Preocupación en Cundinamarca por aumento de muertes a causa de la ola invernal
Con un saldo de víctimas fatales, que supera lo registrado en los últimos cinco años, Cundinamarca se enfrenta a la temporada de lluvias más fuertes en tiempos recientes.
Fernan Fortich
Cundinamarca enfrenta la peor temporada invernal de la última década. Solo este año, las emergencias por lluvias en el departamento ha dejado 15 víctimas fatales, cifra que equipara la cantidad de muertes registradas entre 2015 y 2021 y la cual tiende a aumentar, ya que continúan las labores de búsqueda de cuatro desaparecidos.
La tragedia más reciente se registró el 24 de abril, la vereda San José, en el municipio de Arbeláez, al suroriente del departamento. Allí, las intensas lluvias, la creciente súbita de la quebrada La Lejía, que arrasó con una familia, que se encontraban de paseo. En su momento, cinco personas (entre ellas una niña de nueve años) las reportaron como desaparecidas.
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Después de dos días de búsqueda, los equipos de socorro hallaron el cuerpo de la menor y el de una mujer, de 34 años, a varios kilómetros del sitio de la emergencia. Por el momento, se mantiene las búsquedas de las otras personas, en medio del peor invierno que se ha vivido en la región, en el que se han registrado deslizamientos, que han arrasado con viviendas y vías. Lo más preocupante es que los principales afectados han sido comunidades en lugares recónditos del departamento.
Un año de lluvias
Como todos los años, el aumentó de lluvias era previsible, como parte de la primera temporada invernal. No obstante, en marzo, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) alertó que las lluvias aumentarían en abril más de lo normal en el centro del país (entre 20 % y 30 %). Hoy, tras conocer el saldo de víctimas y damnificados, a pesar de la alerta temprana , cabe la pregunta ¿estaba Cundinamarca preparada para enfrentar la intensa la ola invernal?
Para nadie es un secreto que los aguaceros han sido constantes en el último año. Prueba de ello es que en los últimos seis meses se ha declarado la calamidad pública en dos ocasiones, debido a las emergencias que se han presentado en el departamento. Como lo aseguran las mismas autoridades departamentales, la magnitud de las lluvias y de las emergencias superaron la capacidad del municipio.
En ese sentido, en los últimos tres meses se han presentado 309 emergencias en 85 de los 116 municipios de departamento. Esto como resultado, según los organismos de emergencia, de que los suelos se encuentran saturados y las fuentes hídricas han aumentado su caudal, lo que ha provocado crecientes súbitas y, entre otras emergencias, deslizamientos y movimientos de tierra.
“El cambio climático ha afectado las situaciones y acentuado lo que es esta temporada de lluvias. Esto, efectivamente, lleva a que tengamos que generar una articulación con los territorios, sobre todo en sus ordenamientos territoriales, dado que varios de los lugares en los cuales se han perdido viviendas se encuentran en zonas de riesgo”, analiza Gina Herrera, directora de la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo Departamental.
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En ese sentido, desde el inicio de la primera temporada de lluvias en el país, el departamento cuenta con fuentes de monitoreo del Ideam y de las corporaciones regionales, que emiten alertas a los municipios sobre los puntos críticos de desplazamientos y del aumento del nivel de caudal de los ríos.
Ahora, con la declaratoria de Calamidad Pública, la Gobernación de Cundinamarca podrá hacer mayores traslados presupuestales para atender a los damnificados; establecer planes comunes entre las entidades, así como la reconstrucción de infraestructura, que ha sido una de las más afectadas por la ola invernal.
Las grandes y las pequeñas emergencias
Una de las emergencias que ha marcado la ola invernal en Cundinamarca fue una avalancha de tierra y piedras (algunas de más de tres metros de altura), que arrastró varias viviendas y a personas en el municipio de Viotá, que permanecieron desaparecidas por dos días.
