Decreto 070, la regulación de Bogotá a Cielo Abierto
El Decreto 070 de 2022, del Distrito, regulará el programa de Bogotá a Cielo Abierto 2.0. Los establecimientos inscritos estarán a cargo de la revitalización de estas zonas, las cuales financiarán con parte de la ganancia obtenida por el aprovechamiento económico del espacio público. El DADEP es la entidad encargada de ponerles la lupa a los comerciantes que se trasladen a este modelo.
Sara Caicedo
Bogotá a Cielo Abierto (BACA) fue un programa piloto que surgió en el punto más crítico de la pandemia. El sector de la gastronomía, por ese entonces, fue el más afectado. Al 15 de enero del 2021 ya habían cerrado 11.000 establecimientos. En medio de la angustia y el rebusque, desde la Alcaldía se pensó en programas que dieran un respiro en la emergencia, no solo sanitaria sino económica, que al final iban de la mano, pues no se podía reactivar la economía sin pensar en los protocolos de bioseguridad.
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Bogotá a Cielo Abierto (BACA) fue un programa piloto que surgió en el punto más crítico de la pandemia. El sector de la gastronomía, por ese entonces, fue el más afectado. Al 15 de enero del 2021 ya habían cerrado 11.000 establecimientos. En medio de la angustia y el rebusque, desde la Alcaldía se pensó en programas que dieran un respiro en la emergencia, no solo sanitaria sino económica, que al final iban de la mano, pues no se podía reactivar la economía sin pensar en los protocolos de bioseguridad.
Los espacios al aire libre fueron los más seguros para esa reactivación. Así se planeó BACA, dirigida al sector gastronómico, permitiéndole sacar sus mesas a la calle, para ampliar el espacio y garantizar el distanciamiento social. Sus comerciantes lo vieron como una buena política, pero con una oferta reducida. En total 276 negocios se sumaron a la prueba piloto y hoy siguen operando bajo el mismo programa. Se calcula que al mes, entre todos, venden más de $14.463 millones y atienden a 201.376 personas.
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Decreto 070 de 2022
El 25 de febrero la Alcaldía expidió el Decreto 070 de 2022, que le da vía libre al programa Bogotá a Cielo Abierto 2.0, con el cual pretende abarcar más zonas y ser más incluyente, no solo con restaurantes, sino con artesanos y vendedores informales. “Lo que se hizo en el barrio Techo, en Kennedy, es lo que queremos replicar. Que esto no sea solo restaurantes cinco estrellas, costosos, de acceso para una parte de la población, sino para todos”, dijo Diana Rodríguez Cortés, directora del Departamento Administrativo de Defensoría del Espacio Público (DADEP).
No obstante, el nuevo decreto tiene una particularidad: el aprovechamiento deja de ser gratuito y los interesados tendrán que pagar (en dinero o con obras) para poder hacer uso comercial del espacio público. El DADEP será la entidad encargada del modelo de aprovechamiento económico, que espera sea más eficiente, legal y ordenado. “Vamos a tener autorizaciones, que pueden ser de hasta tres años”, agregó Rodríguez.
Hoy los locales que hacen parte de BACA están en 41 zonas, en 14 localidades: Usaquén, Chapinero, Teusaquillo, Santa Fe, Candelaria, Antonio Nariño, Rafael Uribe Uribe, Ciudad Bolívar, Tunjuelito, Puente Aranda, Bosa, Kennedy, Suba y Barrios Unidos. Sin embargo, ninguno será obligado a ser parte de esa transición que exige el nuevo decreto, al cual los establecimientos se pueden inscribir hasta el 1° de julio.
Pese a las buenas intenciones, hay llamados de atención de los comerciantes. Diego Mauricio Arana, presidente de junta de la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica (Acodres), señala: “Ahora que el programa será permanente, es primordial pensar en cómo la ciudad puede ampliar el beneficio, porque hay carencias serias, como la seguridad y el clima. Bogotá no es propensa a esos ejercicios, por el clima. Pero para nosotros es valioso avanzar en el uso de espacios públicos de manera formal”.
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Según Alfredo Bateman, secretario de Desarrollo Económico, el decreto deja reglas muy generales, porque los detalles de la implementación deben salir en un mes, en un protocolo que detalle el proceso de inscripción y de aprobación de los permisos y la fórmula de cobro. Las actividades de aprovechamiento que contempla este decreto incluyen gastronomía, food trucks y actividades complementarias como artistas que trabajan en el espacio público, filmación de obras audiovisuales, actividades recreativas y promoción de actividades cívicas.
