¿Cómo le fue a Gustavo Petro en la Alcaldía de Bogotá?
El hoy presidente fue alcalde entre 2012 y 2015. Aunque llegó con una ambiciosa propuesta social, fue más lo que dedicó a la confrontación que a la administración. Terminó su mandato con una aprobación del 32 %. Educación, Movilidad y Hábitat, fueron los sectores donde más incumplió.
Si Gustavo Francisco Petro Urrego no hubiera sido alcalde de Bogotá, seguro no estaría en el altar político desde donde hoy goza las mieles de la Presidencia de la República. Se podría decir que a partir ahí empezó a amasar el caudal político que lo tienen como el principal elector en la capital. A pesar de las duras críticas que recibió mientras estuvo al frente del Palacio Liévano, por no cumplir al 100 % lo que prometió, cada pelea que dio la capitalizó a su favor.
El hoy recién electo presidente, quien manejará los rumbos del país en los próximos cuatro años, resultó electo alcalde en las elecciones de octubre de 2011, cuando derrotó por más de 170 mil votos a Enrique Peñalosa, su inmediato perseguidor y quien luego fue su sucesor.
Para entonces, Petro llegaba con un haber político, que lo situaba como un senador brillante, que develó los vínculos de decenas de congresistas con los paramilitares y narcotraficantes; que fue una de las voces más altisonantes de la oposición al gobierno de Álvaro Uribe, y por haberse peleado con su entonces partido, el Polo Democrático, por el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, que investigó y denunció, cuando Samuel Moreno Rojas era el alcalde de la capital.
“Si el gobierno no es capaz de demostrar que puede gobernar este país con sus mayorías decentes —que bien que las ha construido—, sino que tiene, por obligación, que tener a su lado a los narcotraficantes y a los criminales contra la humanidad para poder gobernar y para hacer leyes en el Congreso, entonces es un gobierno criminal”, fue una de las intervenciones del otrora senador Petro desde su curul, cuando estalló el escándalo de la parapolítica en 2008.
Lea: Quiero ser presidente: un perfil de Gustavo Petro | Pódcast.
El inicio y fin en la Alcaldía de Bogotá
Se posesionó como Alcalde el primero de enero de 2012 bajo el lema y una visión de ciudad llamada “Bogotá Humana”, en la que se le daba lugar primordialmente a la educación, el desarme ciudadano, la integración social y la lucha contra la pobreza. No obstante, casi desde que asumió le tocó enfrentar los embates de una fuerte oposición, que lo tuvo más tiempo defendiéndose que administrando.
Por eso, su administración fue tensa y muchos lo calificaron como un mal gerente, que promete mucho y hace poco; de ser un gobernante incapaz de trabajar en equipo; de ser terco y obstinado, que casi siempre se salió con la suya, y hasta de déspota, como lo calificó, quien fue el director de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Bogotá, Daniel García-Peña, en junio de 2012. Pero todo eso, como hábilmente ha hecho, lo volvió a su favor, ante un electorado que le ha creído sin mayores cuestionamientos.
Decisiones por las que se recuerde y le generaron ruido, varias: cambió el esquema de recolección de aseo, para crear una empresa pública de recolección e involucrar a los recicladores, con lo que se enfrentó a los privados, que por años mantuvieron el negocio; bajó y congeló la tarifa de Transmilenio, creando las horas pico y valle, con lo que mermó el recaudo de los operadores privados; recompró las acciones de la Transportadora de Gas Internacional, en el doble de lo que había vendido su antecesor para recuperar el control de la compañía como activo público; aprobó por su cuenta la Modificación Especial del POT... En todas, no solo tuvo que enfrentarse a los opositores, sino a los entes de control.
Pero, sin duda, algo que marcó su paso por el Palacio Liévano fue la batalla que dio por sus derechos políticos contra el entonces procurador general, Alejandro Ordóñez, —hoy embajador de Colombia ante la Organización de Estados Americanos—, quien lo destituyó en diciembre de 2013 de su cargo como alcalde y lo inhabilitó por 15 años para ejercer cargos públicos por el famoso caso de la crisis de las basuras. El jefe del ente de control, no solo lo quería fuera del cargo, sino fuera de la vida política. Y si bien el país vio cómo tuvo que dejar el cargo, Petro echó mano de todas las herramientas legales que tuvo a la mano, nacionales e internacionales, por defender su elección.
