Conservación y seguridad hídrica: propuesta para evitar escasez de agua
A raíz de la crisis que vive el país por los incendios forestales provocados, entre otras causas, por la alta temperatura y los bajos niveles de lluvia que conlleva el fenómeno de El Niño, una de las preocupaciones de las autoridades y los ciudadanos es la reserva de agua. Algunas voces han alertado sobre un posible desabastecimiento del recurso hídrico a causa del clima.
De acuerdo con el informe del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (SNGRD), con fecha del 31 de enero de 2024, en el país hay 190 municipios en alerta por posible desabastecimiento. El reporte indica que los departamentos más afectados son Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Casanare, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Risaralda, Santander y Sucre.
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De acuerdo con el informe del Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (SNGRD), con fecha del 31 de enero de 2024, en el país hay 190 municipios en alerta por posible desabastecimiento. El reporte indica que los departamentos más afectados son Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Casanare, Cesar, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Risaralda, Santander y Sucre.
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En Cundinamarca la situación es compleja, pues hay 21 municipios en riesgo, entre ellos La Calera, donde se decidió racionar el agua, en respuesta a la reducción en el caudal de la quebrada San Lorenzo, que abastecen al municipio. La reducción fue de 23 a 15 litros por segundo, lo que afectó la presión del agua en las redes que abastecen el municipio, por lo que no llega a todo el casco urbano.
En este contexto, la Empresa de Servicios Públicos de La Calera (Espucal) anunció que, del 31 de enero al 29 de febrero, habrá cortes los lunes, miércoles y viernes, durante cuatro horas, para garantizar mejor presión y facilitar el llenado de los tanques de reserva. Si bien algunos embalses presentan bajos niveles en su caudal, las autoridades departamentales y distritales han sido enfáticas en que el suministro está garantizado y no se avizora desabastecimiento general.
Seguridad hídrica
En términos de seguridad hídrica, los retos del clima señalan que las áreas con mayor sensibilidad al cambio son las que presentan mayores conflictos por uso del suelo (el uso actual no se equipara con la oferta natural del suelo) y poca cobertura vegetal natural, condición que ocasiona una disminución en la retención de la humedad y bajo desarrollo de la vegetación.
Según Ricardo Agudelo, director de la Región Administrativa de Planificación Especial (RAP-E), entidad territorial que agrupa a los departamentos de Meta, Boyacá, Tolima, Cundinamarca y Huila, además de Bogotá, “el concepto de seguridad hídrica es de las Naciones Unidas y tiene que ver con la capacidad de proteger el acceso sostenible al agua, para que pueda existir bienestar y desarrollo económico. La sostenibilidad de las cuencas hidrográficas es clave para lograr que se adapten a la variabilidad del clima y al uso de la tierra”, explica.
Y es precisamente el uso de la tierra uno de los factores que más preocupa. “En la Región Central tenemos 18 páramos, que equivalen a la mitad de los del país y un 25 % de los que hay en el mundo. Y los estamos usando para cultivos, somo los de papa, por ejemplo, o para deforestarlos en pro de la ganadería extensiva, situación que ocasiona pérdida de humedad en los suelos, que es clave para el manejo de emergencias por incendios, como la que estamos viviendo”, advierte Agudelo.
Y si a esto se suman los incendios, el panorama se hace más complejo. De acuerdo con el capitán Álvaro Farfán, delegado departamental del Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, en el departamento, en enero de 2024, se presentaron 209 incendios forestales en 68 municipios, dejando una afectación total de 1.420 hectáreas. En Bogotá, según la RAP-E, en el mismo período se presentaron 19 incendios y 106 quemas, provocando una afectación en 76 hectáreas.
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“El llamado nuestro es a que se tenga un enfoque regional. La experiencia que tienen departamentos como Tolima y Cundinamarca le sirven a Bogotá y viceversa. Pensamos que llegó el momento de ir más allá de los límites de los entes territoriales, pero tampoco pensarlo desde lo nacional, porque las acciones se terminan diluyendo. En el Plan de Seguridad Hídrica tenemos proyectos para fortalecer la gobernanza, por ejemplo, los custodios del agua, que son personas que viven en inmediaciones de páramos y cuencas”, dice Agudelo.
Esas redes de cuidado pensadas desde lo local, sostiene, “facilitarían el monitoreo constante para consolidar una mejor investigación y un mejor pronóstico de las circunstancias específicas de las fuentes hídricas”.
El Plan de Acción de Seguridad Hídrica formulado por la RAP-E para la Región Central priorizó, para el período 2024-2030, proyectos de protección de los servicios ecosistémicos, para la provisión del agua y resiliencia climática. En este punto resaltan los proyectos de conservación de ecosistemas de alta montaña, para aumentar la capacidad de adaptación al cambio climático; conservación de los corredores de biodiversidad, y un mejoramiento en el sistema de alertas tempranas para eventos hidroclimáticos. Además del fortalecimiento de la data necesaria del sistema de soporte para la toma de decisiones. Esto, fuera de componentes pedagógicos en la comunidad, para la gestión inteligente del abastecimiento de agua e implementación de un sistema circular de agua para actividades agrícolas.
Situación de la oferta hídrica
El sistema hídrico de Bogotá está abastecido por tres sistemas que se interconectan entre sí. El Sistema Sur recoge el agua de los embalses Chisacá y La Regadera, que luego es tratada en la planta de El Dorado y en otras dos plantas más pequeñas, que abastecen la localidad de Usme y parte de Ciudad Bolívar, con un caudal de medio metro cúbico por segundo. En este momento, según el Acueducto de Bogotá, el embalse de La Regadera está en un 30 % de capacidad; no obstante, ese bajón está siendo compensado por el embalse de Chisacá, que tiene su capacidad total cercana al 90 %, dejando al Sistema Sur de abastecimiento con una capacidad del 60 %, aproximadamente.
