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Uno de los temas que se ha ubicado en la agenda pública, no solo del Concejo Distrital, sino de los capitalinos en general, ha sido el muy mencionado cupo de endeudamiento de Bogotá. Tras la solicitud de la alcaldesa Claudia López de aumentarlo en $5,8 billones, muchos se han preguntado cómo funciona esta deuda y si vale la pena. Desde la sección Bogotá de El Espectador nos dimos a la tarea de desmenuzar el tema para el bienestar del Distrito en los próximos años.
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¿Qué es el cupo de endeudamiento y cómo funciona?
Es importante empezar asimilándolo como un crédito más. Así como cualquier persona solicita un préstamo en un banco para algún emprendimiento o una inversión familiar, la ciudad también puede hacerlo. La diferencia radica en que el dinero no se designará en la adquisición de bienes o servicios que benefician a una sola persona. Por el contrario, se trata de inversiones que beneficiarán a los más de 7,9 millones de capitalinos.
“El cupo de endeudamiento es un trámite que se hace para financiar los proyectos de inversión que la ciudad no es capaz de costear con recursos propios. Eso es, básicamente, un rango de dinero para subvencionar los planes de desarrollo de cada administración y se hace con la proyección del mismo”, describe la economista y magíster en Finanzas y Administración de Política Económica, Beatriz Elena Arbeláez, quien también fue secretaria de Hacienda en la administración del alcalde Enrique Peñalosa.
De acuerdo con la experta, cada mandatario proyecta las mega inversiones más relevantes de la ciudad en los próximos cuatro o cinco años. Acción que se realiza teniendo en cuenta que se planea usualmente en la mitad del mandato actual y se extiende hasta la mitad del siguiente.
Esto en concordancia con lo que se denomina ‘la armonización presupuestal’, lo que según el Manual Operativo Presupuestal del Distrito Capital, consiste en “adecuar la estructura presupuestal definida en el marco del Plan de Desarrollo vigente a la estructura presupuestal del nuevo Plan de Desarrollo”. Palabras más palabras menos, el nuevo alcalde debe trabajar inicialmente con el presupuesto que dejó el funcionario anterior.
En este punto cabe mencionar que la propuesta de Claudia López es que de los 5,8 billones de pesos solicitados, $1,08 billones se destinen para financiar la construcción de 25 colegios, que tendrán 23.895 cupos escolares y $1,4 billones estarían enfocados en garantizar 56 mil becas de educación superior tanto técnica, tecnológica y universitaria, para jóvenes y mujeres.
Adicionalmente, López dejo en claro que $2,81 billones estarían destinados a la realización de la segunda línea del Metro, en el tramo que va desde la calle 72 hasta las localidades de Suba y Engativá, y que se invertirían $0,3 billones en las obras que permitan la inauguración del Cable Aéreo en el sector de San Cristóbal. Sumado a que los $0,24 billones restantes estarían destinados a la construcción del Centro Deportivo de Alto Rendimiento Gibraltar, entre Kennedy y Bosa.
Entonces… ¿De dónde saldrá el dinero para pagar?
Cabe mencionar que la capacidad de endeudamiento de la ciudad depende directamente de la cantidad de ingresos que recibe a través de diferentes mecanismos. Entre ellos se encuentran los impuestos que pagan todos los ciudadanos, como el de vehículos, predial unificado, Industria y Comercio, delineación urbana, sobretasa de la gasolina, entre otros.
Según la Secretaría Distrital de Hacienda, hasta mediados de mayo del 2022 ya se había recaudado $3,6 billones, equivalente al 33 % del monto total, de los $11 billones que esperan recaudar en lo corrido del año. En ese orden de ideas, adquirir un préstamo implicaría comprometer parte los ingresos de los impuestos de los próximos años, decisión que es indispensable analizar, teniendo en cuenta también que de manera paralela es necesario suplir los gastos que acarrean las inversiones futuras.
“Lo clave en ese sentido es analizar si vale la pena la inversión que se propone desde la administración. Partamos de un ejemplo, los 25 colegios que se construirán implica no solo el costo de la edificación de los planteles, sino también un costo operativo para vincular a los administrativos y docentes que impartirán clase. Se debe analizar también que estamos en un proceso de transición demográfica, por el cual nacen menos niños, entonces puede que esta iniciativa de aumentar los cupos escolares termine siendo insatisfactoria, porque tendríamos en un futuro más infraestructura que menores por educar”, afirma Ómar Oróstegui, politólogo y magíster en Estudios para el Desarrollo.
Dicho todo esto, la gran conclusión a la que llegan los expertos es que, en definitiva, el aumento del cupo de endeudamiento de Bogotá afecta directamente a los ciudadanos, entendiendo en qué se invertirán los aportes que se realizan en forma de impuestos. Adicionalmente, el cumplimiento del plan de desarrollo de cada mandatario definirá las prioridades de inversión en la mitad de su periodo y dos años del siguiente.
Esto, de manera directa, afectará de manera positiva o negativa el futuro de quienes habitan la capital. Pues, si bien en la actualidad no se sentirán los efectos (más allá de los trancones por obras), a futuro el éxito de los proyectos podría dinamizar la economía (que es la motivación de la administración), con lo que aumentaría el recaudo de impuestos y se facilitaría el pago de las deudas. Por el contrario, el fracaso, pondría en dificultades a las próximas administraciones, quienes se verían obligadas a hacer ajustes y recortes presupuestales, hasta tocar la inversión social que sí afectarían al ciudadano.
Falta ver el análisis que haga el próximo mandatario, quien llegará con un nuevo plan de desarrollo y tendrá que revisar con detalle el estado de las finanzas de la capital. Por ahora, todo apunta a que hay forma de maniobrar, algo que solo se sabrá una vez la ejecución de los recursos esté en marcha.
Nota relacionada: Claudia López, cupo de endeudamiento y movidas políticas en Bogotá.
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