Y ganó: pasado un mes regresó bajo la protección de las medidas cautelares que le otorgó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que a la larga lo llevaron a ganarle el pulso a Ordóñez. No solamente el Tribunal Superior de Bogotá le dio la razón, sino la CIDH, que en julio de 2020 falló en contra el Estado colombiano.
En su decisión, determinó que la destitución vulneró sus derechos políticos y determinó que ningún funcionario elegido popularmente puede ser apartado de su cargo por una autoridad diferente a un juez. Ese capítulo marcó un antes y un después en la carrera política de Petro, pues a raíz de ello se fortaleció popularmente, al punto de ser hoy el líder más fuerte de la izquierda en Colombia.
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Petro y su gestión como gobernante de Bogotá
Las cifras oficiales dejan ver que la “Bogotá Humana” de Petro se caracterizó por fijarse metas retadoras, pero que cumplió a medias, a pesar de que la ejecución presupuestal de los programas más relevantes de su plan de desarrollo hubieran tenido buenos porcentajes.
De acuerdo con el balance que realizó la Veeduría Distrital en febrero de 2016 (dos meses después de que saliera del cargo) y en el que le hizo seguimiento a 56 metas en sectores como educación, salud, integración social, desarrollo económico, movilidad y hábitat, se determinó que tuvo un avance presupuestal del 67 %, puesto que logró invertir 26 de los 39 billones de pesos del presupuesto destinado a inversión directa. Así mismo, frente a la ejecución de esos $26 billones, se encontró que el 86 % ($22 billones) se ejecutaron en los sectores que albergaban esas 56 metas fundamentales.
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¿Qué hizo y que no hizo Gustavo Petro en Bogotá?
En este ítem, que midió la ejecución de recursos, los sectores de Hábitat, Integración Social y Salud fueron los que mejores niveles tuvieron, con 98,88 %, 96,90 % y 94,07 %, respectivamente. Las cinco metas priorizadas en el sector hábitat concentraron $480.988 millones, del total de presupuesto de inversión directa, de los cuales se ejecutaron $475.611 millones; mientras que en Integración Social se priorizaron once metas, en las que se ejecutó $1′8 billones de los casi $1′9 billones destinados, y en Salud se ejecutaron $4,4 billones de los $4,7 billones destinados a nueve metas.
Metas / Sector | Recursos programados | Recursos ejecutados | Porcentaje de ejecución |
---|---|---|---|
11 metas / Educación | $9.750.044.000.000 | $9.021.995.000.000 | 92,53 % |
5 metas / Desarrollo Económico | $219.825.000.000 | $163.679.000.000 | 74,46 % |
9 metas / Sector Salud | $4.745.059.000.000 | $4.463.857.000.000 | 94,07 % |
11 metas / Sector Integración Social | $1.876.575.000.000 | $1.818.483.000.000 | 96,90 % |
15 metas / Sector Movilidad | $9.079.452.000.000 | $6.530.235.000.000 | 71,92 % |
5 metas / Sector Hábitat | $480.988.000.000 | $475.611.000.000 | 98,88 % |
Total Inversión | $26.151.944.000.000 | $22.473.860.000.000 | 85,94 % |
Ante estas cifras de ejecución presupuestas, según el informe de la Veeduría, el nivel de cumplimiento físico de las metas para las cuales fueron ejecutados esos recursos tuvo un resultado tibio, pues 26 de las 56 metas tuvieron alto riesgo de incumplimiento y nueve con riesgo medio.
El sector de la movilidad fue el peor indicador de la administración de Gustavo Petro, en cuanto a los propósitos más importantes que se trazó. De las 15 metas, 12 quedaron en riesgo alto de incumplimiento al terminar su gobierno. Solo dos tenían alta probabilidad de cumplirse y una tenía riesgo medio de incumplimiento.
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A este le sigue Hábitat, en donde de las cinco metas más relevantes, cuatro quedaron en riesgo alto de incumplimiento y una en riesgo medio. Posteriormente, de las 11 metas en el sector educación, cuatro terminaron con alta probabilidad de cumplirse, una con riesgo medio de incumplimiento y seis tenían riesgo alto de incumplimiento. Entre tanto, el sector de Integración Social fue el de mejor desempeño, pues el 91 % de los propósitos terminaron esa administración bajo el indicador de “posiblemente se cumplirán” y solo una con riesgo alto de incumplimiento.
