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Si le pregunto en dónde comprar zapatos de calidad en Bogotá, ¿qué barrio recomendaría? Si necesita telas, ¿qué lugar visitaría? O si está buscando un repuesto para su carro, ¿sabe en qué sitio podría encontrarlo? Seguramente si usted conoce la capital tiene las respuestas. Si no, debe saber que en el Distrito hay 66 puntos reconocidos por la venta y elaboración de productos específicos o por prestar un servicio en particular. Todos conforman los denominados corazones productivos, que no solo palpitan cada día al son del mercado, sino que concentran el 24 % de las empresas que operan en la ciudad.
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Muchos ciudadanos tienen claro que, por ejemplo, en el barrio San Benito, en la localidad de Tunjuelito, se encuentran productos de cuero; en el 12 de Octubre, en la localidad de Barrios Unidos, hay muebles, colchones y somieres; en la zona de los outlets de Las Américas, productos de caucho y plástico, y en Venecia y La Alquería, en Puente Aranda, todo lo relacionado con el mundo de las telas. También hay puntos específicos de fabricación y productos de madera, plástico y metal; producción de textiles, curtido y recurtido de cueros; mantenimiento y reparación de vehículos automotores y motocicletas, entre otros.
Pero los corazones productivos no se caracterizan exclusivamente por la elaboración de productos. También por especializarse en ofrecer servicios como comida, bebidas, educación, empleo, en fin. Son zonas que reúnen varios usos económicos: por empresas o por una actividad económica intensiva, según su escala, urbana o local, con un objetivo común: incrementar la productividad. Por eso, estas zonas concentran alta densidad empresarial, que, a la larga, se convierten en el soporte productivo y la base de la generación de empleo y competitividad de la ciudad.
Así se formaron
La consolidación de estos corazones se relaciona con las condiciones que tienen en el entorno en el que surgieron; por ejemplo, la ubicación, la movilidad de la zona, la infraestructura del lugar, la presencia de consumidores y la conexión del punto con la región. Todo forma una aglomeración económica, propicia para lograr un intercambio comercial, llegando a emplear más de tres millones de ciudadanos, cifra registrada por las empresas con matrícula activa en la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB).
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“La ubicación es estratégica. Aquí se desarrolló la parte de muebles hace 25 años, en la segunda mitad de la década de los 90, cuando se empieza a construir el Transmilenio y llegan los almacenes grandes. En ese momento esos negocios empezaron a demandar productos, y pequeños talleres se fueron ubicando en el sector, a tal punto de que hoy somos uno de los clústeres más grandes de América latina”, compartió Rafael Lara, comerciante del 12 de Octubre desde hace 28 años.
Lara vivió la transformación de este sector, ubicado en la localidad de Barrios Unidos, y a lo largo del tiempo ha podido emplear hasta 70 personas en Ingemuebles, su empresa de muebles para el hogar. Y es que, de acuerdo con la CCB, el 26,08 % de las microempresas, el 46,38 % de las pequeñas, el 51,75 % de las medianas y el 54,2 % de las grandes empresas están en los corazones productivos.
Para Alfredo Bateman, economista y secretario de Desarrollo Económico, cuando las empresas están juntas en un mismo territorio “no solamente compiten, sino que empiezan a aprender las unas de las otras y eso hace que la ciudad sea más productiva. De eso se trata, de preservar esas aglomeraciones económicas y potenciarlas”.
Los desafíos
Aunque estos barrios cuentan con el reconocimiento de los habitantes de la capital, el paso del tiempo les ha presentado el reto de poder adaptarse a las ventas y ser reconocidos a través de redes sociales, internet o aplicaciones de mensajería. “El desafío es cómo seguir manteniendo atractivos estos puntos cuando, por ejemplo, estas zonas para muchos de los consumidores pueden ser lejanas”, señala Bateman, quien también es especialista en temas de desarrollo urbano.
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“Lo digital lo coge a uno fuera de base, pero toca aprender. Como empresaria, tengo que estar atenta a los cambios para no quedarme atrás. Tengo que contar nuevas historias, tomar más fotos, entre otras cosas, porque en temas de joyería todo entra por los ojos y eso lo debo transmitir a través de redes sociales a los clientes, que se volvieron parte del día a día”, compartió Gina Martínez, ingeniera industrial y empresaria del sector de bisutería y joyería contemporánea.
Su salón de ventas está ubicado en el barrio San Felipe, un corazón productivo en el que se desarrollan varias actividades económicas. Para Gina fue positivo llegar a este sitio, ya que cuando comenzó su empresa estaba ubicada en un lugar pequeño y poco visible, pero desde hace tres años y medio se trasladó y todo mejoró notablemente. “Aquí circula mucha gente buscando arte, entonces es propicio tener mi espacio acá”.
Y precisamente para poder solucionar estas problemáticas empresariales, el Distrito ha abierto canales de ventas digitales, para facilitar los procesos de compra y aumentar la visibilidad de estas zonas, implementando ferias, vitrinas comerciales virtuales, ruedas de negocio y asesorías, entre otras estrategias.
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Asimismo, es importante recalcar la mención que realizó la OCDE este año, la cual destaca que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá (que se encuentra suspendido) es un instrumento que debe potenciarse para determinar la planeación de uso del suelo, dejándolo como un factor determinante para el crecimiento económico. En esta línea, “el POT ha propuesto una estrategia que viene defendiendo la actividad económica a lo largo del territorio, respetando zonas ambientales y necesidades de la población. Los corazones productivos responden al desarrollo del mercado y la cadena de valor de la actividad económica correspondiente”, señaló el Distrito.
Por lo tanto, además de ser puntos de encuentro, repasos de la historia de la capital, generadores de empleo y aglomeraciones económicas, los corazones productivos también son el reflejo de cuánto y cómo las políticas públicas le han aportado a este sector de la sociedad.
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