Los cobros
El eje fundamental de BACA es revitalizar el espacio público, dice la directora del DADEP, quien comparte que el decreto busca formalizar personas o zonas, para que puedan retribuirle a la ciudad con el modelo de aprovechamiento económico, pero no solo con dinero. La funcionaria aclara que la idea es que los comerciantes puedan aprovechar el espacio público y que ese acceso les permita reinvertir en el espacio público.
Ante esto, los comerciantes deben organizarse y decidir qué quieren mejorar en ese espacio (andenes, vías, plantas, iluminación, etc.), y luego presentar su plan, con un proyecto de reinversión. “Es un modelo maravilloso, que nos ha funcionado con demos en el Parque de la 93, Zona Rosa, San Diego y San Victorino, porque hemos podido ver cambios en el espacio público. Y eso es lo que buscamos con BACA, que las personas que se metan puedan ayudar a mejorar los parques, los andenes, temas de seguridad, que de verdad sea un gana a gana”, señaló Rodríguez.
Por lo tanto, el Distrito pone a disposición el espacio público, los comerciantes lo aprovechan económicamente, y parte de esa ganancia se reinvierte en la ciudad. Se debe tener en cuenta que sí se tendrá un modelo de cobro en dinero, pero que el cobro esencial será en especie, el cual es esa mejora del espacio público.
Según el secretario Bateman, para definir el cobro se tendrán en cuenta cuatro factores. El primero, el valor comercial de la zona. “Por ejemplo, cuánto valen los arriendos y comercialmente el suelo que se va a aprovechar. Ese factor sería una aproximación comercial del suelo en el que se genera el proceso”.
Y es que en cada zona es distinto. “No es lo mismo la Zona G que Ciudad Bolívar. No podemos tener un estándar de cobro y decir todos tienen que pagar lo mismo. La fórmula contempla flexibilidades, según la zona”, dice la directora del DADEP.
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A esto se suma el espacio que necesiten, por ejemplo, para un par de mesas o para seis mesas; el tiempo que lo usen, el espacio, y la actividad que desarrollará, pues es claro que todas no son iguales y no restringen en la misma medida otros usos o aprovechamientos del espacio, agrega Bateman. Para la directora del DADEP, este nuevo decreto contempla las condiciones específicas de cada zona: “No es lo mismo usar o cerrar una vía en la Zona G a utilizar un andén en el barrio Techo de Kennedy o en el Chorro de Quevedo”.
Para Diego Mauricio Arana de Acodres, “este cobro en un comienzo. No nos opusimos, porque el comercio formal ha aspirado por años a poder explotar el espacio público, porque resulta indignante que la informalidad sí lo pueda hacer y el formal no”. Asimismo, la percepción general del gremio gastronómico es que el cobro es un asunto lógico. Sin embargo, con algo que los comerciantes no están de acuerdo es en la fórmula sustentada en el valor del suelo y no en las ventas.
Retos de BACA 2.0
Para Arana, es importante que el Distrito pueda avanzar en este tema, inclusive de los informales “porque es que no tiene sentido que la gente salga, explote el espacio y no le pague nada al Distrito. Es el uso de un espacio público para la generación de ingresos entonces es una buena política, la vimos muy buena desde el primer día, lo lamentable es que es reducida”.
Y es que, en medio del piloto de BACA, la zona del Chorro de Quevedo tuvo varios inconvenientes. Así lo expresó el vocero de Acodres: “se prestó para que desplazaran cuenteros o artesanos. También hubo personas que de manera ilegal traían comerciantes que no eran de la zona y les cobraban por venderle ahí los productos. Tendían a invadir el espacio, cogérselo para ellos y desplazar otras expresiones artísticas”.
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“Este espacio del Chorro es un ejemplo de los retos que puede tener el programa, ya que es un lugar en el que se encuentran universitarios, artesanos, informales, también está la capilla”, informó la directora Rodríguez. De acuerdo con ella, para este punto de la ciudad se tiene pensado conciliar con los peatones, los dueños de los restaurantes y “otros negocios que quieran estar ahí y con los artesanos que durante años han estado apropiándose de este espacio”.