Sector | Posiblemente se cumplirán | Riesgo Medio de Incumplimiento | Riesgo Alto de Incumplimiento | Total |
---|---|---|---|---|
Educación | 4 (36 %) | 1 (9 %) | 6 (55 %) | 11 |
Desarrollo Económico | 4 (80 %) | 0 (0 %) | 1 (20 %) | 5 |
Salud | 1 (11 %) | 6 (67 %) | 2 (22 %) | 9 |
Integración Social | 10 (91 %) | 0 (0 %) | 1 (9 %) | 11 |
Movilidad | 2 (13 %) | 1 (7 %) | 12 (80 %) | 15 |
Hábitat | 0 (0%) | 1 (20 %) | 4 (80 %) | 5 |
Totales | 21 (38 %) | 9 (16 %) | 26 (46% | 56 |
Por último, los programas de educación y salud fueron sectores en los que Bogotá avanzó durante esos años, pues la Veeduría resaltó que 263.649 niños, niñas y adolescentes fueron beneficiados con la jornada escolar de 40 horas semanales; que 717.791 estudiantes se beneficiaron con alimentación escolar; que 1.291.158 ciudadanos tuvieron acceso efectivo al Régimen Subsidiado del Sistema de Seguridad Social en Salud, y que 15.310 habitantes de calle estuvieron en programas de redignificación, entre otros.
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El sector de infraestructura fue la materia pendiente de la “Bogotá Humana”, pues no se lograron los avances esperados. Se construyeron o adecuaron 18 de los 86 colegios programados; solo se terminaron 8 de los 39 colegios que se encontraban inconclusos; no se cumplieron metas para mejorar la movilidad de la ciudad, como la construcción del metro pesado y las redes férreas, los cables aéreos, la reconstrucción de las troncales Caracas y Autopista Norte; se otorgaron 3.959 nuevos cupos en educación pública distrital de los 30.000 prometidos, entre otros.
El gran interrogante para los electores que aún ven en Gustavo Petro —además del fantasma de la llegada del socialismo y la izquierda al poder— a un mal ejecutor de sus promesas, es saber si aprendió de sus fracasos y metas incumplidas como alcalde de Bogotá, para empezar a ser referenciado más por su hacer que por su hablar.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Si Gustavo Francisco Petro Urrego no hubiera sido alcalde de Bogotá, seguro no estaría en el altar político desde donde hoy goza las mieles de la Presidencia de la República. Se podría decir que a partir ahí empezó a amasar el caudal político que lo tienen como el principal elector en la capital. A pesar de las duras críticas que recibió mientras estuvo al frente del Palacio Liévano, por no cumplir al 100 % lo que prometió, cada pelea que dio la capitalizó a su favor.
El hoy recién electo presidente, quien manejará los rumbos del país en los próximos cuatro años, resultó electo alcalde en las elecciones de octubre de 2011, cuando derrotó por más de 170 mil votos a Enrique Peñalosa, su inmediato perseguidor y quien luego fue su sucesor.
Para entonces, Petro llegaba con un haber político, que lo situaba como un senador brillante, que develó los vínculos de decenas de congresistas con los paramilitares y narcotraficantes; que fue una de las voces más altisonantes de la oposición al gobierno de Álvaro Uribe, y por haberse peleado con su entonces partido, el Polo Democrático, por el escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, que investigó y denunció, cuando Samuel Moreno Rojas era el alcalde de la capital.
“Si el gobierno no es capaz de demostrar que puede gobernar este país con sus mayorías decentes —que bien que las ha construido—, sino que tiene, por obligación, que tener a su lado a los narcotraficantes y a los criminales contra la humanidad para poder gobernar y para hacer leyes en el Congreso, entonces es un gobierno criminal”, fue una de las intervenciones del otrora senador Petro desde su curul, cuando estalló el escándalo de la parapolítica en 2008.
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El inicio y fin en la Alcaldía de Bogotá
Se posesionó como Alcalde el primero de enero de 2012 bajo el lema y una visión de ciudad llamada “Bogotá Humana”, en la que se le daba lugar primordialmente a la educación, el desarme ciudadano, la integración social y la lucha contra la pobreza. No obstante, casi desde que asumió le tocó enfrentar los embates de una fuerte oposición, que lo tuvo más tiempo defendiéndose que administrando.
