Colegiales buscan que el Concejo tramite proyecto por sus derechos LGBTIQ+
Siete líderes estudiantiles llevan dos años tratando que el cabildo discuta su proyecto para proteger a los alumnos con orientación diversa, pero en la corporación dicen que no tiene en cuenta propuestas de grupos estudiantiles.
Juan Camilo Parra
Mauren Sofía Dávila, de 17 años, recién graduada del colegio Universidad Libre, recuerda lo contrariada que se sintió cuando una maestra la discriminó por su maquillaje, diciéndole que era de “lesbianas”, y del difícil proceso para poder dejar de usar falda en su colegio. También, el hecho de que a estudiantes que tienen relaciones heterosexuales con otros estudiantes, “no les digan nada y, en cambio, el personal se alerta e inicia procesos al ver que una estudiante tiene una relación homosexual”. Por otro lado, Juan Pablo Otero, también de 17 años, estudiante de grado once del colegio Santo Tomás de Aquino, reconoce la marcada discriminación que presenció contra un estudiante homosexual desde que era pequeño.
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Mauren Sofía Dávila, de 17 años, recién graduada del colegio Universidad Libre, recuerda lo contrariada que se sintió cuando una maestra la discriminó por su maquillaje, diciéndole que era de “lesbianas”, y del difícil proceso para poder dejar de usar falda en su colegio. También, el hecho de que a estudiantes que tienen relaciones heterosexuales con otros estudiantes, “no les digan nada y, en cambio, el personal se alerta e inicia procesos al ver que una estudiante tiene una relación homosexual”. Por otro lado, Juan Pablo Otero, también de 17 años, estudiante de grado once del colegio Santo Tomás de Aquino, reconoce la marcada discriminación que presenció contra un estudiante homosexual desde que era pequeño.
Esas realidades llevaron a estos jóvenes, pertenecientes al Cabildo Estudiantil, en compañía de otros cinco de diferentes colegios, públicos y privados, a formular un proyecto que dé directrices y recomendaciones a los colegios para incluir de manera más efectiva y consciente a los estudiantes con orientación sexual o identidades diversas.
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Mauren y Juan Pablo tenían 15 años cuando empezaron a trabajar en el Proyecto de Acuerdo 115, que consta de 121 páginas. Su caso, aparte de poner en la mesa una discusión evadida y difícil de sostener en sociedad, crea incógnitas en cuanto a la verdadera función y participación que tienen los adolescentes del cabildo en Bogotá, pese al interés que promulgan las instituciones y concejales. Para este nuevo periodo el proyecto volvió a ser radicado con el respaldo del concejal José Cuesta (Pacto Histórico) a la Comisión de Gobierno, después de que no viera la luz a ningún debate en 2022 y 2023.
Un debate incómodo
Según Cuesta y los estudiantes que desarrollaron el proyecto, el debate no se agendó en estos dos años, no por falta de tiempo, sino por cuenta de una “discriminación ideológica”. Así lo cree el cabildante de la oposición al afirmar que Emel Rojas, entonces presidente del Concejo de Bogotá, “Se estaban sobreponiendo unas convicciones religiosas para impedir que se tramitase, nadie está pidiendo que aprueben el proyecto, solo que se abra el debate, porque este es un escenario democrático. Interpusimos una tutela al presidente del concejo el año pasado que falló a favor nuestro y aun así no se debatió”, señaló a El Espectador.
Entre los acuerdos plasmados en el proyecto, Juan Pablo Otero señala: “la armonización del manual de convivencia para que los estudiantes puedan elegir el uniforme libremente en función de su identidad y comodidad y la no replicación de estereotipos físicos, estéticos y de género; otro punto es la sensibilización de padres y personal de las instituciones para evitar que dentro de la comunidad educativa se refuercen prejuicios hacia las personas LGBTIQ+”. También propone establecer en las instituciones el Día Distrital de la Diversidad Sexual, de Géneros y el Libre Desarrollo de la Personalidad, el primer viernes de junio, al comienzo del mes de la diversidad.
