Alicia y Andrea quedaron con cicatrices en su piel por un volador que lanzó un desconocido. / Gustavo Torrijos
Foto: GUSTAVO TORRIJOS
Lo que más sorprende al entrar a la casa de los Mayorga Patiño es lo gigante que es su pesebre. De esquina a esquina, en una pared de al menos cuatro metros, está la pequeña ciudad, con luces, un árbol que la rodea y un fogón que simula el calor de una llama. El esfuerzo, dice Alicia Patiño, es para que los niños del barrio en Soacha (Cundinamarca) se asombren, disfruten y pedirles que no celebren la Navidad con pólvora. Pues ella junto a su hija sufrieron de primera mano las consecuencias para la salud física y mental que dejan estos...