¿Cantidad antes que calidad? El panorama del espacio público en la capital
El Espectador analizó qué tan accesibles y útiles son los 175 millones de m2 que, según el DADEP, tiene la capital para el uso común de sus habitantes.
Sara Caicedo
El último Reporte Técnico de Indicadores de Espacio Público de Bogotá (que no presentaban desde 2012) indica que en Bogotá hay más de 175 millones de metros cuadrados (m²) “disponibles para el uso, goce y disfrute de la ciudadanía”, lo que equivale a 24.500 canchas de El Campín, 12.000 plazas de Bolívar o 175 parques Simón Bolívar. Con una novedad: en los dos últimos años, según el Distrito, la ciudad sumó casi un millón de m² nuevos. Pero, si no hay más parques o zonas verdes ¿dónde están?
Si se hiciera un cálculo simple de dividir ese espacio entre los casi ocho millones de capitalinos, el resultado sería de 22 m² por cada ciudadano, cifra que en apariencia supera con creces los 10 m² que sugiere la Organización Mundial de la Salud de “espacios verdes” por habitante, “para mitigar los impactos de la contaminación”.
No obstante, dicha cifra va más allá de sitios de los que habla la OMS. El dato del Distrito está ligado a un concepto de espacio público más amplio, que se empezó a implementar con la Constitución del 91, del cual, dice el arquitecto urbanista Fernando Virviescas, su mejor representación en el país “sería el parque Simón Bolívar”.
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Pero la realidad es otra. Como antecedente, desde un principio los constructores lograron que se considere espacio público cualquier lugar sin construir, pero no cualquier sitio sobrante puede ser considerado “disponible para el uso, goce y disfrute de la ciudadanía”. Todo lo contrario, para Virviescas, debe ser “un elemento con perspectivas urbanas y de ciudad, que debe ser pensado y diseñado, tanto en su construcción física como en su uso”.
De ahí que de los 175 millones de m² de espacio público que reporta el DADEP no solo contemple sitios como parques y zonas verdes, sino también están vías, andenes y áreas para equipamientos, catalogados como bienes públicos de cesión, que son para el uso de todos. A estos se suman los bienes de no cesión, cuyo dominio es del Distrito y se incorporan al patrimonio inmobiliario de la ciudad, y los bienes fiscales, que son de la República.
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Al sumar todo es de donde sale la multimillonaria cifra de espacio para la ciudadanía, de la cual, según datos del Distrito, 31,6 millones de m² (18,1 %) corresponde a parques; 3,8 millones m² (2,2 %) son zonas verdes; 48,6 millones de m² (27,8 %) son estructura ecológica principal, y 56,4 millones de m² (32,25 %) son elementos del sistema vial para la movilidad vehicular.
Y es en este último punto, integrado por calzadas y separadores (no parques ni zonas verdes) donde están los casi 900.000 metros cuadrados del nuevo espacio público que, según el DADEP, ganó la ciudad entre 2019 y 2020. Ese espacio, que equivale casi a tener un nuevo parque Simón Bolívar, se ganó en ciclorrutas. En el 2020, por ejemplo, se implementaron 46 kilómetros (km) de ciclorrutas temporales y 28 km permanentes.
Y si bien son más metros cuadrados para el disfrute de los ciudadanos, no se podría decir que la cantidad sea calidad. De acuerdo con el ingeniero civil Julián Puerto, para hacerlo, “se debió integrar más al peatón en esta planeación. La administración trata de asociar estos espacios del sistema vial para solucionar el problema de movilidad de Bogotá y el espacio público”.
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A pesar de esto, para el urbanista Virviescas, al final es una ganancia. La ampliación de ciclorrutas y el uso constante de la bicicleta se dio, en parte, a la reconocida ciclovía. “Los usuarios se tomaron ese espacio y lo volvieron público. Es decir, eso desplazó al vehículo y así solo fueran los domingos, ha servido para ir naturalizando la idea de que la población requiere más espacios públicos”.
Otros espacios nuevos
Pero no solo las ciclorrutas o bicicarriles sumaron en las cuentas del nuevo espacio público en la ciudad. El reporte del DADEP señala que las Unidades de Planeamiento Zonal (UPZ) aledañas al sistema de Transmilenio hoy tienen más espacios públicos, al “presentar áreas de conexión y conectividad para la movilidad peatonal, asociada a los andenes principalmente”. Sin embargo, el DADEP aclaró que estaciones, portales, parqueaderos, puentes y taquillas de TM no hacen parte del cálculo de los 175 millones de m² ni del espacio nuevo.
Al respecto, según el arquitecto Virviescas, si bien es espacio público, no se podría hablar de espacio de calidad. Las zonas aledañas, como los andenes, “están mal hechas y son estrechas. Incluso hay una pobre concepción del mismo andén”. Ante la crítica, Alejandra Rodríguez, directora del DADEP, reconoció que una de las tareas es encontrar esos lugares que no cumplen con las características de espacio público. “Esto nos enseñará hacia dónde tienen que direccionarse nuestros esfuerzos”.
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El panorama lleva al ingeniero Puerto a concluir que por más espacio que se sume o se publicite en las cifras, lo que hay en Bogotá hasta el momento carece de diseño o un plan urbanístico que apunte a la calidad, ya que lo que se ha hecho por años es que a “a medida que va creciendo la ciudad se le van haciendo las adaptaciones”, visión que, a todas luces, debe cambiar.
