Carril preferencial para carro compartido en Bogotá, ¿medida efectiva?
Aunque con la estrategia esperan promover la movilidad sostenible, expertos vaticinan su fracaso, pues el Distrito no puede controlar la medida y no hay infraestructura para ejecutarla. Distrito está estudiando plan piloto de carril preferencial
Laura Dulce Romero (ldulce@elespectador.com)
Aunar esfuerzos para mejorar la movilidad de Bogotá es una de las prioridades de las autoridades distritales. Mientras los grandes proyectos de infraestructura se desarrollan, surgen varias ideas para aliviar los eternos trancones y sobrellevar el reventado sistema de transporte de Bogotá. Una de ellas se anunció ayer, después de que el Concejo aprobara el proyecto de acuerdo que obliga al Distrito a implementar estrategias para impulsar la movilidad sostenible: la creación de un carril preferencial para los vehículos particulares que transporten desde tres pasajeros.
La iniciativa apenas se está analizando, pero se espera que en dos meses se implemente un plan piloto, según Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad: “Hemos venido trabajando en el carril para carro compartido, que podría ir por la carrera 68 en un circuito que tomará después la calle 26”. (LEA: En la 68 se implementaría carril preferencial para carro compartido en Bogotá)
Aunque se espera disminuir el número de carros que transitan en la ciudad, para algunos expertos solo es “un paño de agua tibia” y desde ya vaticinan su fracaso, por su difícil implementación.
Daniel Páez, director del grupo de Estudios en Sostenibilidad Urbana y Regional de la Universidad de los Andes, considera que la eficiencia de los carriles preferenciales depende de su control. Si bien Bocarejo tiene razón en que han funcionado en otros países, como Estados Unidos, Páez explica que en esos lugares hay un esquema robusto de vigilancia con cámaras, policías y hasta una línea de denuncias para que se respete la norma.
Pero lo más grave, dice el académico, es que Bogotá no puede ofrecer este tipo de incentivos, porque su infraestructura no se lo permite, pues no hay suficientes vías. Además, la capital tiene un problema de parqueos indebidos en calles que aún no ha podido solucionar y que no le permite disminuir la congestión.
Páez cree que ese tipo de decisiones no conduce a un buen camino, debido a que el impacto del carro compartido es muy reducido. “Pensar que esto resuelve en gran medida los problemas de movilidad es una ilusión, porque hay que recordar que la mayoría de viajes que se hacen en Bogotá son en transporte público”.
Lo que sugiere es que en vez de colapsar la ciudad con otro carril, se incentive el uso del carro compartido de otras maneras, como la posibilidad de tener una tarifa diferencial en parqueaderos. Sin embargo, advierte que también tendrían que evaluar el sistema de control.
Para Fernando Rojas, experto en movilidad, la estrategia puede servir en la medida en que los pasajeros tengan un origen y un destino en común. Señala que el ejercicio que se realizó en la Universidad de los Andes de compartir vehículo funcionó porque los estudiantes se dirigen a un mismo lugar y todos se comunican por una página de Facebook: “En Bogotá sería muy difícil implementar algo así. El Distrito no cuenta con ninguna plataforma y a eso hay que sumarle los problemas de inseguridad”.
La otra arista que agrega Rojas es que la capital está cada vez más segmentada: hay carril para rutas escolares, transporte público y también se está diseñando un piloto para motos. Para el experto, hasta el momento ninguno ha funcionado, porque esas calzadas no están integradas, y resalta que hace una semana una monitora de ruta de colegio denunció que cada vez es más lento el tránsito por esta vía exclusiva.
Lo ideal, dice Rojas, es que la Administración dé ejemplo: “Hasta ahora no hay una sola entidad que obligue a los funcionarios a compartir carro. Sería bueno que Bocarejo promueva primero esta propuesta en el Distrito, sin tener que enredarse adecuando un carril”. También sugiere que se realicen alianzas con las empresas privadas, para que dentro de ellas se promueva la estrategia.
En otros sectores el anuncio del plan piloto fue aplaudido. Alfredo Albornoz, gerente del Automóvil Club de Colombia, asegura que aplicar la iniciativa del carro compartido una vez a la semana podría reducir en 20 % la cantidad de carros que transitan a diario. Y agrega que en múltiples vías principales es imposible andar, incluso, en horas valle.