El Sistema Chingaza es el más importante, ya que suministra cerca del 70 % del agua de la ciudad. Este está compuesto por los embalses de Chuza y San Rafael, cuyo caudal hídrico es tratado en la planta Wiesner. Su importancia radica, además del porcentaje de suministro que representa, en que la mayoría del agua proveniente de Chingaza, viene limpia —hecho que facilita el tratamiento— y no requiere bombeo por venir de la parte alta. Por la temporada de sequía, los niveles de los embalses han disminuido y el Sistema Chingaza opera con una capacidad del 35 %. Se prevé que a finales de marzo los niveles regresen a la normalidad, tras el fin del Fenómeno de El Niño. Chapinero, La Candelaria, Engativá, San Cristóbal, Kennedy, Bosa y Tunjuelito se surten de este sistema.
El Sistema Norte se alimenta en gran parte del río Bogotá, en su cuenca alta, antes de que llegue a la ciudad y sus aguas son tratadas en la planta Tibitoc. Este sistema tiene una bondad y es que, además del río, cuenta con el caudal de los embalses Tominé, Sisga y Neusa. La suma de estos embalses genera el caudal más grande de los tres sistemas, razón por la cual una de las medidas que se han adoptado para enfrentar los bajos niveles del sistema en Chingaza es que la demanda de ese sistema sea cubierta por las reservas del Sistema Norte, teniendo en cuenta que en la actual coyuntura es el más robusto. Así las cosas, el acueducto prevé continuar con ese modo de operación hasta que finalice el período de influencia el Fenómeno del Niño, para asegurar el suministro.
Actualmente no hay una amenaza real de desabastecimiento. Usaquén y Suba se surten de este sistema. “La ciudad cuenta con un sistema de abastecimiento robusto que garantiza que tenemos agua suficiente para asumir el fenómeno de El Niño. Tenemos agua, sin embargo, hay que administrarla mejor. Es importante ser más conscientes del manejo del recurso hídrico, no solamente en situaciones de emergencia. Podemos asegurar que un posible desabastecimiento no se avizora próximo”, dijo Natasha Avendaño, gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá.
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Estado de los embalses de Cundinamarca afectados por El Niño
De acuerdo con el reporte del 31 de enero de la EEAB, la situación de los embalses que surten Bogotá y la sabana esta así: sistema Chingaza: tiene un total almacenado de 94,99 Mm3 y el porcentaje de llenado es del 33,01 %, el embalse de Chuza se encuentra con un 28,85 % de su capacidad total y el embalse San Rafael, en 46,54 %.
Sistema Sur. Tiene una capacidad total de almacenamiento de 6 Mm3 y ahora el porcentaje de llenado es del 62,82 %. El embalse de La Regadera, el más afectado por El Niño, cuenta con un porcentaje de llenado de 23,73 %. Por su parte, el embalse de Chisacá cuenta con un porcentaje de llenado del 86,33 % y suple el déficit de La Regadera.
Sistema Norte. Tiene un total de almacenado de 542,7 Mm3 y el porcentaje actual de llenado es del 60,52 %. El embalse de Tominé presenta el 56,29 % de capacidad de llenado. Embalse del Neusa, 76,02 % de su capacidad total y el embalse del Sisga cuenta con un 72,8 % de llenado.
En el campo
Por otro lado, los efectos adversos de la disminución de caudales se evidencian en las dificultades para la prestación del servicio de los acueductos y la oferta hídrica para el riego de las actividades agropecuarias. Según el Boletín de alertas hidrológicas del IDEAM 2024, las quebradas y los ríos, que abastecen los acueductos locales, que se han visto más afectados en Cundinamarca son la cuenca del río Subia, que presenta niveles bajos, a la altura del municipio de Silvania; la cuenca del río Negro, con niveles bajos del río Negro, a la altura de los municipios de Puerto Salgar, Nimaima y El Peñón, además de los bajos niveles en la quebrada San Lorenzo, que ocasionó el racionamiento en La Calera.
Medidas para evitar la escasez
Como consecuencia de los eventos señalados y como medidas de corto plazo para enfrentar el posible desabastecimiento de agua, las autoridades coinciden en la necesidad de ejecutar programas sobre el uso eficiente del recurso, que incluyan campañas de sensibilización, evitar el desperdicio y el uso desmedido en actividades de aseo personal. Hay que tener en cuenta que cada gota ahorrada cuenta, no solamente en momentos de emergencia.
Además, desde la Comisión de Regulación de Agua Potable y Saneamiento Básico buscan desincentivar el consumo excesivo de agua. “La CRA está facultada para determinar los niveles de consumo excesivo de agua. En tal sentido, si un usuario excede estos límites establecidos para cada piso térmico, verán incrementos en su factura”, dice la entidad. Esta medida regulatoria busca incentivar el uso racional del agua en sus hogares, adaptándose a nuevas formas de consumo y que su factura no presentará incremento si el consumo del líquido se encuentra dentro de los rangos establecidos.
Las autoridades coinciden en que la temporada de sequía provocada por el Fenómeno de El Niño podría extenderse hasta finales de abril o inicios de mayo, razón de más para insistir en los cambios de hábito en el consumo. Si bien un posible desabastecimiento está descartado, la alerta regional sigue activa, máxime, ante la alta de probabilidad de que continúen los incendios y se agrave la sequía.
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