Comercio en Bogotá: Del cierre a la reapertura tras la pandemia
Durante los últimos dos años fueron cerradas cerca de 32 mil pequeñas y medianas empresas en la capital. Pese a que la existen oportunidades económicas para emprender y se habla de reactivación, lo que ahora hace falta son clientes.
Han pasado dos años desde que la capital fue confinada tras la llegada de los primeros casos de coronavirus. Por ese entonces, en los primeros dos meses del 2020, y como era tradicional, la ciudad era tan congestionada como siempre la han identificado viajeros y turistas. Andenes dejaban de ser el paso exclusivo para peatones y se convertían en vitrinas momentáneas de cuanto objeto pudiera ser comercializado y vistoso para el ciudadano de a pie.
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Han pasado dos años desde que la capital fue confinada tras la llegada de los primeros casos de coronavirus. Por ese entonces, en los primeros dos meses del 2020, y como era tradicional, la ciudad era tan congestionada como siempre la han identificado viajeros y turistas. Andenes dejaban de ser el paso exclusivo para peatones y se convertían en vitrinas momentáneas de cuanto objeto pudiera ser comercializado y vistoso para el ciudadano de a pie.
Las principales calles de Bogotá permanecían colmadas de motos, carros y hasta bicicletas, todos intentando hacer su lugar en una ciudad que siempre se ha caracterizado por su rapidez, a excepción de la movilidad. Si se le preguntaba a un foráneo sobre cómo describía por ese entonces a Bogotá, la respuesta más común era “todo el mundo está de afán”.
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Esa imagen de una gran mole de concreto que pareciera tener vida propia y moverse al ritmo acelerado de los bogotanos, o ajenos que han llegado a hacer vida en la capital colombiana, un día se detuvo. Cada uno de los más de siete millones de habitantes, un jueves de marzo de 2020, ingresó a su casa y solo volvió a salir de allí para ejecutar tareas puntuales y de primera necesidad como comprar alimentos.
Los mercados itinerantes no volvieron a ser los mismos, incluso muchos dejaron de existir, eso mismo pasó con buen parte del comercio en general. Esa ciudad, que muchos recordaban como “rápida”, se apagó y pese a que hace pocos días se cumplieron dos años de la llegada de la pandemia, apenas se está hablando de reactivación, aperturas graduales. El comercio está renaciendo.
De acuerdo con cifras de la Cámara de Comercio de Bogotá, el total de empresas activas de la capital pasó de 436.942 en 2019 a 384.352 en 2020 y a 404.054 en 2021, lo que significó que ese año hubo una reducción de 8% al comparar con 2019 y un aumento de 5% al comparar con 2020. Este movimiento en las estadísticas muestra una leve recuperación, luego de haber registrado en 2020 la caída más fuerte del comercio en los últimos 10 años.
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En cuanto a los 59 municipios de Cundinamarca, en donde la Cámara de Comercio tiene jurisdicción, las empresas activas al cierre de 2019 fueron 64.144; en 2020 fueron 61.722 y en 2021, 66.525. A diferencia de la capital, en el año pasado en la región se observó una recuperación del 4% frente al 2019, periodo anterior a la pandemia. Otras cifras de la Cámara de Comercio destacan que, para el año pasado, del total de empresas activas de Bogotá y la región, el 53,9% corresponde a servicios; el 32,3% a comercio y el 13,8% a industria.
Los casos más comunes del comercio que cerró durante los últimos dos años fueron los de pequeñas y medianas empresas, que pese a que buscaron alternativas de financiamiento y nuevas formas de operar, nunca encontraron clientes para comercializar sus productos. Un caso puntual es el de un acogedor y discreto restaurante del barrio La Macarena (localidad de Santa Fe), el cual se especializaba en comida italiana.
El lugar, que a pesar de “reinventarse” proponiendo envíos a domicilio, nunca encontró su esencia en esta manera de trabajar, motivo por el que decidió acabar con cerca de dos décadas de tradición. Este caso es la muestra de otros tantos restaurantes, que, en cualquier zona de la capital, desde el sur hasta el norte, cerraron porque las ganancias se redujeron al punto de hacer de un negocio soñado, una constante pérdida de dinero.
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A pesar de que buena parte de los negocios volvieron a abrir al público, es natural ver que algunos locales de zonas comerciales permanecen con las rejas abajo y, en cambio de los letreros llamativos, ahora hay avisos de “se arrienda” o, en el peor de los casos, “se vende”.
Con las nuevas medidas del Distrito, que han permitido que, incluso, los bogotanos se retiren el tapabocas en espacios abiertos, la activación económica ha empezado a tomar fuerza. Además, el retorno a la presencialidad ha hecho a que ciertos locales comerciales sean necesarios en entornos empresariales y educativos. Es por eso por lo que algunos comerciantes llegan a la conclusión de que además del apoyo gubernamental para mantenerse, siempre será más necesario el cliente.
“El apoyo de un subsidio no sobra, pero a la final eso no sirve si no tenemos quién nos compre la mercancía. Necesitamos a la gente en la calle, que salga a tomarse una gaseosa, que compre ropa, o que vaya a un restaurante a comer. Que nos dejen salir y volver a la normalidad es lo que nos ha servido a los dueños de las tiendas hoy en día”, dijo Ramiro, el dueño de un restaurante en Chapinero.
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