Secretaría de Salud-, sobre uso no recreativo de la planta, encontró que el 46,7% de encuestados asocia el consumo de cannabis al bienestar mental o terapéutico; el 41% al tratamiento para el dolor; el 8,8% al tratamiento para enfermedades diagnosticadas; por último, el 3,5% dijo usar cannabis como sustituto para el síndrome de abstinencia, relacionado con algún desorden de consumo de sustancias psicoactivas.
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Bogotá da ejemplo, pero no es suficiente
Estudiando este panorama, el Concejo de Bogotá aprobó el Acuerdo 831 en febrero de 2022, con el fin de que el Distrito tomara acciones efectivas para fomentar el mercado de cannabis legal, convirtiéndose en una de las ciudades más comprometidas con apoyar a pequeños productores. Pero, según algunos beneficiarios de los programas, este esfuerzo aporta, pero se queda corto.
“Bogotá es la única entidad territorial del Gobierno que ha hecho algo. Pero el desconcierto es tal, que los productores ya no están yendo a los eventos. Los lineamientos de la Nación han acorralado esta industria”, señaló Jaime Arteaga, director del Observatorio de Industria de Cannabis.
Bajo el acuerdo, la Secretaría de Desarrollo Económico ha liderado tres programas para incentivar el mercado en la ciudad. Uno de ellos es Innovación Cannabis (iniciativa del Fondo de Innovación, Tecnología e Industrias Creativas de la secretaría), el cual entregó incentivos económicos de $5 millones a más de 20 empresas y capacitación a 102, con o sin licencia. Con Bogotá Exporta Más, 15 empresas reciben apoyo, y con Ruta de Alto Impacto, con convocatoria abierta, esperan apoyar a otro tanto.
“En Bogotá, tenemos un espectro de maniobra muy reducido para poder avanzar en los temas que más importan a los productores. Sin embargo, hemos estado al frente de mesas interinstitucionales, trabajando con ellos y buscando cómo podemos aportar desde el Distrito. Escuchamos a los emprendedores y entendemos que hay varios dolores de cabeza. La industria está castigada no solo aquí sino en el mundo. Canadá llegó a invertir acá hace siete años y ahora están resentidos por la crisis”, señaló a este diario Sebastián Marulanda Robledo, subsecretario de desarrollo económico de Bogotá.
Germán González, de Cannagustin, recibió el incentivo de $5 millones, y a pesar de que con esto pudo sacar una notificación sanitaria para uno de sus productos, piensa que los programas pueden tener un mayor impacto. “Nos hace falta apoyo en publicidad, en dar a conocer para qué sirve la planta, sus propiedades. En redes sociales hay muchas restricciones a la hora de promover el mercado, por ejemplo, en Instagram. Ese espacio, prácticamente no lo tenemos, y eso provoca un desconocimiento de la población y nos deja en una posición complicada”, añadió.
Marisol Gómez Giraldo es concejala por el Nuevo Liberalismo y una de las que propuso el proyecto de Acuerdo 831 y quien ha liderado los últimos debates de control político de cumplimiento del acuerdo. Hablando con El Espectador, la concejala fue tajante: “fuimos pioneros en la bonanza ilegal en los 80 y ahora, después de siete años de la legalización de cannabis medicinal, estamos rezagados en este mercado legal. Mientras el Gobierno Nacional no avance, Bogotá no podrá hacer nada al respecto”, sentenció.
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Hay que avanzar en investigación
En la capital, solo la clínica Zerenia (que cuenta con dos sedes, una en el centro comercial Plaza Central, en Kennedy, y otra en la calle 106, en Usaquén), ostenta las licencias que otorga el Gobierno Nacional. Desde que abrieron sus sedes en Bogotá, en el año 2020, han atendido a 25.218 pacientes (de 30.955 en todo el país), cuando el promedio nacional en un año, según Asocolcanna, oscila en 20.000 pacientes, lo que sigue representando un muy poco alcance.
“Nuestros métodos con cannabis son complementarios. Tenemos unos targets de pacientes muy importantes. Además de controlar los dolores y náuseas, producto de procedimientos de quimioterapia, ayudamos a pacientes a regular trastornos de sueño, psicosis, párkinson, entre muchos otros. Tenemos cinco fórmulas en Colombia que usamos, según la patología que estemos tratando”, señaló el doctor Juan Rafael López, de Zerenia.
Uno de los retos que apunta el doctor es la educación, sobre todo a los médicos. Esta idea la refuerza el dato que reveló el Observatorio de Cannabis: el 53% de médicos que encuestaron no sabía cómo responder adecuadamente a un paciente que pregunte sobre el uso de cannabis medicinal, es decir, solo cinco de cada diez médicos está capacitado para entender y aplicar las facultades de la planta. Esto, cuando el 74% de ellos reconoció como legítimo su uso para estos fines.
“Si Bogotá quiere triunfar tiene que empezar con procesos de formación e investigación”, señaló Luis Carlos González, profesor de la Universidad Nacional, quien está al frente del Semillero de Investigación en Cannabis y Derivados (SICAD), creado por iniciativa de él y sus estudiantes al ver la necesidad de ampliar conocimientos sobre la planta. En los últimos dos años y medio, el equipo ha avanzado en la investigación de cultivo, clasificación de semillas, perfeccionamiento de métodos de extracción de sus diversas propiedades, etc.
“El costo económico para infraestructura es alto, ni hablar de investigación. Los emprendedores arrancaron en el mercado sin un proceso formal de capacitación. Uno mira en Cundinamarca, que tiene poco más de 200 licencias de producción y apenas el 10% está operando. No ha habido formación, y la reglamentación es confusa: a veces las empresas grandes no pueden venderle a cualquier persona aun cuando tienen licencia, son vacíos que tiene la reglamentación”, indicó el maestro.
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Las reglas del juego que “traban” al mercado
El consenso es claro: hay con qué, pero hace falta el gran empujón del Gobierno Nacional, pues, algunas reglas del juego siguen siendo poco claras o efectivas para que crezca la industria. Camilo De Guzmán apunta que hay cinco cambios que Asocolcanna ha venido estudiando y que, dice, el Gobierno debe atender.
En primer lugar, apunta que, dentro del mercado, los productos terapéuticos a base de cannabis, “no están gozando de la cobertura que deberían en el plan de beneficios en salud, porque se limitan a las ‘fórmulas magistrales’, las cuales son preparaciones solo para un paciente en específico, haciendo que muy pocas personas tengan acceso a los beneficios”. Según la asociación, esto ha generado que la terapia cannábica atienda a menos personas de las que podría.
El segundo cambio que busca la asociación es que el Gobierno cree un esquema de acceso especial que le permita a las empresas registrar medicamentos con cannabis sin realizar estudios clínicos. “En Brasil este esquema fue aplicado luego de que se percataran del amplio sustento científico que avala el uso de estos medicamentos”.
Un tercer cambio es permitir la venta de la flor seca bajo receta médica como producto terminado. “Es la presentación más recetada en países como Australia por su efectividad”, añade Guzmán. El cuarto es regular el mercado del cáñamo para uso industrial en alimentos y bebidas, y el quinto, es la anhelada legalización del uso adulto de cannabis recreativo, proyecto que se hundió en el octavo y último debate este año y que va por un sexto intento para meterse en el mercado legal. ¿Será la vencida?
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