“Debemos volver a poner las necesidades de los niños en el centro de la gestión”
La secretaria de Educación, Isabel Segovia, habla del actual panorama de la educación en la capital y los ambiciosos planes que desarrollará durante este cuatrienio, donde la prioridad serán los niños y la calidad en la educación.
Alexánder Marín Correa
María Angélica García Puerto
Datos tan alarmantes como que el 23% de los estudiantes abandonan el colegio cuando llegan a noveno; que el 43% termina el bachillerato sin poder hacer operaciones matemáticas básicas y el 33% sin comprender un texto; que las ayudas para niños con discapacidad tardan hasta dos meses por trámites burocráticos, y que el acoso y la salud mental son temas que preocupan en algunos colegios distritales hacen parte del panorama de la educación en Bogotá. Y para combatir todo esto, hay un plan. Así lo indica Isabel Segovia, actual secretaria de Educación, quien nos cuenta los pormenores de la estrategia que ya está en marcha y sus metas a 2027.
¿Cuál es la apuesta en educación?
Es por la calidad educativa, poniendo a las y los estudiantes en el centro de nuestra gestión. Será una transformación a largo plazo y trabajaremos en tres momentos: atención integral a la primera infancia, cierre de brechas y proyecto de vida. Lo hemos denominado “una educación que te responde”. Para que suceda, tenemos dos ejes: convivencia escolar, para que el proceso se dé en condiciones favorables, y la gestión, buscando una prestación del servicio presencial y con oportunidad.
¿Cuál es la apuesta por la primera infancia?
Aquí, por primera vez, las secretarías de Integración Social y Educación se unen para hacer un programa integrado de atención, en complementariedad con Salud y Cultura. Al final, a los niños no les importa quién los atiende, sino que lo hagan bien. Abriremos 30.000 nuevos cupos entre las dos secretarías; estamos abriendo los espacios, y hay una apuesta grande de fondo que es el aseguramiento de la calidad de todo el sistema.
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¿Cómo se garantizará esa calidad?
En atención a primera infancia, hoy, tanto públicos como privados, hacen lo que les parece. Hay estándares, pero no existe un sistema unificado de inspección y control sobre la calidad. Por eso, vamos a dejar un sistema que unifique los criterios y que garantice que todos los niños de Bogotá, independiente de su nivel socioeconómico o si está en una institución pública o privada, reciban el mismo servicio de calidad.
Habla del cierre de brechas y ahí juega un papel clave la calidad de la educación ¿Qué harán para que Bogotá recupere el liderazgo en esta materia?
La prioridad es fortalecer el aprendizaje y mejorar la calidad en aprendizajes básicos como lectoescritura y matemáticas. En Bogotá solo el 67% de los niños alcanzan niveles satisfactorios o altos en los resultados de lectoescritura. Es decir, el resto sale del colegio y no entiende un texto. En matemáticas solo el 57% llega a niveles satisfactorios avanzados y el resto sale sin poder hacer operaciones básicas. El sistema no puede tener esos resultados.
¿Cómo corregir esa situación?
Desde que llegamos y lo detectamos, intervenimos en tres niveles. En primera infancia y primaria estamos haciendo cambios estructurales, para que los niños aprendan y empiecen sus procesos a tiempo. Pero tenemos otros dos grupos: el post-pandémico, con intervenciones de nivelación, específicamente entre sexto y noveno, y los últimos dos años, décimo y once, porque no podemos decirles “bueno, qué lástima. Ya no aprendieron”. Estamos haciendo focos intensos de nivelación.
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¿Cómo medirán los resultados?
Estamos implementando evaluaciones formativas de entrada y de salida. Queremos ver cómo recibimos a los niños y después ver si se van alcanzando o no los objetivos, para hacer los correctivos en el camino.
¿Solo será en lectura y matemática?
También le estamos apostando a lengua extranjera. Hoy el 9% de los jóvenes de Bogotá se gradúan con un nivel B1 o más en algún idioma. Queremos llegar al 35% en el cuatrienio. Dejaremos un proceso curricular para que desde la básica primaria se trabaje por lograr que todos se gradúen, al menos, con B1, la mayoría en inglés.
Ha habido críticas al programa de alimentación escolar ¿qué mejorará?
