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Con una ocupación cercana al 60 % en las unidades de cuidados intensivos (UCI) y la tendencia a la baja en la cantidad de muertes producto del COVID-19, Bogotá vive un “tiempo de paz”, el cual ha permitido la reactivación de varios sectores y un respiro para los hospitales, que trabajaron a su máxima capacidad durante el último pico. No obstante, la sombra de un nuevo incremento de contagios se asoma y parece una realidad inevitable.
El Distrito estima que el cuarto pico de contagios por COVID-19 llegue hacia inicios de octubre, por lo que ganar tiempo y prepararse durante lo que queda de agosto y septiembre será crucial para afrontar lo que viene. “En un escenario de medicina de urgencias y de medicina de desastres, esto se llama un tiempo de paz, es decir, baja toda esa oleada de atención y nos da este tiempo para planear, organizar y gestionar toda la capacidad de respuesta que viene para un futuro pico”, explica Fabián Rosas, presidente de la Asociación Colombiana de Especialistas en Medicina de Urgencias y Emergencias (ACEM).
Sin embargo, la duración de este tiempo de calma depende de qué tan rápido se extienda la variante delta en la ciudad, la cual ya fue identificada en Bogotá y representa un gran riesgo debido a que es mucho más contagiosa que las anteriores cepas.
Avance en vacunación: la diferencia en el nuevo pico
Sin duda alguna, lo que pinta un panorama distinto para lo que sería el cuarto pico de contagios es la cantidad de personas vacunadas. Al finalizar el pasado viernes, Bogotá alcanzó la cifra de 6’195.567 dosis aplicadas, lo que implica un avance del 63,5 % en primeras dosis, y del 46,2 % en esquemas completos, teniendo en cuenta que se necesita vacunar al 90 % de los bogotanos (cerca de 5’646.600 habitantes) para lograr la inmunidad de rebaño.
De hecho, Rosas explica que, bajo este contexto, el cuarto pico se sentirá en los servicios de urgencias, pero las causas se enfocarán en la enfermedad leve. Es decir, que también habrá un incremento de consultas, pero puede que los pacientes no lleguen tan afectados como en el tercer pico.
Esto implica que, a pesar de que la variante delta provoque más contagios, la capital tendrá una mejor capacidad de respuesta, aunque esto no necesariamente es una razón para cantar victoria, pues del 90% de la población, aún hay cerca de 2’061.600 personas que hacen falta por ser vacunadas, lo que representa un riesgo.
Para Claudia Vaca, epidemióloga de la Universidad Nacional, esta población que no está vacunada, ya sea porque todavía no cree en las vacunas o porque no ha sido priorizada en el plan de vacunación, es la que tiene mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave, especialmente aquellos mayores de 50 años, que tienen solo una o ninguna dosis de la vacuna.
Esto preocupa si se tiene en cuenta que, según la Secretaría de Salud, al 19 de agosto, de los adultos con edades entre los 40 y 49 años, cerca de 472.263 seguían sin recibir la primera dosis; de los que tienen entre 50 y 59 años, eran alrededor de 257.000, y de los que tienen entre 60 y 79, sumaban 161.786.
Además, la epidemióloga agrega que otro factor importante son aquellas “poblaciones flotantes” como migrantes o habitantes de calle, quienes pueden tener un acceso más difícil a las campañas masivas en centros comerciales o en lugares de alto flujo, por lo que se debería pensar en poner puntos móviles de vacunación o ir puerta a puerta a los sitios apartados o en condición de vulnerabilidad para facilitar el proceso.
“El riesgo no es solo porque esa población pueda terminar hospitalizada o muerta, sino porque ellos se vuelven vectores de contagio en la otra población que puede tener de pronto una sola dosis, o que tiene doble dosis, pero que tiene sistema inmunológico suprimido, como adultos mayores o personas con enfermedades autoinmunes”, explica Vaca.
Por ahora el avance en la vacunación es un factor a favor que, de alguna manera, aliviana el peso de un nuevo pico. En cuanto a infraestructura, el presidente de la ACEM manifiesta que Bogotá está preparada, pues ha tenido una importante ampliación en sus insumos y en talento humano. No obstante, todo dependerá de qué tanto se disparan los contagios y la gravedad de la enfermedad de quienes tengan el virus.
En ese sentido, para Luis Jorge Hernández, experto en salud pública de la Universidad de los Andes, el cuarto pico se puede prevenir siempre y cuando la vacunación continúe avanzando no solo en la apertura de etapas, sino en aquellos que, aunque han tenido la oportunidad, no se han vacunado.
Para resolverlo, el experto propone implementar una estrategia de pares y multiplicadores, la cual consta en que personas que no pertenecen al sector salud, sino que son parte de la red familiar, social o laboral de otras personas, tengan una función de comunicación, información y motivación para que otros se vacunen. “Un par apoya a otra persona de similar condición. Un multiplicador puede hacerse cargo de 10 o 15 personas, a quienes les informa y explica sobre los beneficios de las vacunas”, explicó Hernández.
Por su parte, Claudia Vaca propone que desde los dirigentes y empresarios se implementen estrategias para disminuir la interacción de las personas, sobre todo en el transporte público que, según ella, es donde hay mayor riesgo, y que es un factor al que no se le ha dado la importancia que requiere.
Finalmente, en términos de atención a pacientes, Fabián Rosas insiste en la importancia de crear rutas de atención integral en donde la demanda no se enfoque solo en la red pública o privada, sino que se compenetren y trabajen articuladamente, para no llegar a porcentajes tan altos como los que ya se experimentaron en la capital.
En conclusión, aspectos como el autocuidado y las normas de bioseguridad siguen siendo importantes, pero en este momento toma mayor importancia la responsabilidad, representada en tomar la decisión de vacunarse, que, como explican los expertos, sigue siendo la mejor opción para salvar su vida y las de los demás.