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Se acerca el desenlace del proceso penal que por casi dos años captó gran interés mediático: la muerte de Ana María Castro Romero, de 21 años, ocurrida en la madrugada del 5 de marzo de 2020. A Paúl Naranjo y Julián Ortegón, dos de las tres últimas personas que la vieron con vida, los vincularon a la investigación, y desde inicios del año están en prisión. Por su parte, Mateo Reyes, el otro que estuvo el día de su muerte, nunca fue indiciado, ha declarado como testigo y desde febrero se radicó en Miami.
En marzo, la Fiscalía acusó a Naranjo y Ortegón de feminicidio agravado, y ambos se declararon inocentes. En septiembre empezó el juicio, que culminará este viernes con los alegatos de conclusión, etapa en la que tanto el ente acusador como los abogados presentarán sus últimos argumentos a la juez, antes de emitir su decisión.
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Sin embargo, vale la pena explicar algo sobre el proceso penal en Colombia: la Fiscalía es la obligada a probar la culpabilidad del acusado. La defensa, por su parte, puede limitarse a controvertir la hipótesis, evidenciar los vacíos de la investigación e incluso presentar su teoría del caso. En medio de esto, surge el concepto de la “duda razonable”, que se traduce en que si la Fiscalía no logra convencer al juez, más allá de toda duda razonable, de la responsabilidad del acusado, no queda más que absolver. Con esto claro, El Espectador presenta un compendio de los elementos que expusieron las partes en el juicio y por qué podría darse en este asunto la famosa duda razonable.
Teoría de la Fiscalía
La hipótesis de la fiscal Alejandra Rivera es que Ana María Castro murió luego de que Paúl Naranjo y Julián Ortegón la lanzaron de la camioneta Kia “cuando aún estaba en movimiento”. Se basó en los testimonios de Mateo Reyes y de Daniel Alejandro Vega. El primero dijo que lo bajaron del carro, cuando lo vieron besándose con la joven, y que metros adelante vio caer a Ana María al suelo cuando la camioneta arrancó. El segundo, que se iba en su carro por la calle 80 cuando vio a 30 metros que de un carro “azul con vidrios polarizados” abrieron la puerta trasera derecha y “botaron a una chica” que “cayó como si fuera un muñeco de trapo”.
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La fiscal, además, presentó a los peritos de hicieron la necropsia de la joven y el informe pericial; a los agentes de tránsito, que atendieron la emergencia; a los investigadores del CTI, que recolectaron testimonios y videos, así como de las inspecciones y de la reconstrucción de la escena; a la psicóloga forense, que valoró a Mateo; a la exnovia de Julián, y a amigas de Castro, así como a su madre, Nidia Romero.
¿Qué hizo la defensa?
Los abogados John Jairo Cadena y Gilberto Rondón, si bien no presentaron teoría del caso, con el avance del juicio fueron fijando posición. El primero -apoderado de Paúl- esbozó la posibilidad de que hay un segundo actor involucrado en la muerte de la universitaria y que esta fue accidental. También presentó la opinión de un médico forense, que analizó la necropsia; un técnico en física y otro en audiovisuales; un psicólogo forense, que valoró a Paúl, y al ingeniero biomédico Alexánder Forero, que estuvo en el sitio de los hechos el 5 de marzo.
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Pros y contras de las partes
“Lo que es igual para los dos, no es ventaja para ninguno”, dice un adagio popular que se adapta a este caso, como se reflejó en las audiencias. La pieza clave para este proceso fueron los videos, que la Fiscalía obtuvo de las cámaras del negocio Chatarrería Mi Tolima. No obstante, como la imagen no llega hasta el sitio de los hechos, es casi imposible sacar conclusiones, pues impiden determinar si a Ana María la lanzaron del carro o si la atropellaron. Aun así, sirvieron para validar tiempos de desplazamientos y la presencia de los testigos.