Con el PAE distribuimos diario un promedio de 800.000 raciones, que llegan al 100% de nuestros estudiantes, pero estamos haciendo un proceso de cualificación del PAE, que aportará al programa Bogotá sin hambre 2.0. Daremos cada vez más comida caliente, pasando del 40 % al 55 % de todas las raciones al final del cuatrienio. Con esto buscamos ofrecer comida de mejor calidad, que siendo natural tiene mejor precio, porque la comida procesada vale más. Así llegaremos a más niños.
¿Cuál es la ruta para cumplir esa meta?
Esto requieren unas mejoras logísticas enormes en nuestros centros de acopio y producción de comida caliente, así como en los comedores escolares, de los cuales habilitaremos 33 más, para llegar a 242.
Hay preocupación por la deserción escolar ¿Cómo se combatirá esta situación?
Nos encontramos con un sistema que está expulsando en noveno grado al 23% de los estudiantes, lo cual es una locura. Eso nos dice que los jóvenes no ven sentido en la educación, incrementando la cantidad de bogotanos que no se gradúan y con barreras de ingreso al trabajo. Ante esto, adelantamos un trabajo socio ocupacional desde octavo para mostrarles cuál puede ser el camino, articulado con el programa “Universidad en tu colegio”. Es un modelo que tiene Manizales y lo estamos replicando, para llevar a la educación media programas para que los jóvenes puedan empezar a acreditarse en formaciones específicas, que los dejen más encaminados en lo que quieren hacer.
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¿Cómo recuperar ese 23%?
En la Secretaría nos unimos con las secretarías de Integración y Desarrollo Económico, haciendo un foco con los jóvenes con potencial, para que terminen su bachillerato con programas flexibles y luego acceso a cursos de educación para el trabajo. Integración Social, por su parte, ofrecerá transferencia monetaria condicionada a que estudien, y Desarrollo Económico les brindará una ruta de empleabilidad, con un proceso de pasantías que ya tenemos.
¿Cuál es el plan con los jóvenes vulnerables que quieran acceder a educación superior?
Tenemos el programa “Jóvenes a la E”, continuación mejorada de “Jóvenes a la U”. Y decimos mejorada, porque, por un lado, estamos siendo más estrictos con las universidades e instituciones de educación superior, en términos de los cupos que ofrecen, los programas y la calidad, dando cupos en programas acreditados. Por el otro, hay cambios en la demanda. Además de las condiciones sociales, lo que quiere decir que entre más necesitado esté ese joven más posibilidades tiene de acceder a una beca, le adicionamos un tema de mérito, que no tenía.
¿Cómo evaluar el mérito?
Ya no solo serán los más necesitados, sino los mejores. Mantenemos puntos adicionales por ser mujer, víctima de violencia, persona transgénero, por pertenecer a grupos étnicos, pero también se tendrá en cuenta los resultados académicos. No hay forma de financiar de manera sostenible becas para todos, pero con esto empezamos a empujar a los que más se han esforzado por ser las y los mejores. Eso, además, manda un mensaje a quienes vienen en el camino y es que entienden que si les va bien tienen más opciones de apoyo para estudio. Eso ya está medido: si uno califica el mérito, empieza a mejorar el sistema escolar.
Otro de los retos en los colegios es la convivencia ¿cuál es el panorama?
Nos encontramos una situación crítica de convivencia, que se agudizó después de la pandemia. A esto se suma que las niñas y niños, así como los padres de familia, tienen más conciencia de algunas situaciones y las reportan. Y así, como con hambre no se aprende, pues violentado, inseguro o desprotegido tampoco. Podemos poner la mejor metodología, pero si hay situaciones externas que afectan como acoso, violencia intrafamiliar o entornos escolares inseguros, nadie aprende en esas condiciones.
¿Qué harán para contrarrestar la situación?
Nos dimos a la tarea de diseñar una estrategia robusta, con líneas específicas: fortalecimiento con las familias; educación integral de la sexualidad, clave, porque muchas violencias y acosos tienen que ver con que nadie le está enseñando este tema a los niños, en un colegio oficial, y un programa socioemocional, con énfasis en prevención del acoso y hostigamiento, así como en salud mental, otra problemática que estamos encontrando, con niños suicidándose. Ahí hay una atención específica. Todos los colegios de Bogotá tendrán atención y haremos evaluaciones. No es llegar con el programa, sino evaluar cómo recibimos a las y los niños y cuáles son los cambios de comportamiento.
¿Cuáles son las metas?