Paula Andrea Senior Mesa, psicóloga, doctorante en pensamiento complejo, señala que el derecho al libre desarrollo de la personalidad pasa por lo físico o evidente, “el artefacto de la cultura”, en este caso, los uniformes. Pero no necesariamente es algo exclusivo a la comunidad LGBTIQ+. “No debería haber una característica que restringa el uso de los uniformes, está dentro del círculo de las necesidades de las personas”, señaló a este diario. Resaltan casos como el Colegio Mayor San Bartolomé.
Mauren Dávila, quien fue presidenta de la Mesa Distrital de Cabildantes Estudiantiles los últimos dos años está de acuerdo en que el tema trasciende los uniformes. “Nos dimos cuenta de que hay un problema de raíz que lo consideramos es cultural porque desde los primeros espacios de convivencia humana es donde nos empezamos a formar”.
El otro aspecto que señala la doctora es la formación, en lo cual piensa es necesario que las instituciones atiendan a la diversidad. “Anteriormente, se había restringido a la diversidad en materia cognitiva, de respuesta emocional y comportamental. Hemos visto que las necesidades LGBTIQ+ vienen presentándose en voz alta, tienen que incluirse dentro de los proyectos educativos institucionales porque hacen parte de la diversidad humana. Que hoy les demos nombre y sean colectivo, no significa que nunca hayan existido. Es necesario formar tanto a los estudiantes que no hacen parte de la comunidad, como de los que sí, a aprender a convivir”.
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Hostigamiento LGBTIQ+ en colegios
En el informe anual, Una radiografía del Prejuicio (2022) de la Defensoría del Pueblo, se advierte que las representaciones sociales en Colombia tienden a “invisibilizar y negar a niñas, niños y adolescentes su capacidad de decisión sobre la construcción de sus cuerpos, sus identidades de género y sus afectos y emociones”. El Documento de Diagnóstico sobre la Situación de Discriminación de la Población LGBTI en Colombia (2022), el 63% de hombres y mujeres que reportaron haber presenciado hechos de violencia o discriminación por orientación sexual o identidad de género, lo hicieron en entornos educativos.
En 2022 la Defensoría acompañó nueve casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes LGBTI, dos hacia mujeres lesbianas, dos hacia hombres gais y en relación con NNA con experiencia de vida trans, uno corresponde a una niña transgénero de 5 años, para quien su madre buscaba orientación para entender el tránsito de su hija; cuatro casos de orientación a adolescentes trans que buscaron asesoría para el cambio de sus documentos de identidad.
El informe Mi voz Cuenta: Encuesta de Clima Escolar LGBT en Colombia (2016) encontró que el 67% de estudiantes de colegio, entre los 13 y 20 años, se sienten inseguros en su institución debido a su orientación sexual y el 54,8% a la manera de cómo expresa su género. A su vez, el 23% dijo haberse ausentado al colegio entre una y seis veces por estas incomodidades.
Además, un porcentaje de estudiantes LGBTIQ+ prefieren evitar instalaciones de sus colegios como los baños (36.3% de los encuestados) y las clases de educación física (23.2%). Otros evitan vestuarios (17.1%). Y el 43% dijo haber sido víctima de acoso físico como empujones; el 11.8% de ellos, reportó que este acoso era regular.
Destaca el informe prácticas recurrentes como el lenguaje homofóbico con el que estudiantes se refieren a las orientaciones diversas en los colegios. El 76.1% señaló que escucha con frecuencia expresiones como “eso es muy gay”, “no seas gay”, entre otras. Y uno de cada cinco estudiantes reportó haber escuchado dicho lenguaje por parte del personal educativo.
Como muchas de las decisiones de ciudad, el Concejo de Bogotá, que ya ha presentado divisiones, y con nuevo presidente, será el que tenga la palabra de posibilitar que las y los jóvenes cabildantes debatan por sus ideas y el proyecto que durante dos años han esperado que haga parte de la agenda del cabildo distrital.
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