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Carlos Fernando Galán: el “delfín” que se preparó, hizo alianzas, persistió y ganó

La historia del nuevo alcalde de Bogotá es la de un personaje que se fijó una meta y en el camino hizo las alianzas necesarias para alcanzarla. Ahora, las expectativas serán una vara al medir qué tan bien podrá ejercer el cargo por el que luchó.

Alexánder Marín Correa
10 de diciembre de 2023 - 12:00 a. m.
Carlos Fernando Galán, personaje del año 2023.
Carlos Fernando Galán, personaje del año 2023.
Foto: Eder Rodríguez
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Con el peso de su apellido y con las riendas del partido que fundó su padre, hoy Carlos Fernando Galán Pachón es protagonista por su persistencia y sus alianzas. Se fijó una meta y por más de una década lo intentó, fracasó, se preparó y batalló hasta que lo consiguió: ser alcalde de Bogotá. Galán, de 46 años, se impuso en las urnas de manera categórica en primera vuelta, pero detrás hay una historia de trabajo y apoyos, que sirvieron para convencer a los bogotanos de entregarle el timón de la capital.

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Aunque en campaña dijo que no estaba en sus planes ser presidente, se sabe que, al menos, estar en la baraja es casi la senda natural de todos los que pasan por el Palacio Liévano. Sin embargo, antes se le vienen cuatro años de trabajo intenso, para no defraudar a los bogotanos y cumplir las expectativas que generó; demostrar su madurez política y su capacidad administrativa para dirigir la ciudad.

De su hoja de vida mucho se ha dicho. Hermano de Claudio y Juan Manuel, esposo de Carolina Deik Acosta y padre de Juan Pablo y Julieta. Es el menor de los tres hijos que tuvieron la periodista Gloria Pachón y el político Luis Carlos Galán, fundador del partido Nuevo Liberalismo y asesinado por el narcotráfico en 1989, cuando hacía campaña presidencial. Pese a ser uno de los “delfines” más reconocidos del país, se preparó para administrar esa herencia: es profesional en Servicio Exterior, de la Universidad de Georgetown; especialista en Gobierno, de la U. Externado de Colombia, y máster en Asuntos Internacionales, de Columbia.

Como hijo del matrimonio de una periodista y un político, se movió en ambas aguas, lo que, según algunos analistas, jugará a su favor en el nuevo cargo. Trabajó en la revista Semana, la revista Cambio y en El Tiempo hasta que empezó su carrera política. En 2007 lo eligieron concejal de Bogotá (2008-2011) e hizo oposición al alcalde Samuel Moreno, protagonista del “carrusel de la contratación”.

Más información: Carlos Fernando Galán: “Tenemos que demostrar para qué estamos preparados”

Tras su paso por el cabildo y con 34 años, se creyó maduro para ser alcalde. Se lanzó al ruedo por primera vez, pero no le fue bien. Bajo las banderas de Cambio Radical se midió a Gustavo Petro, Enrique Peñalosa y Gina Parody. Terminó cuarto, con 285.263. Tras el fracaso, fue zar anticorrupción en 2012, en el gobierno de Juan Manuel Santos, y luego retomó la dirección de Cambio Radical en 2013 (partido de Germán Vargas Lleras) y resultó electo senador (2014-2018), desde donde se destacó por sus denuncias por volteo de tierras.

En 2015 apoyó la candidatura de Enrique Peñalosa a la alcaldía (2016-2020) y en 2019, un poco más maduro, con más recorrido y más amigos, volvió a la carga por el cetro del Palacio Liévano, esta vez con bandera propia: Bogotá para la Gente. Y pese a perder contra Claudia López, fue una victoria, pues midió su aceptación (obtuvo 1′022.874 votos), su naciente movimiento ganó dos curules en el Concejo y, con él a la cabeza (por la curul del estatuto de la oposición), lideró una bancada, semilla de su propio movimiento, idea a la que renunció por mantener el partido de su padre y trabajar en la resurrección del Nuevo Liberalismo.

Más información: Carlos Fernando Galán, esta es la trayectoria del nuevo alcalde de Bogotá

Este año, con la consigna “la tercera es la vencida”, hizo un mejor proceso, afinó alianzas y sumó el apoyo de aquellos pesos pesados de la política tradicional con los que trabajó. Y lo logró: ganó la alcaldía al obtener 1′497.596 votos, la más alta en la historia de la ciudad. Aunque intentó marcar distancia con la alcaldesa Claudia López, en el empalme ha sido evidente la simpatía. Pero, para los analistas, hay una explicación: de todos los que influyen o han influido en su carrera, algo recoge y por eso será una administración de consensos.

