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Kevin Chaparro se instaló en Estados Unidos desde finales de marzo para perseguir su sueño de ser futbolista profesional. Si bien el joven nació en territorio estadounidense y por ende tenía la nacionalidad, desde sus primeros años vivió en Bogotá. Su estadía en el país del norte marchaba según sus planes hasta la madrugada del pasado lunes 15 de julio, cuando un vehículo, que no ha sido identificado por las autoridades norteamericanas, le causó la muerte, luego de atropellarlo en un sector residencial del Miami.
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“Él estaba viendo el partido de la final en un centro comercial de Miami. Durante el partido nosotros mantuvimos contacto permanente, mientras comentábamos lo que iba pasando en el partido. Cuando se acabó, a las 11:30 p.m. (hora colombiana), hablamos la última vez y nos dijo que ya se iba para la casa. Él andaba en bicicleta y, paradójicamente, esa noche nos dijo que se iba a ir con mucho cuidado, porque el tráfico estaba pesado. Y luego de esa llamada no volvimos a saber de él”, le contó a El Espectador, Óscar Chaparro, padre de Kevin.
Al otro día, como Kevin no aparecía, un amigo se fue a buscarlo a la dirección de residencia y allí las autoridades locales le confirmaron que el joven sufrió un accidente, que le causó la muerte de manera súbita. El hecho ocurrió en la intersección de la 127 avenida del suroeste y la 32 terrace, pasadas las 2:30 a.m. del lunes 15 de julio. “Me dijeron que el muchacho era joven, que tenía lucecitas en la bicicleta y que la persona que lo atropelló se fue”, señaló una testigo de los hechos entrevistada por Telemundo.
“Los vecinos de alrededor nos contaron que solamente escucharon un ruido y cuando salieron a ver qué había pasado, el carro ya estaba lejos. Dicen también que la policía llegó pasados los cinco minutos, pero ya no había rastro del carro. Sabemos, porque varios vecinos coincidieron con ese testimonio, que el carro es un Jeep Wrangler blanco. De resto es poca la información que hemos logrado encontrar”, resalta Chaparro.
Lo que viene
La repatriación del cuerpo es un proceso complejo y costoso. Por ser catalogado como un homicidio, el cuerpo está siendo objeto de los estudios correspondientes. “Por ser víctima de un crimen, el gobierno estadounidense financia parte de los gastos de repatriación. Sin embargo, mientras la investigación determina las circunstancias puntuales del hecho, los gastos deben corres por nuestra cuenta. Luego, según nos han dicho, se haría una reposición”, señala el padre del joven.
Los gastos estimados, solamente en la repatriación se estiman en USD 9.500, es decir, poco más de $38 millones. A esos gastos se le suman los funerarios locales, razón por la cual la familia de Kevin emprendió una campaña con amigos y conocidos, para poder costear los gastos requeridos. “Mi hijo dejó huella a donde fue. Todas las personas allegadas y cercanas a él se unieron y nos colaboraron mucho, para poder reunir el dinero. Ahora estamos a la espera de que terminen las investigaciones allá”.
La comunicación con las autoridades estadounidenses ha sido poca y demorada. “Todo se ha remitido a un cruce de correos y ya. No hemos sabido mucho más al respecto. Por ahora tenemos la esperanza que las autoridades haga su trabajo y determinen quién fue la persona que mató a mi hijo. Además del accidente, esa persona violó normas de tránsito esenciales, porque transitaba a alta velocidad en una zona residencial que, además, es reconocida como zona escolar, lo que serían agravantes”.
Sueños truncados
Desde los seis años, Kevin se enamoró del fútbol. Desde que llegó a Bogotá, tras su corta estadía en Estados Unidos, empezó a entrenar juiciosamente para cumplir su sueño de debutar en primera división. “En la liga de Bogotá logró llegar a primera. Para seguir su sueño de jugar fútbol profesional y poder estudiar al tiempo, se presentó a una beca en la Millennia Atlantic University, de Florida. Por sus capacidades de juego, allá lo ficharon. Iba a entrenar en una categoría en la que quedaba a un paso de llegar a la MLS (Liga Profesional de Fútbol de Estados Unidos)”, señala Óscar Chaparro.
Kevin se fue el 29 de marzo para vivir la Copa América y poder viajar antes de empezar a entrenar formalmente. Su plan era complementar su quehacer deportivo con una carrera profesional de arquitectura. “No es justo que una persona tan joven, que se encontraba persiguiendo sus sueños de manera honesta, muera de esa manera y que, además, por ahora, su muerte permanezca impune.
“Como familia, solo nos queda esperar el aval del gobierno estadounidense para hacer las honras fúnebres de nuestro hijo acá, junto a todos los que lo quisimos y confiar en que la investigación avance y la persona que provocó este dolor tan grande pague por lo que hizo”.
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