Tenemos metas ambiciosas. Estamos haciendo un diagnóstico para entender mejor la problemática. Tenemos un sistema de información y alertas tempranas maravilloso, donde los orientadores reportan cualquier caso. Ya tenemos una primera identificación por institución, de cuáles son las mayores problemáticas y lo que estamos haciendo es que, las abordaremos con un foco específico.
Eso es dentro de los colegios, pero ¿cómo abordarán la inseguridad en los entornos?
Tenemos otra apuesta que es “entornos escolares inspiradores”. Hicimos un cruce de información entre las bases de datos de las secretarías de Seguridad, Salud y Educación y logramos focalizar 92 entornos escolares, que tienen problemáticas críticas, sean de seguridad o movilidad, donde los niños están expuestos. Este trabajo está siendo liderado por las secretarías de Educación, Gobierno, Seguridad y Salud y, articulado con las de Ambiente, Movilidad, Integración Social, Cultura y Hábitat, entre otras, con el objetivo de convertir los entornos, que tienen 147 colegios oficiales, en sitios donde las niñas y niños puedan entrar y salir tranquilamente.
¿Cómo definieron esas zonas priorizadas?
No está definida con un metraje alrededor del colegio. Lo que hicimos fue entender cómo es el flujo de los niños al colegio, qué instituciones hay alrededor, de dónde están viniendo, cuáles son los puntos críticos y así se fue delimitando. La idea es llegar a estos 92 entornos en el cuatrienio con intervenciones específicas, para mejorar las condiciones de salida y entrada de los niños de los colegios. Si protegemos a los niños, ya estamos avanzando en seguridad monumentalmente. Ese es otro esfuerzo grande en el tema de convivencia.
¿Cómo hacer que todo eso realmente llegue a cada estudiante?
El sistema educativo de Bogotá es robusto y tiene avances, pero necesitamos volver a poner a las niñas, niños y jóvenes en el centro de la gestión. Encontramos un sistema que, por trámites de contratación y otras dinámicas del sector público, algunos apoyos llegan dos meses después o encontramos niños matriculándose en marzo o en abril. Así es muy difícil lograr una educación de calidad. Nuestra apuesta con “una educación que te responde”, es empezar el sistema educativo a tiempo. Estamos haciendo toda organización administrativa para que los niños puedan acceder a todas las ayudas y todo arranque como debe ser, porque las condiciones externas de la operación influyen mucho en la calidad. La prioridad es la calidad en la educación y todo está girando en torno a ello.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
Datos tan alarmantes como que el 23% de los estudiantes abandonan el colegio cuando llegan a noveno; que el 43% termina el bachillerato sin poder hacer operaciones matemáticas básicas y el 33% sin comprender un texto; que las ayudas para niños con discapacidad tardan hasta dos meses por trámites burocráticos, y que el acoso y la salud mental son temas que preocupan en algunos colegios distritales hacen parte del panorama de la educación en Bogotá. Y para combatir todo esto, hay un plan. Así lo indica Isabel Segovia, actual secretaria de Educación, quien nos cuenta los pormenores de la estrategia que ya está en marcha y sus metas a 2027.
¿Cuál es la apuesta en educación?
Es por la calidad educativa, poniendo a las y los estudiantes en el centro de nuestra gestión. Será una transformación a largo plazo y trabajaremos en tres momentos: atención integral a la primera infancia, cierre de brechas y proyecto de vida. Lo hemos denominado “una educación que te responde”. Para que suceda, tenemos dos ejes: convivencia escolar, para que el proceso se dé en condiciones favorables, y la gestión, buscando una prestación del servicio presencial y con oportunidad.
¿Cuál es la apuesta por la primera infancia?
Aquí, por primera vez, las secretarías de Integración Social y Educación se unen para hacer un programa integrado de atención, en complementariedad con Salud y Cultura. Al final, a los niños no les importa quién los atiende, sino que lo hagan bien. Abriremos 30.000 nuevos cupos entre las dos secretarías; estamos abriendo los espacios, y hay una apuesta grande de fondo que es el aseguramiento de la calidad de todo el sistema.
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¿Cómo se garantizará esa calidad?
En atención a primera infancia, hoy, tanto públicos como privados, hacen lo que les parece. Hay estándares, pero no existe un sistema unificado de inspección y control sobre la calidad. Por eso, vamos a dejar un sistema que unifique los criterios y que garantice que todos los niños de Bogotá, independiente de su nivel socioeconómico o si está en una institución pública o privada, reciban el mismo servicio de calidad.