Según las cifras del Distrito, en Bogotá se realizan 12’755.826 viajes en un día promedio, 19 % de los cuales emplean vehículo particular o moto y cerca del 46 % se hacen en transporte público.
Aunar esfuerzos para mejorar la movilidad de Bogotá es una de las prioridades de las autoridades distritales. Mientras los grandes proyectos de infraestructura se desarrollan, surgen varias ideas para aliviar los eternos trancones y sobrellevar el reventado sistema de transporte de Bogotá. Una de ellas se anunció ayer, después de que el Concejo aprobara el proyecto de acuerdo que obliga al Distrito a implementar estrategias para impulsar la movilidad sostenible: la creación de un carril preferencial para los vehículos particulares que transporten desde tres pasajeros.
La iniciativa apenas se está analizando, pero se espera que en dos meses se implemente un plan piloto, según Juan Pablo Bocarejo, secretario de Movilidad: “Hemos venido trabajando en el carril para carro compartido, que podría ir por la carrera 68 en un circuito que tomará después la calle 26”. (LEA: En la 68 se implementaría carril preferencial para carro compartido en Bogotá)
Aunque se espera disminuir el número de carros que transitan en la ciudad, para algunos expertos solo es “un paño de agua tibia” y desde ya vaticinan su fracaso, por su difícil implementación.
Daniel Páez, director del grupo de Estudios en Sostenibilidad Urbana y Regional de la Universidad de los Andes, considera que la eficiencia de los carriles preferenciales depende de su control. Si bien Bocarejo tiene razón en que han funcionado en otros países, como Estados Unidos, Páez explica que en esos lugares hay un esquema robusto de vigilancia con cámaras, policías y hasta una línea de denuncias para que se respete la norma.
Pero lo más grave, dice el académico, es que Bogotá no puede ofrecer este tipo de incentivos, porque su infraestructura no se lo permite, pues no hay suficientes vías. Además, la capital tiene un problema de parqueos indebidos en calles que aún no ha podido solucionar y que no le permite disminuir la congestión.
Páez cree que ese tipo de decisiones no conduce a un buen camino, debido a que el impacto del carro compartido es muy reducido. “Pensar que esto resuelve en gran medida los problemas de movilidad es una ilusión, porque hay que recordar que la mayoría de viajes que se hacen en Bogotá son en transporte público”.
Lo que sugiere es que en vez de colapsar la ciudad con otro carril, se incentive el uso del carro compartido de otras maneras, como la posibilidad de tener una tarifa diferencial en parqueaderos. Sin embargo, advierte que también tendrían que evaluar el sistema de control.
Para Fernando Rojas, experto en movilidad, la estrategia puede servir en la medida en que los pasajeros tengan un origen y un destino en común. Señala que el ejercicio que se realizó en la Universidad de los Andes de compartir vehículo funcionó porque los estudiantes se dirigen a un mismo lugar y todos se comunican por una página de Facebook: “En Bogotá sería muy difícil implementar algo así. El Distrito no cuenta con ninguna plataforma y a eso hay que sumarle los problemas de inseguridad”.
La otra arista que agrega Rojas es que la capital está cada vez más segmentada: hay carril para rutas escolares, transporte público y también se está diseñando un piloto para motos. Para el experto, hasta el momento ninguno ha funcionado, porque esas calzadas no están integradas, y resalta que hace una semana una monitora de ruta de colegio denunció que cada vez es más lento el tránsito por esta vía exclusiva.
Lo ideal, dice Rojas, es que la Administración dé ejemplo: “Hasta ahora no hay una sola entidad que obligue a los funcionarios a compartir carro. Sería bueno que Bocarejo promueva primero esta propuesta en el Distrito, sin tener que enredarse adecuando un carril”. También sugiere que se realicen alianzas con las empresas privadas, para que dentro de ellas se promueva la estrategia.
En otros sectores el anuncio del plan piloto fue aplaudido. Alfredo Albornoz, gerente del Automóvil Club de Colombia, asegura que aplicar la iniciativa del carro compartido una vez a la semana podría reducir en 20 % la cantidad de carros que transitan a diario. Y agrega que en múltiples vías principales es imposible andar, incluso, en horas valle.
Según las cifras del Distrito, en Bogotá se realizan 12’755.826 viajes en un día promedio, 19 % de los cuales emplean vehículo particular o moto y cerca del 46 % se hacen en transporte público.