Por eso, su administración fue tensa y muchos lo calificaron como un mal gerente, que promete mucho y hace poco; de ser un gobernante incapaz de trabajar en equipo; de ser terco y obstinado, que casi siempre se salió con la suya, y hasta de déspota, como lo calificó, quien fue el director de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Bogotá, Daniel García-Peña, en junio de 2012. Pero todo eso, como hábilmente ha hecho, lo volvió a su favor, ante un electorado que le ha creído sin mayores cuestionamientos.
Decisiones por las que se recuerde y le generaron ruido, varias: cambió el esquema de recolección de aseo, para crear una empresa pública de recolección e involucrar a los recicladores, con lo que se enfrentó a los privados, que por años mantuvieron el negocio; bajó y congeló la tarifa de Transmilenio, creando las horas pico y valle, con lo que mermó el recaudo de los operadores privados; recompró las acciones de la Transportadora de Gas Internacional, en el doble de lo que había vendido su antecesor para recuperar el control de la compañía como activo público; aprobó por su cuenta la Modificación Especial del POT... En todas, no solo tuvo que enfrentarse a los opositores, sino a los entes de control.
Pero, sin duda, algo que marcó su paso por el Palacio Liévano fue la batalla que dio por sus derechos políticos contra el entonces procurador general, Alejandro Ordóñez, —hoy embajador de Colombia ante la Organización de Estados Americanos—, quien lo destituyó en diciembre de 2013 de su cargo como alcalde y lo inhabilitó por 15 años para ejercer cargos públicos por el famoso caso de la crisis de las basuras. El jefe del ente de control, no solo lo quería fuera del cargo, sino fuera de la vida política. Y si bien el país vio cómo tuvo que dejar el cargo, Petro echó mano de todas las herramientas legales que tuvo a la mano, nacionales e internacionales, por defender su elección.
Y ganó: pasado un mes regresó bajo la protección de las medidas cautelares que le otorgó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que a la larga lo llevaron a ganarle el pulso a Ordóñez. No solamente el Tribunal Superior de Bogotá le dio la razón, sino la CIDH, que en julio de 2020 falló en contra el Estado colombiano.
En su decisión, determinó que la destitución vulneró sus derechos políticos y determinó que ningún funcionario elegido popularmente puede ser apartado de su cargo por una autoridad diferente a un juez. Ese capítulo marcó un antes y un después en la carrera política de Petro, pues a raíz de ello se fortaleció popularmente, al punto de ser hoy el líder más fuerte de la izquierda en Colombia.
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Petro y su gestión como gobernante de Bogotá
Las cifras oficiales dejan ver que la “Bogotá Humana” de Petro se caracterizó por fijarse metas retadoras, pero que cumplió a medias, a pesar de que la ejecución presupuestal de los programas más relevantes de su plan de desarrollo hubieran tenido buenos porcentajes.
De acuerdo con el balance que realizó la Veeduría Distrital en febrero de 2016 (dos meses después de que saliera del cargo) y en el que le hizo seguimiento a 56 metas en sectores como educación, salud, integración social, desarrollo económico, movilidad y hábitat, se determinó que tuvo un avance presupuestal del 67 %, puesto que logró invertir 26 de los 39 billones de pesos del presupuesto destinado a inversión directa. Así mismo, frente a la ejecución de esos $26 billones, se encontró que el 86 % ($22 billones) se ejecutaron en los sectores que albergaban esas 56 metas fundamentales.
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¿Qué hizo y que no hizo Gustavo Petro en Bogotá?
En este ítem, que midió la ejecución de recursos, los sectores de Hábitat, Integración Social y Salud fueron los que mejores niveles tuvieron, con 98,88 %, 96,90 % y 94,07 %, respectivamente. Las cinco metas priorizadas en el sector hábitat concentraron $480.988 millones, del total de presupuesto de inversión directa, de los cuales se ejecutaron $475.611 millones; mientras que en Integración Social se priorizaron once metas, en las que se ejecutó $1′8 billones de los casi $1′9 billones destinados, y en Salud se ejecutaron $4,4 billones de los $4,7 billones destinados a nueve metas.