Según lo reportó el Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, las acciones de socorro en el terreno se vieron demoradas por varias horas, debido a las condiciones del terreno. Tras dos días de búsqueda, el hecho dejó finalmente cinco víctimas mortales. Habitantes del municipio y sus veredas, que se dedican en gran parte a la agricultura, señalan que la situación refleja las problemáticas que trae consigo los riesgos por la ola invernal, que han sido desatendidos por el Gobierno Nacional y que solo las atienden las autoridades departamentales en situaciones críticas.
“A la fecha tenemos suspendidas las clases para todos los estudiantes del municipio y casi que todas las vías tienen afectación. Las rutas internas de las empresas de transporte suspendieron el transporte desde el inicio de la obra invernal, y las personas están bloqueadas, ya que no pueden dirigirse a los centros urbanos, y comercializar sus productos o comprar las cosas básicas, que no se consiguen en el campo”, aseguró un líder comunal de Viotá.
En ese sentido, aseguran que la situación se hubiese podido evitar limitando la deforestación en la zona, que realizan los campesinos al tener otra opción de vida. Además, señalan la falta de mantenimiento de alcantarillas y pasos críticos, que al estar en un municipio de sexta categoría, tiene pocos recursos y depende de las acciones de la gobernación para poder solucionar. Frente a esto la Gobernación señala que con la Calamidad Pública se destinarán cerca $10 mil millones para atender y poner de nuevo en circulación las vías terciarias del departamento.
Lecciones para la próxima ola invernal
De acuerdo a reportes del Ideam, todavía se espera que las fuertes lluvias en el centro del país se mantengan por lo menos un mes más. Por lo que se espera que con la declaratoria de Calamidad Pública permita atender las emergencias a tiempo, así como recuperar la movilidad dentro del departamento.
Tanto las autoridades como las comunidades afectadas concuerdan en que durante la temporada seca se debe trabajar en fortalecer los planes de prevención y atención del riesgo, así como las acciones para disminuir la ocurrencia de emergencias, así como la perdida de vidas durante futuras olas invernales.
Cundinamarca enfrenta la peor temporada invernal de la última década. Solo este año, las emergencias por lluvias en el departamento ha dejado 15 víctimas fatales, cifra que equipara la cantidad de muertes registradas entre 2015 y 2021 y la cual tiende a aumentar, ya que continúan las labores de búsqueda de cuatro desaparecidos.
La tragedia más reciente se registró el 24 de abril, la vereda San José, en el municipio de Arbeláez, al suroriente del departamento. Allí, las intensas lluvias, la creciente súbita de la quebrada La Lejía, que arrasó con una familia, que se encontraban de paseo. En su momento, cinco personas (entre ellas una niña de nueve años) las reportaron como desaparecidas.
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Después de dos días de búsqueda, los equipos de socorro hallaron el cuerpo de la menor y el de una mujer, de 34 años, a varios kilómetros del sitio de la emergencia. Por el momento, se mantiene las búsquedas de las otras personas, en medio del peor invierno que se ha vivido en la región, en el que se han registrado deslizamientos, que han arrasado con viviendas y vías. Lo más preocupante es que los principales afectados han sido comunidades en lugares recónditos del departamento.
Un año de lluvias
Como todos los años, el aumentó de lluvias era previsible, como parte de la primera temporada invernal. No obstante, en marzo, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) alertó que las lluvias aumentarían en abril más de lo normal en el centro del país (entre 20 % y 30 %). Hoy, tras conocer el saldo de víctimas y damnificados, a pesar de la alerta temprana , cabe la pregunta ¿estaba Cundinamarca preparada para enfrentar la intensa la ola invernal?
Para nadie es un secreto que los aguaceros han sido constantes en el último año. Prueba de ello es que en los últimos seis meses se ha declarado la calamidad pública en dos ocasiones, debido a las emergencias que se han presentado en el departamento. Como lo aseguran las mismas autoridades departamentales, la magnitud de las lluvias y de las emergencias superaron la capacidad del municipio.
