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Bogotá está a pocas semanas de presenciar el comienzo de una discusión trascendental para el futuro de la ciudad: el proyecto del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que, entre otras cosas, definirá cómo crecerá la ciudad hasta 2031. El documento, que consigna la visión de ciudad del alcalde Enrique Peñalosa, está en fase de socialización y concertación ante las autoridades ambientales, por lo que es posible que se incluyan observaciones de expertos y entidades interesadas.
Sin embargo, hay una advertencia de la Sociedad de Mejoras y Ornato (SMO), que se sumará al debate: la población de la capital no crecerá tanto como estima la administración, por lo que las proyecciones de expansión planteadas en el proyecto del POT estarían sobredimensionadas. La voz de esta institución es valiosa en la medida que es un referente de planificación en Bogotá y se le reconoce por haber creado en 1917 el “Plano Bogotá futuro”, considerado el primer plan de ordenamiento de la ciudad.
Hace dos años, para conmemorar el centenario de dicha publicación, la entidad presentó un libro en el que la principal tesis fue que las proyecciones de habitantes para la capital estaban “infladas”. Ahora, en un nuevo informe, no solo ratifica su tesis, sino que agrega que a partir de 2038 el crecimiento de la población se estancará. De hecho, se aventura a pronosticar que a partir de 2039 podría disminuir.
La importancia de la afirmación radica en que pone de nuevo en tela de juicio las proyecciones sobre las que la Secretaría de Planeación estructuró el proyecto del POT, en el que, partiendo de la base de que en Bogotá hoy viven 8,1 millones de habitantes, estima que en 2050 llegaría a los 11 millones.
Contrario a este cálculo, la SMO asegura que la ciudad nunca sobrepasará los 9 millones de habitantes y que máximo llegará a tener 8,5 millones en 2039. Además, que a partir de entonces un gran porcentaje serán nacidos en Bogotá. La proyección valida el resultado del último y controvertido censo del DANE, en el que concluyó que en Bogotá vivían menos personas de las que se creía.
Según Carlos Roberto Pombo, presidente de la SMO y exsecretario de Planeación, este cambio tiene su justificación en la variación que han sufrido las tasas de mortalidad y natalidad, así como en los cambios en las familias y el fenómeno migratorio. Según explica, estas perspectivas hacen que se pueda pensar mucho más en cómo mejorar las condiciones actuales de la ciudad en cuanto a transporte, en vez de seguir pensando en expandir los límites de la ciudad.
“El concepto de familia se ha modificado. Hay una reducción de la tasa de natalidad y un incremento de la tasa de mortalidad, que hacen que la tasa de reemplazo prácticamente esté cerrada. Por otro lado, el efecto migratorio será igual a cero o negativo, que hace una ciudad completamente diferente a la que estamos imaginando. Estimamos que más o menos en 20 años el crecimiento de población será igual a cero. Una ciudad más densa será menos extensa y más compacta, y no vamos a requerir suelos de expansión, así que el descenso del crecimiento de la ciudad hace que en el actual casco urbano podamos albergar a toda la población hasta el año 2031”, afirma.
Ernesto Rojas Morales, vicepresidente de la SMO y exdirector del DANE, da otro argumento que explica la variación. Dice que desde el censo de 2005 se evidenció que Bogotá estaba entrando en una segunda transición demográfica, fenómeno que ocurre en las grandes ciudades y que se caracteriza por el descenso del número de nacimientos, el aumento en la igualdad de los roles de género y en la edad de matrimonio, y los cada vez más comunes hogares unipersonales o parejas sin hijos.
“El reciente censo comprueba esa segunda transición demográfica y trae una novedad: está entrando a Bogotá la misma cantidad de personas que emigran, pues la capital dejó de ser atractiva para la población de afuera, ya que hay servicios que se conseguían exclusivamente acá y ahora están en todo el país”, asegura Rojas, quien agrega que el estudio se hizo por medio de nuevas tecnologías y menciona las consecuencias que traería el uso de las cifras antiguas.
“Nuestro estudio está basado en las estadísticas del DANE y en el crecimiento de zonas donde puede haber habitantes que eran de Bogotá. Esas estimaciones se cruzan en un software, que arroja un resultado que coincide con las teorías consolidadas. Es grave que se esté planeando a Bogotá con cifras infladas, porque los resultados crudos del censo están en análisis para saber en dónde pudo haber alguna falla. No hay justificación para usar cifras distintas a las del DANE”.
Esta dinámica demográfica, por ahora, está ausente del proyecto del POT. Según el documento que espera presentar el Distrito la última semana de este mes, en la ciudad es necesaria la construcción de 2,6 millones de viviendas adicionales a las que hoy existen. De ese total, solo unas 390 mil se desarrollarían mediante los proyectos como Lagos de Torca, Ciudad Norte, Ciudad Río, Lagos del Tunjuelo y Alameda Entre Parques. El resto tendrían que construirse en zonas de expansión, por lo que, de acuerdo con el proyecto, se necesitan unas 4.624 hectáreas de suelo para atender las previsiones de vivienda.
Por ahora, a pesar de las recomendaciones, hay pocas luces para que el Distrito incluya estas proyecciones en su POT. Los expertos hacen un llamado a los candidatos a la Alcaldía de Bogotá para que no solo piensen en desarrollar su período de cuatro años, sino a plantear su futura administración de forma distinta. Sin embargo, para el Distrito está claro que la capital seguirá sumando habitantes, por lo que es indispensable pensar en soluciones no solo de vivienda, sino también de espacio público, vías y redes de servicios públicos. En el Concejo, desde ya, hay voces divididas que auguran un complicado trámite del proyecto.
Arranca la tensión en el Concejo
Si se cumplen los tiempos, a principios de junio estará llegando al Concejo el proyecto de POT. Por ahora el ambiente es de expectativa y lo claro es que el documento debe discutirse lo más pronto posible. Diego Molano (Centro Democrático) afirma que “no puede pasar un año más sin una nueva “carta de navegación” para la ciudad. Estamos en una incertidumbre jurídica, espacial y física que ha generado desorden en el crecimiento de Bogotá”.
Por su parte, los cabildantes de Alianza Verde advierten sobre un posible aumento desbordado en la construcción de viviendas. “Hay planes de mucho músculo inmobiliario, pero no estamos creciendo como está proyectado y estos planes de expansión no tendrían sustento. Además, las vías y líneas de Transmilenio se van a comer el suelo rural”, afirma María Fernanda Rojas. Por su parte, Jorge Torres asegura que “del POT pasado aún hay hectáreas que no se han desarrollado. Se debería arrancar por revisar esos proyectos y redensificar zonas que han disminuido su población o han cambiado su vocación”.