Del campo a las plazas de mercado: retos de los campesinos para abastecer a Bogotá
Productores de las zonas rurales de Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz se unieron a la Red Agroalimentaria para acercarse al mercado de la capital. Esto fue lo que encontraron.
Sara Caicedo
Productores de zonas rurales en Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz, junto a transportadores, tenderos y comerciantes de las plazas de mercado, trabajan a diario para que los capitalinos consuman los alimentos del campo bogotano. Maribel Guerrero es una de esas productoras, quien tiene una parcela demostrativa, en la Quinta de la localidad de Usme, en la vereda Los Soches, donde siembra cebolla larga, perejil, lulo y papá nativa.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Productores de zonas rurales en Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz, junto a transportadores, tenderos y comerciantes de las plazas de mercado, trabajan a diario para que los capitalinos consuman los alimentos del campo bogotano. Maribel Guerrero es una de esas productoras, quien tiene una parcela demostrativa, en la Quinta de la localidad de Usme, en la vereda Los Soches, donde siembra cebolla larga, perejil, lulo y papá nativa.
Leer: Explotación sexual de menores de edad en Bogotá: “Los están convirtiendo en carne de cañón”
Ella, junto a 2.500 personas de la cadena de abastecimiento, hacen parte de la Red Agroalimentaria de Bogotá, la cual se creó a través de un convenio que firmaron la Secretaría de Desarrollo Económico y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En este espacio, donde las mujeres son protagonistas (representan 60 % de los miembros), todos aprendieron prácticas para acercar el campo a la ciudad y, de la mano de microempresarios de organizaciones sociales y madres comunitarias, reforzaron sus conocimientos sobre seguridad alimentaria.
En Usme y Ciudad Bolívar se implementaron seis parcelas demostrativas, donde participaron 40 productores rurales, quienes tuvieron un acompañamiento técnico y comercial, a través de las Escuelas de Campo con enfoque agroecológico, en cultivos de papa, hortalizas, cebolla, zanahoria, mora y arveja, para lograr su vinculación a establecimientos comerciales de Bogotá.
“Gracias a este convenio con la FAO - Colombia, logramos un reconocimiento del trabajo de los productores de la región central y la ruralidad bogotana y garantizamos el fortalecimiento del sistema agroalimentario. A su vez, promovemos la seguridad alimentaria, los buenos hábitos nutricionales y la reconversión productiva en la ruralidad, para que los productores puedan tener ingresos para su sostenibilidad”, explicó Dora Lucía Rincón, directora (e) de economía rural y abastecimiento alimentario, de la Secretaría de Desarrollo Económico.
Podría interesarle: “Hace un año reportamos el estado del puente Los Grillos, pero se hizo caso omiso”
Frente al convenio, Guerrero señaló que pudo “aprender más sobre agroecología y cómo obtener productos limpios, volviendo a lo tradicional y usando los recursos que tenemos en las parcelas; rescatando las buenas prácticas amigables con el medio ambiente, y recuperando los suelos con biopreparados, para nutrir la tierra y obtener unos productos sanos e inocuos”.
Para Carmen Molina, comerciante de la Casona Mercado Artesanal, de la plaza de mercado de Paloquemao, lo más importante de la red fue aprender “cómo diferenciar perdidas de desperdicios y cómo tratar de darle valor a nuestra cadena, para disminuir las pérdidas y optimizar los recursos”. Contó que en su negocio venden productos artesanales, mermeladas, salsas, café y cacao, “todo viene de pequeños productores. Nuestro propósito es apoyar productos locales. Les compramos directo a los campesinos”.
Por su parte, Marco Rodríguez Fazzone, Especialista de Agricultura Familiar y Mercados Inclusivos de la FAO, mencionó que “esto le da un valor, no sólo económico, sino social y ambiental al sector, permitiendo estrechar los vínculos urbanos y rurales”.
Conexión entre lo rural y lo urbano
Aunque la creación de la Red Agroalimentaria de Bogotá permitió reconocer el trabajo de los productores de las zonas rurales de la capital y acercarlos a comerciantes y centros de abastecimiento, también evidencia las necesidades de campesinas y campesinos de la capital y las brechas que hay entre lo rural y urbano. La muestra de esto es que la ruralidad bogotana aporta cerca del 3 % de los alimentos que necesita la ciudad, especialmente hortalizas, papa y lácteos.
Lea también: “La construcción de la PTAR Canoas no tiene freno”: gerente del Acueducto de Bogotá
“Debemos tener en cuenta que nuestra zona rural, por las características y su manejo de protección ambiental, no es tan asequible, por lo que estamos ofreciendo mecanismos de reconversión productiva e implementación de buenas prácticas, generando encadenamientos en la ciudad, para que los productores tengan ingreso y que este permanezca en la capital”, agregó Rincón.
Por ejemplo, el tema de los intermediarios es uno de los que más se trabajó en esta Red, teniendo en cuenta que, entre menos intermediarios, mayor es la ganancia. Sin embargo, el hecho de poder acercarse al mercado de la capital permite crear lazos directos entre productores, tenderos y transportadores, lo que reduce los costos.
“Los productores que participaron, cambiaron su visión y evidenciaron que fortalecer sus unidades productivas les permite acercarse a la demanda, donde van a poder ofrecer sus productos. Permite, además, fortalecer la sostenibilidad agroalimentaria de Bogotá y generar lazos que, a largo plazo, evita los intermediarios, mejora los precios y potencia el sistema”, agregó.