La forma como recorrió el camino no es ajena a las críticas. Para la analista Edna Carolina Camelo, Galán encarna lo opuesto al nacimiento del Nuevo Liberalismo de su padre, cuyo propósito era limpiar del clientelismo y la corruptela la estructura política colombiana y se presentaba como alternativa a la corriente (curiosamente) de Carlos Lleras Restrepo, abuelo de Germán Vargas Lleras, quien resultó ser el mentor de su hijo.

“Aunque haya presentado a varias mujeres para liderar su gabinete, la restauración de las corrientes tradicionalistas que encarnan se distancia de la renovación que propondría el Nuevo Liberalismo de antes: una exministra de Educación de Uribe, una internacionalista con unas consideraciones clasistas; una antigua integrante de la Junta del Banco de la República, con corrientes neoclásicas y neoliberales; una exconcejala de corte peñalosista, con cuestionamientos e ideas ancladas a la seguridad policiva; la antigua coordinadora de comunicaciones del exfiscal Néstor Humberto Martínez, y varios otros y otras reciclados de los gobiernos de Pastrana, Santos y Duque”, dice Camelo.

No obstante, hay voces que se separan de esa visión. El analista Fernando Posada, por ejemplo, cree que la trayectoria de Galán lo hace el indicado para dirigir la ciudad. “Al venir del periodismo, podrá usar elementos del oficio valiosos para la política, como contrastar fuentes para tomar decisiones y dar importancia a las evidencias. Será un alcalde con capacidad de comunicarse, cercano a la gente, dedicado a Bogotá y que se ha preparado para ser mandatario. Es alguien confiable y prudente, que sabe pedir consejos y entiende el momento que viven Bogotá y el país”.

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Mauricio Jaramillo, por su parte, va más allá: cree que Galán representa, de alguna manera, a un sector de la política inconforme con Gustavo Petro y, aunque no es su misión, será cabeza de esa disidencia, que le hará contrapeso al Gobierno Nacional, mientras que para Ómar Oróstegui, director de la fundación Futuros Urbanos, todo lo que se pueda decir de Galán se resume en una frase: él habla el lenguaje de la política y desde ahí hay que leerlo.

“No es un outsider. Siempre ha querido ser alcalde y se preparó para serlo. Pero, como todo político, sabe moverse en esas arenas de llegar a acuerdos, identificar y construir narrativas. Sabe enviar mensajes a la opinión y se nota en la selección del equipo de empalme, en sus reuniones con expertos, con los perdedores… es un político que, podríamos decir, está liderando nuevas formas de hacer política, donde Bogotá será su laboratorio y su vitrina. Y esa nueva forma es lograr que, al final, no reconozcan que está actuando como político”.

Lo que viene para Carlos Fernando son grandes retos, en los que posiblemente jugará en contra la gran expectativa que generó, no solo con su votación histórica, sino por la presión de una ciudadanía que quiere resultados inmediatos y “los problemas de Bogotá son complejos y nos se resuelven fácil. En temas como seguridad y movilidad, una política pública no se hace en un semestre”, dice Oróstegui. Para Posada, otro de los retos será defender los intereses de Bogotá frente a un Gobierno Nacional que busca tener gran incidencia.

Aunque a Galán se le cuestiona la alta influencia de profesionales cercanos a Enrique Peñalosa, Iván Duque, Álvaro Uribe, Germán Vargas Lleras y Juan Manuel Santos, quienes lo conocen ven en ello una virtud de construir sobre lo bueno que dejaron sus antecesores. Independiente de las aguas en las en que se mueva, al final, lo que espera la gente es que llegue con soluciones y haga una buena alcaldía, pues de ello dependerá el futuro del Nuevo Liberalismo.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Alexánder Marín Correa

Por Alexánder Marín Correa

Periodista manizaleño, con experiencia en periodismo de datos, judicial, investigación y local. @alexmarin55Jamarin@elespectador.com

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luise(43869)10 de diciembre de 2023 - 03:57 p. m.
Es un DON NADIE, es cualquier cosa, ni chicha ni limonada. Es un desgraciado zangano un parásito que vive del estado toda su existencia, como ex galanista (de luis carlos) se que solo será lo mismo de siempre
MIGUEL(12588)10 de diciembre de 2023 - 03:22 p. m.
Exactamente eso es, un "Delfin", nada va a mejorar !!!
Olegario(51538)10 de diciembre de 2023 - 01:49 a. m.
Sandra Borda "clasista"? Este señor está más perdido que estómago de ahíto.
A(68560)10 de diciembre de 2023 - 12:37 a. m.
Un animal político al servicio de la basura tradicional. Desvergonzado cómplice de vargaslleras y de peñaloza. Del nuevo liberalismo no quedan sino despojos.
  • Olegario(51538)10 de diciembre de 2023 - 01:52 a. m.
    Nada que se reponen estos manes de la paliza que le dieron en Bogotá al petrismo en cabeza de Bolívar. Y prepárese, porque lo que viene para este gobierno del "cambio" en 2024 es aún más catastrófico.
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