El punto de todo esto, al final, no es cuántos millones de metros cuadrados hay de espacio público en Bogotá ni cuántos se sumen cada año; el asunto es cómo están diseñados y cómo se articulan en el día a día de las personas (ahí es donde aparecen las bibliotecas, los auditorios y los museos). Si esta concepción no cambia, por más metros cuadrados que se anuncien cada año, terminará siendo un tema solo de cantidad y no de calidad.
El último Reporte Técnico de Indicadores de Espacio Público de Bogotá (que no presentaban desde 2012) indica que en Bogotá hay más de 175 millones de metros cuadrados (m²) “disponibles para el uso, goce y disfrute de la ciudadanía”, lo que equivale a 24.500 canchas de El Campín, 12.000 plazas de Bolívar o 175 parques Simón Bolívar. Con una novedad: en los dos últimos años, según el Distrito, la ciudad sumó casi un millón de m² nuevos. Pero, si no hay más parques o zonas verdes ¿dónde están?
Si se hiciera un cálculo simple de dividir ese espacio entre los casi ocho millones de capitalinos, el resultado sería de 22 m² por cada ciudadano, cifra que en apariencia supera con creces los 10 m² que sugiere la Organización Mundial de la Salud de “espacios verdes” por habitante, “para mitigar los impactos de la contaminación”.
No obstante, dicha cifra va más allá de sitios de los que habla la OMS. El dato del Distrito está ligado a un concepto de espacio público más amplio, que se empezó a implementar con la Constitución del 91, del cual, dice el arquitecto urbanista Fernando Virviescas, su mejor representación en el país “sería el parque Simón Bolívar”.
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Pero la realidad es otra. Como antecedente, desde un principio los constructores lograron que se considere espacio público cualquier lugar sin construir, pero no cualquier sitio sobrante puede ser considerado “disponible para el uso, goce y disfrute de la ciudadanía”. Todo lo contrario, para Virviescas, debe ser “un elemento con perspectivas urbanas y de ciudad, que debe ser pensado y diseñado, tanto en su construcción física como en su uso”.
De ahí que de los 175 millones de m² de espacio público que reporta el DADEP no solo contemple sitios como parques y zonas verdes, sino también están vías, andenes y áreas para equipamientos, catalogados como bienes públicos de cesión, que son para el uso de todos. A estos se suman los bienes de no cesión, cuyo dominio es del Distrito y se incorporan al patrimonio inmobiliario de la ciudad, y los bienes fiscales, que son de la República.
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Al sumar todo es de donde sale la multimillonaria cifra de espacio para la ciudadanía, de la cual, según datos del Distrito, 31,6 millones de m² (18,1 %) corresponde a parques; 3,8 millones m² (2,2 %) son zonas verdes; 48,6 millones de m² (27,8 %) son estructura ecológica principal, y 56,4 millones de m² (32,25 %) son elementos del sistema vial para la movilidad vehicular.
Y es en este último punto, integrado por calzadas y separadores (no parques ni zonas verdes) donde están los casi 900.000 metros cuadrados del nuevo espacio público que, según el DADEP, ganó la ciudad entre 2019 y 2020. Ese espacio, que equivale casi a tener un nuevo parque Simón Bolívar, se ganó en ciclorrutas. En el 2020, por ejemplo, se implementaron 46 kilómetros (km) de ciclorrutas temporales y 28 km permanentes.
Y si bien son más metros cuadrados para el disfrute de los ciudadanos, no se podría decir que la cantidad sea calidad. De acuerdo con el ingeniero civil Julián Puerto, para hacerlo, “se debió integrar más al peatón en esta planeación. La administración trata de asociar estos espacios del sistema vial para solucionar el problema de movilidad de Bogotá y el espacio público”.
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A pesar de esto, para el urbanista Virviescas, al final es una ganancia. La ampliación de ciclorrutas y el uso constante de la bicicleta se dio, en parte, a la reconocida ciclovía. “Los usuarios se tomaron ese espacio y lo volvieron público. Es decir, eso desplazó al vehículo y así solo fueran los domingos, ha servido para ir naturalizando la idea de que la población requiere más espacios públicos”.
Otros espacios nuevos
Pero no solo las ciclorrutas o bicicarriles sumaron en las cuentas del nuevo espacio público en la ciudad. El reporte del DADEP señala que las Unidades de Planeamiento Zonal (UPZ) aledañas al sistema de Transmilenio hoy tienen más espacios públicos, al “presentar áreas de conexión y conectividad para la movilidad peatonal, asociada a los andenes principalmente”. Sin embargo, el DADEP aclaró que estaciones, portales, parqueaderos, puentes y taquillas de TM no hacen parte del cálculo de los 175 millones de m² ni del espacio nuevo.
Al respecto, según el arquitecto Virviescas, si bien es espacio público, no se podría hablar de espacio de calidad. Las zonas aledañas, como los andenes, “están mal hechas y son estrechas. Incluso hay una pobre concepción del mismo andén”. Ante la crítica, Alejandra Rodríguez, directora del DADEP, reconoció que una de las tareas es encontrar esos lugares que no cumplen con las características de espacio público. “Esto nos enseñará hacia dónde tienen que direccionarse nuestros esfuerzos”.
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El punto de todo esto, al final, no es cuántos millones de metros cuadrados hay de espacio público en Bogotá ni cuántos se sumen cada año; el asunto es cómo están diseñados y cómo se articulan en el día a día de las personas (ahí es donde aparecen las bibliotecas, los auditorios y los museos). Si esta concepción no cambia, por más metros cuadrados que se anuncien cada año, terminará siendo un tema solo de cantidad y no de calidad.