Comerciantes: afectados por la pandemia y el paro nacional
Pese a que muchos respaldan las marchas pacíficas, otros dicen que los actos violentos agravan su situación económica por el COVID-19. Temen que los saqueos acaben el patrimonio de toda la vida.
Diego Ojeda
El miércoles 5 de mayo no era festivo, pero casi el 100 % de los comercios del centro de la ciudad estaban cerrados. Los actos violentos de los últimos días, en medio de una movilización que desde sus bases busca ser pacífica, los llenó de temor y por eso prefirieron no abrir o cerrar sus establecimientos, antes de que fueran vandalizados y saqueados como ha ocurrido en otros sectores.
“No vamos a permitir que nos quiten el patrimonio de toda una vida”, aseguró el gerente del centro comercial El GranSan, Yansen Estupiñán. La imagen de lo que se vivió en el centro de la capital parece no tener precedentes, pues mientras en las calles se escuchaban las detonaciones de los artefactos de la Policía, sumadas a los gritos de los manifestantes, rejas para adentro estaban los comerciantes, armados con palos y cascos, por si algún grupo de delincuentes se les ocurría atentar contra sus locales.
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“Gracias a Dios las cosas no pasaron a mayores”, mencionó uno de los pequeños empresarios que en la mañana del jueves volvieron a abrir sus locales. No obstante, el temor persiste, a lo que se suma el impacto económico de las marchas y el ya conocido coletazo que han soportado por el COVID-19.
El panorama que muestra un informe publicado por la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), seccional Bogotá-Cundinamarca, es que en los nueve días de paro el comercio de la capital ha experimentado pérdidas diarias cercanas a los $50.000 millones, sin incluir los sobrecostos en asuntos logísticos ni los daños a la infraestructura pública y privada.
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Sumado a esto, el 94 % de los comerciantes encuestados aseguran que han tenido que cerrar antes de las siete de la noche; el 34 % dice que sus trabajadores han llegado tarde o no han podido asistir, y el 5 % comenta haber sido víctima de ataques vandálicos, como saqueos o daños en sus fachadas. La Federación asegura que esto último se ha vuelto más persistente con el paso de los días.
El informe también muestra que en la capital las ventas han caído en más del 90 % debido a las restricciones del Distrito en el marco de la pandemia, a las estaciones de Transmilenio inoperantes por el vandalismo y al temor que tienen muchos de salir a comprar en medio de las manifestaciones.
Según María Alejandra Osorio, subdirectora de la Asociación Colombiana de las Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi) seccional Bogotá-Cundinamarca, en los últimos días, por cuenta de los bloqueos en las vías, se han evidenciado problemas de abastecimiento de materias primas y despachos de mercancías y de pedidos en las empresas, especialmente en el sector industrial. Por su parte, el análisis de Juan Esteban Orrego, director ejecutivo de Fenalco Bogotá-Cundinamarca, es que este panorama recrudece la situación de desempleo (la tasa en la capital fue del 20,1 % en el trimestre enero-marzo) y de pobreza (el 40,1 % de los bogotanos son pobres) en la ciudad.
“La escasez de productos hace que los precios de estos suban, con lo cual también nuestro dinero cada vez tiene menos poder adquisitivo. No se nos puede olvidar que el 96 % de las empresas son micro, pequeñas y medianas. Hacemos un llamado a la coherencia, porque estamos afectando más la crisis económica y humanitaria”, argumenta Orrego.
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Hay que decir que gran parte de los comerciantes apoyan al paro, de hecho, muchos de ellos salieron a protestar en contra de la reforma tributaria y del manejo que la alcaldesa Claudia López le ha dado a la pandemia. No quieren que su descontento se malinterprete. Son claros en decir que su repudio es contra los actos violentos.
Desde una posición gremial, Osorio manifiesta el respaldo al derecho a la protesta pacífica y reprocha los actos de vandalismo que a la larga terminan no solo afectando a la infraestructura pública y privada, sino deslegitimando en gran medida el esfuerzo que ha hecho la ciudadanía para manifestar su inconformidad. Del mismo modo, rechaza los casos de abuso de la Policía y militares, asegurando que los mismos solo agravan el panorama nacional.
Orrego se suma al rechazo frente a las manifestaciones violentas, a la vez que reitera la premisa de que así como se respeta el derecho a la protesta, se debe respetar el derecho al trabajo y a la movilidad. Para mitigar este complejo panorama económico, la Secretaría de Desarrollo Económico recuerda que cuentan con programas financieros respaldados por el Fondo Nacional de Garantías, próximamente con líneas de crédito Bancóldex y líneas de financiación para mujeres, además de asesorías financieras y estímulos para la transformación digital.
No obstante, la situación en la capital no deja de ser un dilema para muchos empresarios y comerciantes, pues si bien tienen vía libre para trabajar este fin de semana (ya que el Distrito anunció el levantamiento de la cuarentena) persiste el temor de abrir sus establecimientos. Para algunos puede resultar hasta paradójico el hecho de que las calles estén llenas de potenciales compradores, pero sus locales, por seguridad, los tengan que cerrar.