Habla del cierre de brechas y ahí juega un papel clave la calidad de la educación ¿Qué harán para que Bogotá recupere el liderazgo en esta materia?
La prioridad es fortalecer el aprendizaje y mejorar la calidad en aprendizajes básicos como lectoescritura y matemáticas. En Bogotá solo el 67% de los niños alcanzan niveles satisfactorios o altos en los resultados de lectoescritura. Es decir, el resto sale del colegio y no entiende un texto. En matemáticas solo el 57% llega a niveles satisfactorios avanzados y el resto sale sin poder hacer operaciones básicas. El sistema no puede tener esos resultados.
¿Cómo corregir esa situación?
Desde que llegamos y lo detectamos, intervenimos en tres niveles. En primera infancia y primaria estamos haciendo cambios estructurales, para que los niños aprendan y empiecen sus procesos a tiempo. Pero tenemos otros dos grupos: el post-pandémico, con intervenciones de nivelación, específicamente entre sexto y noveno, y los últimos dos años, décimo y once, porque no podemos decirles “bueno, qué lástima. Ya no aprendieron”. Estamos haciendo focos intensos de nivelación.
Más información: El plan para canjear predios en reservas ambientales por derechos de construcción
¿Cómo medirán los resultados?
Estamos implementando evaluaciones formativas de entrada y de salida. Queremos ver cómo recibimos a los niños y después ver si se van alcanzando o no los objetivos, para hacer los correctivos en el camino.
¿Solo será en lectura y matemática?
También le estamos apostando a lengua extranjera. Hoy el 9% de los jóvenes de Bogotá se gradúan con un nivel B1 o más en algún idioma. Queremos llegar al 35% en el cuatrienio. Dejaremos un proceso curricular para que desde la básica primaria se trabaje por lograr que todos se gradúen, al menos, con B1, la mayoría en inglés.
Ha habido críticas al programa de alimentación escolar ¿qué mejorará?
Con el PAE distribuimos diario un promedio de 800.000 raciones, que llegan al 100% de nuestros estudiantes, pero estamos haciendo un proceso de cualificación del PAE, que aportará al programa Bogotá sin hambre 2.0. Daremos cada vez más comida caliente, pasando del 40 % al 55 % de todas las raciones al final del cuatrienio. Con esto buscamos ofrecer comida de mejor calidad, que siendo natural tiene mejor precio, porque la comida procesada vale más. Así llegaremos a más niños.
¿Cuál es la ruta para cumplir esa meta?
Esto requieren unas mejoras logísticas enormes en nuestros centros de acopio y producción de comida caliente, así como en los comedores escolares, de los cuales habilitaremos 33 más, para llegar a 242.
Hay preocupación por la deserción escolar ¿Cómo se combatirá esta situación?
Nos encontramos con un sistema que está expulsando en noveno grado al 23% de los estudiantes, lo cual es una locura. Eso nos dice que los jóvenes no ven sentido en la educación, incrementando la cantidad de bogotanos que no se gradúan y con barreras de ingreso al trabajo. Ante esto, adelantamos un trabajo socio ocupacional desde octavo para mostrarles cuál puede ser el camino, articulado con el programa “Universidad en tu colegio”. Es un modelo que tiene Manizales y lo estamos replicando, para llevar a la educación media programas para que los jóvenes puedan empezar a acreditarse en formaciones específicas, que los dejen más encaminados en lo que quieren hacer.
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¿Cómo recuperar ese 23%?
En la Secretaría nos unimos con las secretarías de Integración y Desarrollo Económico, haciendo un foco con los jóvenes con potencial, para que terminen su bachillerato con programas flexibles y luego acceso a cursos de educación para el trabajo. Integración Social, por su parte, ofrecerá transferencia monetaria condicionada a que estudien, y Desarrollo Económico les brindará una ruta de empleabilidad, con un proceso de pasantías que ya tenemos.
¿Cuál es el plan con los jóvenes vulnerables que quieran acceder a educación superior?
Tenemos el programa “Jóvenes a la E”, continuación mejorada de “Jóvenes a la U”. Y decimos mejorada, porque, por un lado, estamos siendo más estrictos con las universidades e instituciones de educación superior, en términos de los cupos que ofrecen, los programas y la calidad, dando cupos en programas acreditados. Por el otro, hay cambios en la demanda. Además de las condiciones sociales, lo que quiere decir que entre más necesitado esté ese joven más posibilidades tiene de acceder a una beca, le adicionamos un tema de mérito, que no tenía.