Metas / Sector | Recursos programados | Recursos ejecutados | Porcentaje de ejecución |
---|---|---|---|
11 metas / Educación | $9.750.044.000.000 | $9.021.995.000.000 | 92,53 % |
5 metas / Desarrollo Económico | $219.825.000.000 | $163.679.000.000 | 74,46 % |
9 metas / Sector Salud | $4.745.059.000.000 | $4.463.857.000.000 | 94,07 % |
11 metas / Sector Integración Social | $1.876.575.000.000 | $1.818.483.000.000 | 96,90 % |
15 metas / Sector Movilidad | $9.079.452.000.000 | $6.530.235.000.000 | 71,92 % |
5 metas / Sector Hábitat | $480.988.000.000 | $475.611.000.000 | 98,88 % |
Total Inversión | $26.151.944.000.000 | $22.473.860.000.000 | 85,94 % |
Ante estas cifras de ejecución presupuestas, según el informe de la Veeduría, el nivel de cumplimiento físico de las metas para las cuales fueron ejecutados esos recursos tuvo un resultado tibio, pues 26 de las 56 metas tuvieron alto riesgo de incumplimiento y nueve con riesgo medio.
El sector de la movilidad fue el peor indicador de la administración de Gustavo Petro, en cuanto a los propósitos más importantes que se trazó. De las 15 metas, 12 quedaron en riesgo alto de incumplimiento al terminar su gobierno. Solo dos tenían alta probabilidad de cumplirse y una tenía riesgo medio de incumplimiento.
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A este le sigue Hábitat, en donde de las cinco metas más relevantes, cuatro quedaron en riesgo alto de incumplimiento y una en riesgo medio. Posteriormente, de las 11 metas en el sector educación, cuatro terminaron con alta probabilidad de cumplirse, una con riesgo medio de incumplimiento y seis tenían riesgo alto de incumplimiento. Entre tanto, el sector de Integración Social fue el de mejor desempeño, pues el 91 % de los propósitos terminaron esa administración bajo el indicador de “posiblemente se cumplirán” y solo una con riesgo alto de incumplimiento.
Sector | Posiblemente se cumplirán | Riesgo Medio de Incumplimiento | Riesgo Alto de Incumplimiento | Total |
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Educación | 4 (36 %) | 1 (9 %) | 6 (55 %) | 11 |
Desarrollo Económico | 4 (80 %) | 0 (0 %) | 1 (20 %) | 5 |
Salud | 1 (11 %) | 6 (67 %) | 2 (22 %) | 9 |
Integración Social | 10 (91 %) | 0 (0 %) | 1 (9 %) | 11 |
Movilidad | 2 (13 %) | 1 (7 %) | 12 (80 %) | 15 |
Hábitat | 0 (0%) | 1 (20 %) | 4 (80 %) | 5 |
Totales | 21 (38 %) | 9 (16 %) | 26 (46% | 56 |
Por último, los programas de educación y salud fueron sectores en los que Bogotá avanzó durante esos años, pues la Veeduría resaltó que 263.649 niños, niñas y adolescentes fueron beneficiados con la jornada escolar de 40 horas semanales; que 717.791 estudiantes se beneficiaron con alimentación escolar; que 1.291.158 ciudadanos tuvieron acceso efectivo al Régimen Subsidiado del Sistema de Seguridad Social en Salud, y que 15.310 habitantes de calle estuvieron en programas de redignificación, entre otros.
Le puede interesar: ¿Cómo le fue a Federico Gutiérrez en la Alcaldía de Medellín?
El sector de infraestructura fue la materia pendiente de la “Bogotá Humana”, pues no se lograron los avances esperados. Se construyeron o adecuaron 18 de los 86 colegios programados; solo se terminaron 8 de los 39 colegios que se encontraban inconclusos; no se cumplieron metas para mejorar la movilidad de la ciudad, como la construcción del metro pesado y las redes férreas, los cables aéreos, la reconstrucción de las troncales Caracas y Autopista Norte; se otorgaron 3.959 nuevos cupos en educación pública distrital de los 30.000 prometidos, entre otros.
El gran interrogante para los electores que aún ven en Gustavo Petro —además del fantasma de la llegada del socialismo y la izquierda al poder— a un mal ejecutor de sus promesas, es saber si aprendió de sus fracasos y metas incumplidas como alcalde de Bogotá, para empezar a ser referenciado más por su hacer que por su hablar.
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