En ese sentido, en los últimos tres meses se han presentado 309 emergencias en 85 de los 116 municipios de departamento. Esto como resultado, según los organismos de emergencia, de que los suelos se encuentran saturados y las fuentes hídricas han aumentado su caudal, lo que ha provocado crecientes súbitas y, entre otras emergencias, deslizamientos y movimientos de tierra.
“El cambio climático ha afectado las situaciones y acentuado lo que es esta temporada de lluvias. Esto, efectivamente, lleva a que tengamos que generar una articulación con los territorios, sobre todo en sus ordenamientos territoriales, dado que varios de los lugares en los cuales se han perdido viviendas se encuentran en zonas de riesgo”, analiza Gina Herrera, directora de la Unidad Administrativa Especial para la Gestión del Riesgo Departamental.
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En ese sentido, desde el inicio de la primera temporada de lluvias en el país, el departamento cuenta con fuentes de monitoreo del Ideam y de las corporaciones regionales, que emiten alertas a los municipios sobre los puntos críticos de desplazamientos y del aumento del nivel de caudal de los ríos.
Ahora, con la declaratoria de Calamidad Pública, la Gobernación de Cundinamarca podrá hacer mayores traslados presupuestales para atender a los damnificados; establecer planes comunes entre las entidades, así como la reconstrucción de infraestructura, que ha sido una de las más afectadas por la ola invernal.
Las grandes y las pequeñas emergencias
Una de las emergencias que ha marcado la ola invernal en Cundinamarca fue una avalancha de tierra y piedras (algunas de más de tres metros de altura), que arrastró varias viviendas y a personas en el municipio de Viotá, que permanecieron desaparecidas por dos días.
Según lo reportó el Cuerpo de Bomberos de Cundinamarca, las acciones de socorro en el terreno se vieron demoradas por varias horas, debido a las condiciones del terreno. Tras dos días de búsqueda, el hecho dejó finalmente cinco víctimas mortales. Habitantes del municipio y sus veredas, que se dedican en gran parte a la agricultura, señalan que la situación refleja las problemáticas que trae consigo los riesgos por la ola invernal, que han sido desatendidos por el Gobierno Nacional y que solo las atienden las autoridades departamentales en situaciones críticas.
“A la fecha tenemos suspendidas las clases para todos los estudiantes del municipio y casi que todas las vías tienen afectación. Las rutas internas de las empresas de transporte suspendieron el transporte desde el inicio de la obra invernal, y las personas están bloqueadas, ya que no pueden dirigirse a los centros urbanos, y comercializar sus productos o comprar las cosas básicas, que no se consiguen en el campo”, aseguró un líder comunal de Viotá.
En ese sentido, aseguran que la situación se hubiese podido evitar limitando la deforestación en la zona, que realizan los campesinos al tener otra opción de vida. Además, señalan la falta de mantenimiento de alcantarillas y pasos críticos, que al estar en un municipio de sexta categoría, tiene pocos recursos y depende de las acciones de la gobernación para poder solucionar. Frente a esto la Gobernación señala que con la Calamidad Pública se destinarán cerca $10 mil millones para atender y poner de nuevo en circulación las vías terciarias del departamento.
Lecciones para la próxima ola invernal
De acuerdo a reportes del Ideam, todavía se espera que las fuertes lluvias en el centro del país se mantengan por lo menos un mes más. Por lo que se espera que con la declaratoria de Calamidad Pública permita atender las emergencias a tiempo, así como recuperar la movilidad dentro del departamento.
Tanto las autoridades como las comunidades afectadas concuerdan en que durante la temporada seca se debe trabajar en fortalecer los planes de prevención y atención del riesgo, así como las acciones para disminuir la ocurrencia de emergencias, así como la perdida de vidas durante futuras olas invernales.