¿Cómo evaluar el mérito?
Ya no solo serán los más necesitados, sino los mejores. Mantenemos puntos adicionales por ser mujer, víctima de violencia, persona transgénero, por pertenecer a grupos étnicos, pero también se tendrá en cuenta los resultados académicos. No hay forma de financiar de manera sostenible becas para todos, pero con esto empezamos a empujar a los que más se han esforzado por ser las y los mejores. Eso, además, manda un mensaje a quienes vienen en el camino y es que entienden que si les va bien tienen más opciones de apoyo para estudio. Eso ya está medido: si uno califica el mérito, empieza a mejorar el sistema escolar.
Otro de los retos en los colegios es la convivencia ¿cuál es el panorama?
Nos encontramos una situación crítica de convivencia, que se agudizó después de la pandemia. A esto se suma que las niñas y niños, así como los padres de familia, tienen más conciencia de algunas situaciones y las reportan. Y así, como con hambre no se aprende, pues violentado, inseguro o desprotegido tampoco. Podemos poner la mejor metodología, pero si hay situaciones externas que afectan como acoso, violencia intrafamiliar o entornos escolares inseguros, nadie aprende en esas condiciones.
¿Qué harán para contrarrestar la situación?
Nos dimos a la tarea de diseñar una estrategia robusta, con líneas específicas: fortalecimiento con las familias; educación integral de la sexualidad, clave, porque muchas violencias y acosos tienen que ver con que nadie le está enseñando este tema a los niños, en un colegio oficial, y un programa socioemocional, con énfasis en prevención del acoso y hostigamiento, así como en salud mental, otra problemática que estamos encontrando, con niños suicidándose. Ahí hay una atención específica. Todos los colegios de Bogotá tendrán atención y haremos evaluaciones. No es llegar con el programa, sino evaluar cómo recibimos a las y los niños y cuáles son los cambios de comportamiento.
¿Cuáles son las metas?
Tenemos metas ambiciosas. Estamos haciendo un diagnóstico para entender mejor la problemática. Tenemos un sistema de información y alertas tempranas maravilloso, donde los orientadores reportan cualquier caso. Ya tenemos una primera identificación por institución, de cuáles son las mayores problemáticas y lo que estamos haciendo es que, las abordaremos con un foco específico.
Eso es dentro de los colegios, pero ¿cómo abordarán la inseguridad en los entornos?
Tenemos otra apuesta que es “entornos escolares inspiradores”. Hicimos un cruce de información entre las bases de datos de las secretarías de Seguridad, Salud y Educación y logramos focalizar 92 entornos escolares, que tienen problemáticas críticas, sean de seguridad o movilidad, donde los niños están expuestos. Este trabajo está siendo liderado por las secretarías de Educación, Gobierno, Seguridad y Salud y, articulado con las de Ambiente, Movilidad, Integración Social, Cultura y Hábitat, entre otras, con el objetivo de convertir los entornos, que tienen 147 colegios oficiales, en sitios donde las niñas y niños puedan entrar y salir tranquilamente.
¿Cómo definieron esas zonas priorizadas?
No está definida con un metraje alrededor del colegio. Lo que hicimos fue entender cómo es el flujo de los niños al colegio, qué instituciones hay alrededor, de dónde están viniendo, cuáles son los puntos críticos y así se fue delimitando. La idea es llegar a estos 92 entornos en el cuatrienio con intervenciones específicas, para mejorar las condiciones de salida y entrada de los niños de los colegios. Si protegemos a los niños, ya estamos avanzando en seguridad monumentalmente. Ese es otro esfuerzo grande en el tema de convivencia.
¿Cómo hacer que todo eso realmente llegue a cada estudiante?
El sistema educativo de Bogotá es robusto y tiene avances, pero necesitamos volver a poner a las niñas, niños y jóvenes en el centro de la gestión. Encontramos un sistema que, por trámites de contratación y otras dinámicas del sector público, algunos apoyos llegan dos meses después o encontramos niños matriculándose en marzo o en abril. Así es muy difícil lograr una educación de calidad. Nuestra apuesta con “una educación que te responde”, es empezar el sistema educativo a tiempo. Estamos haciendo toda organización administrativa para que los niños puedan acceder a todas las ayudas y todo arranque como debe ser, porque las condiciones externas de la operación influyen mucho en la calidad. La prioridad es la calidad en la educación y todo está girando en torno a ello.
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