De acuerdo con Carmen Molina, de la plaza de Paloquemao, “las capacitaciones son fundamentales, pero hace falta reforzar estas actividades, porque uno no puede acceder a esta información de otra manera . Además, hace falta el tema administrativo, pues, por ejemplo, los productores de cacao llegan sin RUT y esto evidencia una brecha importante entre el agricultor y todo el proceso administrativo. Si pudieran crearse una plataforma que sirvan para darle ese respaldo a los proveedores, sería fantástico”.
Leer: Joven fue abusada sexualmente dentro de un carro en Bogotá, este es su testimonio
Molina también recomendó que el Gobierno y el Distrito creen mecanismos que les sirvan de soporte a los productores, como el sello Invima, “porque muchos tienen productos buenísimos, pero que uno no les puede comprar sin ese registro y sacar un registro es algo supremamente costoso. Entonces, que existan plataformas que sirvan de soporte a productores facilitaría bastante el trabajo”.
Para la productora Maribel Guerrero, también se “deberían implementar plazas de mercado en los diferentes barrios cercanos a las veredas, por ejemplo, en Usme que los y las productoras vendamos directamente nuestros productos sin tener tanto intermediario, eso beneficiaria bastante a campesinos de las 14 veredas de la parte alta y baja”.
Guerrero afirma que “estamos muy desconectados entre la zona urbana y zona rural de Bogotá, estamos muy dispersos, teniendo en cuenta que nosotros hacemos parte de la capital, pero se nos desconoce. También falta mucha articulación entre entidades para que nos hagamos conocer como productores y vincular también a productores de las huertas urbanas, ellos son importantes porque es una cantidad de alimentos que salen de esas pequeñas huertas. Hace falta mucha articulación”.
Maribel también agrega que pare que se pueda tener mayor incidencia en el mercado de Bogotá, hay que revisar el tema del transporte, “faltan muchas vías de acceso para que la gente pueda sacar sus productos y bajen los costos”.
Podría interesarle: Quetame, un mes después de la tragedia
35% de los alimentos se pierden
En Bogotá y todo el país, el promedio de los alimentos que se pierden y desperdician es del 35%, por lo tanto, es evidente la falta de conciencia que hay en los colombianos frente al manejo de los productos.
De acuerdo con la directora Rincón, desde el Distrito han “venido trabajando en toda la cadena de abastecimiento para que no haya desperdicios, y esto lo hacemos a través de talleres, capacitaciones y actividades de transferencia de la información para que evidencien la necesidad de estas prácticas para disminuir las perdidas en la cadena de producción y los desperdicios en la capital”.
Por su parte, Carmen Molina, agregó que desde su tienda artesanal han evidenciado que si las campesinas y campesinos pudieran transformar las frutas en mermeladas esto alargaría la vida de los alimentos por hasta dos años más. “Entonces entender los procesos de transformación ayudan que los productores puedan aprovechar económicamente su trabajo”.
Para Maribel, de Usme, “sí hay mucho desperdicio y sería bueno que la gente aprendiera otras formas de vender sus productos, transformarlos y empacarlos, para que su tiempo de vida sea más largo, por ejemplo, para el tema de los encurtidos se pueden hacer salsas, pero el problema que veo en este modo de mercado es que para todo se exige Invima”.
Ella recalca que: “No podemos hacer las cosas artesanales, porque si en una plaza de mercado usted puede vender las mermeladas que estén empacadas al vacío, que tengan su buena etiqueta y empaque, no necesariamente tendríamos que tener Invima, pero, desafortunadamente todo lo que se haga necesita ese respaldo, no podemos tener un sello verde o que las alcaldías locales nos apoyen, esa es una de las grandes problemáticas en ese tema de la transformación de alimentos”.
Lea también: Transmilenio gratis: ¿posible o simple promesa de campaña en Bogotá?
Y para que en la capital se puede generar una conexión más cercana a nivel productivo, entre las zonas rurales y urbanas, Maribel también recalca que “hay que dejar de importar tantos productos y debemos apoyaros entre todas las regiones del país, los de clima caliente con clima frio e incentivar a los campesinos, porque la gente se desmoraliza mucho cuando ve que traen alimentos de otros países, como un tomate o una papa, simplemente por la apariencia”.
“Se nos está vendiendo la imagen de que los alimentos no deben tener ningún defecto, y eso también es una problemática porque no se puede competir ante las importaciones”, agregó, y recalca que hace falta que el mismo Gobierno se comprometa con los productores y también con el arreglo de las carreteras, para que estos puedan sacar sus productos sin complicaciones de las zonas más lejanas y que lleguen al centro de las ciudades.
Para Rincón, de Desarrollo Económico, se debe “fortalecer esos lazos con los consumidores de una forma directa, para que exista un reconocimiento del campo en la ciudad, y esto se puede hacer a través de las escuelas de campo, parcelas demostrativas y circuitos cortos podían potenciar sus negocios y permite generar un sistema de abastecimiento más sostenible”.
Leer: Seguridad en Bogotá no mejoraría con una policía local
Finalmente, los mismos habitantes de la zona urbana de la capital también tienen el deber de reconocer el trabajo de las y los campesinos, asimismo, entender el valor y el significado del campo bogotano para la ciudad, de otra manera, será difícil generar una conexión con productores que viven en la misma capital.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.