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La intervención al hospital San Juan de Dios (SJD) es uno más de esos proyectos que se lleva discutiendo durante décadas en Bogotá. Desde finales del siglo XX, cuando por múltiples problemas operativos y económicos se produjo el cierre del complejo hospitalario, se viene hablando de cómo revivirlo y ponerlo de nuevo en funcionamiento en beneficio de los bogotanos más necesitados, tal como en sus inicios. Cada una de las últimas tres alcaldías ha propuesto planes para abrir de nuevo el SJD, pero en términos generales el debate siempre se ha movido entre la demolición de varios edificios del complejo o la restauración de los mismos.
Al parecer ese debate finalizó con la firma del contrato para realizar una intervención al hospital, algo con lo que un sector no está de acuerdo al considerar que el camino no es la demolición, en especial del edificio central, que es el más importante de los 24 edificios del complejo hospitalario. Y aunque la intervención difícilmente tendrá reversa, pues ya está en marcha un contrato por $506.652 millones, la controversia se mantiene pues quienes rechazan las obras (entre ellos algunos expertos que realizaron el Plan Especial de Manejo y Protección -PEMP-, que contiene el programa para restaurar y reabrir el SJD), no están de acuerdo con la decisión de demoler y reconstruir y anunciaron una vigilancia más que rigurosa al proyecto.
>LEA: Hospital San Juan de Dios: el debate entre reforzar o demoler
En medio de ese tire y afloje se creó una comisión de apoyo y seguimiento al proyecto, liderada por 10 personas entre expertos, congresistas y representantes de entidades. Estos son Mauricio Uribe, exdirector del Instituto Distrital de Patrimonio; Jorge Ospina, médico de urgencias del SJD durante 18 años; Mónica Aldana, consejera territorial de Planeación; Carlos Roberto Pombo, presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato; José Daniel López, representante por Cambio Radical; Antonio Sanguino, senador de la Alianza Verde; Gabriel Santos, representante por Centro Democrático; Germán Ricaurte, exedil de Chapinero; Julio César Castellanos, director del Hospital San Ignacio y vocero en Bogotá de la Asociación de Clínicas y Hospitales, y Juan Carlos Pinzón, presidente de ProBogotá.
Ese comité, durante tres meses, analizó diferentes variables y escenarios sobre la renovación del SJD y emitió un conjunto de consideraciones y recomendaciones sobre el futuro del histórico complejo. La primera y más importante petición de este grupo es que con el proyecto de renovación no ocurra algo similar a la construcción del Metro de Bogotá, es decir que se postergue durante décadas debido a diferencias y egos entre políticos.
Para los 10 firmantes del documento, la intervención al SJD va más allá de la demolición y reconstrucción de la Torre Central. “Son 24 edificios de enorme valor patrimonial e histórico. Y entre ellos, la Torre Central, que actualmente no está en condiciones de operar como un hospital moderno. La ruta trazada por la administración va en el camino correcto”, indicó la comisión, que consideró también que esa intervención debe mantener el San Juan como un hospital universitario, orientado a la educación y a la investigación científica.
Esa fue la primera de las seis recomendaciones del comité, que pidió pasar la página del debate sobre si demoler o reforzar, y se pase a uno que gire en torno a la calidad y cobertura de los servicios de salud pública en el SJD. “El Complejo Hospitalario San Juan de Dios no debe convertirse en un episodio más de la desafortunada tradición bogotana, en la cual las peleas políticas tienden a prevalecer sobre la solución de los problemas estructurales de los bogotanos”, reza el pronunciamiento conjunto.
Asimismo, la comisión pidió al Gobierno nacional que se involucre más con el proceso de recuperación del SJD, tal como quedó contemplado en la Ley 735, que se firmó en 2002 y declaró el SJD y el Instituto Materno Infantil como monumento nacional. Esa ley ordenó adelantar todas las acciones necesarias para reabrir el complejo hospitalario, por lo que los comisionados solicitaron a la Nación que cofinancie el proceso de intervención.
La segunda recomendación es que, fiel a sus orígenes, el SJD sea un proyecto 100% público, con vocación universitaria. Para eso, pidieron a la Universidad Nacional y a la Alcaldía de Bogotá que los requerimientos dotacionales y los diseños de detalle se realicen en sintonía con esa necesidad. “Creemos que el proyecto educativo a desarrollar debe trascender el área de la medicina, apostando a la formación científica y humanista de miles de futuros profesionales en distintas disciplinas”, agregaron.
Por otro lado el equipo instó a los gobiernos Nacional y Distrital que se comprometan con recuperar de forma integral el San Juan para que siga siendo el epicentro de la investigación científica en el país. Esto, teniendo en cuenta que entre los siglos XVIII, XIX y XX, en medio de atención a guerras y epidemias, el complejo hospitalario se convirtió en un referente en salud e investigación científica. Allí se crearon las cátedras de química, bacteriología, psiquiatría, ortopedia, entre otras, hasta que cambió la historia del hospital con la construcción del Edificio Central, entre 1948 y 1952, cambiando el modelo de pabellones y usando bloques compactos.
Finalmente, los firmantes pidieron no centrar el debate en el tema de la Torre central y pidieron evaluar la intervención en las 24 edificaciones y espacios públicos. También pidieron avanzar para saldar la deuda de haber permitido que el San Juan llegara al estado de abandono en el que se encuentra. “Para esta comisión resulta evidente que no es viable el funcionamiento de un hospital moderno en las actuales instalaciones de la Torre Central. Así mismo, consideramos que la primera prioridad del nuevo complejo debe ser el funcionamiento de un hospital 3 de alta complejidad, a la vanguardia internacional en materia científica, tecnológica, educativa y asistencial”, concluyeron.