Por eso la Fiscalía tiene más puntos en contra que a favor, pues además de los videos, los testimonios de sus dos testigos estrella -Mateo Reyes y Daniel Vega- no fueron contundentes e, incluso, casi que jugaron en contra. Reyes, quien sufrió un incidente de amnesia anterógrada por el consumo excesivo de alcohol, no recuerda muchos sucesos de esa noche y no aportó detalles de lo que pasó, pues a la mayoría de las preguntas hechas en interrogatorio y contrainterrogatorio respondió: “no me acuerdo”. Y el relato de Vega genera dudas a la luz de los videos, ya que los tiempos no cuadran. Él dijo haber estado a 20 metros de la escena, pero, ¿por qué pasaron 1 minuto y 33 segundos hasta que aparece en escena donde estaba Mateo pidiendo ayuda? En ese lapso, que inició a la 1:41:05 a.m., cuando la camioneta arrancó y terminó a la 1:42:38 a.m., cuando se detuvo el primer vehículo, pasaron por allí un automóvil blanco, una van escolar y dos motocicletas.
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Por otro lado, juega en contra lo dicho por los peritos de Medicina Legal Rocío Carolina Rozo y Pedro Javier Lizarazo. Rozo dijo que “es posible” que las heridas hubieran sido por la expulsión de un vehículo en movimiento, pero aclaró que “esperaría muchos más traumas”. Lizarazo, por su parte, expresó que no era posible asociar las lesiones “a un impacto con la superficie de la calzada, luego de la caída de un vehículo en movimiento”.
El único pro de la Fiscalía fue el testimonio de María Camila Fajardo Ríos, exnovia de Ortegón, quien señaló que su relación con él estuvo marcada por episodios de violencia verbal, física y psicológica, que la llevaron a denunciarlo por violencia intrafamiliar. Con esto, la fiscal mostró un antecedente violento de Julián hacia las mujeres. Caso distinto de Paúl, de quien no se escuchó un testimonio sobre comportamientos celosos o violentos.
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La defensa
Para la defensa el escenario parece más alentador, aun cuando su hipótesis del carro fantasma no se expuso con precisión con los videos, pero con el informe pericial de velocidades evidenció que el carro blanco y la van escolar, al pasar por el sitio, se movilizaban a 39 y 24 kilómetros por hora. La ciencia explica que a la velocidad que el primer auto aumenta la probabilidad de sufrir una lesión mortal en un siniestro vial (ver gráfica). Con todo y esto, la evaluación psicológica forense practicada a Paúl Naranjo arrojó que no es un hombre predispuesto a “comportamientos antisociales y/o delictivos como la violencia contra una mujer”.
Igualmente, las opiniones de dos expertos forenses (Rozo, de Medicina Legal, y Alejandro Cuenca) señalan la posibilidad de un atropellamiento, la inexistencia de señales de violencia sexual y de que los hematomas en el rostro de la joven no obedecieron a golpes, sino al signo de “ojos de mapache”, que indica una fractura de la base del cráneo que genera una hemorragia que se filtra hacia el tejido blando alrededor de los ojos y fosas nasales.
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Sin duda, el testimonio que más les favoreció fue el de Alexánder Forero, quien pasó por el sitio donde encontraron a Ana María a la 1:42:18, antes de que algún vehículo se detuviera y el primero en llamar a la línea 123, y cuya narración la respaldan los videos y contradice la ubicación de Vega en la vía.
Estos factores tendrán que ser analizados por la jueza 42 penal de Bogotá, quien tiene en sus manos las evidencias de un caso en el que, independiente de los esfuerzos de la Fiscalía, hay más incertidumbre que certezas, ubicándose más cerca del terreno de la duda razonable y la consecuente absolución.
Nota del editor: En principio, el gancho de esta nota tenía en su parte final: “el caso se ve en riesgo por un tecnicismo legal”. Sin embargo, la duda razonable no es un tecnicismo legal —de hecho, está lejos de ser un tema técnico—, sino un principio jurídico. Por eso, se cambió esa parte y quedó como actualmente.