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Paul Naranjo, uno de los procesados por la extraña muerte de la joven Ana María Castro y a quien la Fiscalía le imputó el delito de feminicidio agravado, seguirá en prisión. A pesar de que sus abogados apelaron la medida de aseguramiento que le impuso un juez de garantías, alegando que él no tenía antecedentes ni era un peligro para la sociedad, otro juez, esta vez de conocimiento, estudió la solicitud y ratificó la necesidad de mantenerlo bajo detención intramural en la cárcel de Combita.
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Contrario a lo que había argumentado la defensa de Naranjo, para el funcionario judicial, la medida se hace necesaria, no solo porque podría representar un peligro para la sociedad, sino por la posibilidad de que él no comparezca al proceso. Vale recordar que Naranjo, al comienzo del proceso, tras la expedición de la orden de captura, se mantuvo escondido durante varias semanas, antes de entregarse a las autoridades. Durante ese tiempo, su abogado intentó convencer a la Fiscalía de recalificar el tipo penal de feminicidio a un posible homicidio culposo, situación que no logró.
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No obstante, el juez dejó en entredicho uno de los argumentos que presentó la Fiscalía a la hora de solicitar la medida de aseguramiento, relacionado con la posibilidad de que Naranjo podría obstruir la justicia, supuestamente, por haberse quedado con el teléfono celular de la víctima en la noche de los hechos. Esta situación, más allá de algunos testimonios, no tendría como probarlo. El togado señaló que la conclusión que esta apreciación se funda en especulaciones e indicios altamente contingentes.
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De acuerdo con Noticias Caracol, la Fiscalía ya radicó el escrito de acusación contra Naranjo y el otro sospechoso, Julián Ortegón, a los que pretende llevar a juicio por el delito de feminicidio agravado. Entre las pruebas que tiene la Fiscalía se encuentra el dictamen de la expedición al cadáver y algunos testimonios, entre ellos el de un joven quien dijo haber sido testigo del momento en el que lanzaron a la joven del vehículo. No obstante, los defensores de los dos procesados hasta el momento, han dicho que detrás del testimonio del testigo estrella del ente acusador hay varias inconsistencias.
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La muerte de Ana María Castro Romero, de 21 años, ocurrió el 5 de marzo de 2020. Sin embargo, las versiones de lo que ocurrió esa madrugada siguen siendo confusas. Por un lado, la Fiscalía dice tener evidencias para inferir que se trató de un feminicidio. Por el otro, la declaración que rindió al ente acusador uno de los tres jóvenes que estaban con la víctima, sugiere que más que un crimen, pudo ser una mortal imprudencia… un accidente.
Lo único que se tiene claro es que Castro salió de una fiesta en el norte de Bogotá y que se fue en una camioneta negra con tres amigos, rumbo a un apartamento en el barrio Pontevedra: Paul Naranjo, de 29 años, quien conducía el automotor; Julián Ortegón Mosquera, de 21 años, que iba como copiloto, y Mateo Reyes Gómez, de 25 años, quien se hizo en la parte de atrás con ella. Luego, que una ambulancia la recogió en la calle 80 con carrera 68, donde estaba tendida, y la llevó al hospital de Engativá, donde falleció producto de un trauma de cráneo severo, que derivó en muerte cerebral y luego un paro cardiaco.
Con la acusación radicada, ahora será un juez el encargado de analizar las pruebas de la Fiscalía, para determinar si detrás de la muerte de Castro Romero realmente hubo un feminicidio o se trató de un fatal accidente.