El miércoles 5 de mayo no era festivo, pero casi el 100 % de los comercios del centro de la ciudad estaban cerrados. Los actos violentos de los últimos días, en medio de una movilización que desde sus bases busca ser pacífica, los llenó de temor y por eso prefirieron no abrir o cerrar sus establecimientos, antes de que fueran vandalizados y saqueados como ha ocurrido en otros sectores.
“No vamos a permitir que nos quiten el patrimonio de toda una vida”, aseguró el gerente del centro comercial El GranSan, Yansen Estupiñán. La imagen de lo que se vivió en el centro de la capital parece no tener precedentes, pues mientras en las calles se escuchaban las detonaciones de los artefactos de la Policía, sumadas a los gritos de los manifestantes, rejas para adentro estaban los comerciantes, armados con palos y cascos, por si algún grupo de delincuentes se les ocurría atentar contra sus locales.
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“Gracias a Dios las cosas no pasaron a mayores”, mencionó uno de los pequeños empresarios que en la mañana del jueves volvieron a abrir sus locales. No obstante, el temor persiste, a lo que se suma el impacto económico de las marchas y el ya conocido coletazo que han soportado por el COVID-19.
El panorama que muestra un informe publicado por la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), seccional Bogotá-Cundinamarca, es que en los nueve días de paro el comercio de la capital ha experimentado pérdidas diarias cercanas a los $50.000 millones, sin incluir los sobrecostos en asuntos logísticos ni los daños a la infraestructura pública y privada.
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Sumado a esto, el 94 % de los comerciantes encuestados aseguran que han tenido que cerrar antes de las siete de la noche; el 34 % dice que sus trabajadores han llegado tarde o no han podido asistir, y el 5 % comenta haber sido víctima de ataques vandálicos, como saqueos o daños en sus fachadas. La Federación asegura que esto último se ha vuelto más persistente con el paso de los días.
El informe también muestra que en la capital las ventas han caído en más del 90 % debido a las restricciones del Distrito en el marco de la pandemia, a las estaciones de Transmilenio inoperantes por el vandalismo y al temor que tienen muchos de salir a comprar en medio de las manifestaciones.
Según María Alejandra Osorio, subdirectora de la Asociación Colombiana de las Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi) seccional Bogotá-Cundinamarca, en los últimos días, por cuenta de los bloqueos en las vías, se han evidenciado problemas de abastecimiento de materias primas y despachos de mercancías y de pedidos en las empresas, especialmente en el sector industrial. Por su parte, el análisis de Juan Esteban Orrego, director ejecutivo de Fenalco Bogotá-Cundinamarca, es que este panorama recrudece la situación de desempleo (la tasa en la capital fue del 20,1 % en el trimestre enero-marzo) y de pobreza (el 40,1 % de los bogotanos son pobres) en la ciudad.
“La escasez de productos hace que los precios de estos suban, con lo cual también nuestro dinero cada vez tiene menos poder adquisitivo. No se nos puede olvidar que el 96 % de las empresas son micro, pequeñas y medianas. Hacemos un llamado a la coherencia, porque estamos afectando más la crisis económica y humanitaria”, argumenta Orrego.
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Hay que decir que gran parte de los comerciantes apoyan al paro, de hecho, muchos de ellos salieron a protestar en contra de la reforma tributaria y del manejo que la alcaldesa Claudia López le ha dado a la pandemia. No quieren que su descontento se malinterprete. Son claros en decir que su repudio es contra los actos violentos.
Desde una posición gremial, Osorio manifiesta el respaldo al derecho a la protesta pacífica y reprocha los actos de vandalismo que a la larga terminan no solo afectando a la infraestructura pública y privada, sino deslegitimando en gran medida el esfuerzo que ha hecho la ciudadanía para manifestar su inconformidad. Del mismo modo, rechaza los casos de abuso de la Policía y militares, asegurando que los mismos solo agravan el panorama nacional.
Orrego se suma al rechazo frente a las manifestaciones violentas, a la vez que reitera la premisa de que así como se respeta el derecho a la protesta, se debe respetar el derecho al trabajo y a la movilidad. Para mitigar este complejo panorama económico, la Secretaría de Desarrollo Económico recuerda que cuentan con programas financieros respaldados por el Fondo Nacional de Garantías, próximamente con líneas de crédito Bancóldex y líneas de financiación para mujeres, además de asesorías financieras y estímulos para la transformación digital.
No obstante, la situación en la capital no deja de ser un dilema para muchos empresarios y comerciantes, pues si bien tienen vía libre para trabajar este fin de semana (ya que el Distrito anunció el levantamiento de la cuarentena) persiste el temor de abrir sus establecimientos. Para algunos puede resultar hasta paradójico el hecho de que las calles estén llenas de potenciales compradores, pero sus locales, por seguridad, los tengan que cerrar.