Edificios abandonados: la apuesta de vivienda en el centro de Bogotá
Construido en 1945, el edificio Acuña, en plena carrera décima, es un referente para el proyecto, con el que la Alcaldía busca revitalizar edificaciones abandonadas. En el Centro Histórico habría más de 500 en desuso.
Juan Camilo Parra
Caminar por las calles del centro de Bogotá es también toparse con edificios fantasma: fachadas grafiteadas, ventanas rotas y espacios oscuros, fríos y vacíos. Algunos están así a pesar de ser Patrimonio de Interés Cultural. En plena esquina de la carrera 10 con calle 22 se alza uno, de estilo francés, que hasta hace poco estuvo abandonado: el edificio Acuña. Hoy una fotografía de su estructura podría engañar a un incauto sobre dónde la tomaron y hacerle creer que es un paisaje europeo, cuando en realidad es un popular sector bogotano.
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Caminar por las calles del centro de Bogotá es también toparse con edificios fantasma: fachadas grafiteadas, ventanas rotas y espacios oscuros, fríos y vacíos. Algunos están así a pesar de ser Patrimonio de Interés Cultural. En plena esquina de la carrera 10 con calle 22 se alza uno, de estilo francés, que hasta hace poco estuvo abandonado: el edificio Acuña. Hoy una fotografía de su estructura podría engañar a un incauto sobre dónde la tomaron y hacerle creer que es un paisaje europeo, cuando en realidad es un popular sector bogotano.
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Treinta años duró abandonado el edificio Acuña, conocido así por la droguería que operó décadas en la primera planta. No es casualidad que hoy haya un local de ‘Drogas La Economía’, pues cuando fue declarado Bien de Interés Cultural la orden era restaurarlo bajo su uso original de vivienda, con dos ejes comerciales. Actualmente, la construcción alberga apartamentos con acabados modernos, una muestra del potencial que tiene la recuperación de viejas edificaciones para habilitar vivienda.
Con esto, parece que la administración halló el camino para al fin darles uso a esos edificios, que por ser patrimonio no se pueden demoler. El Distrito, de la mano de Renobo (Empresa de Renovación Urbana de Bogotá, y entidades como el IDPC y la secretaría de Hábitat, seguirán este año con la revitalización del Centro Histórico, donde, según el último diagnóstico, hay casi 500 edificios en abandono para aprovechar.
Décima con 22
María Isabel Torrente, arquitecta de la U. de los Andes, lideró el proceso de restauración del Acuña. Muchos de los edificios de interés patrimonial o cultural son de particulares. Es el caso del Acuña, construido en 1945 por la firma Child Dávila Luzardo, que dejó en la ciudad un legado arquitectónico con influencias inglesa y francesa, entre los años 20 y 40 del siglo pasado.
“Hace 90 años las personas compraban apartamentos grandes, en el centro. Ahora es diferente, hay otras necesidades. Nuestra idea era rescatar esa arquitectura y restaurarla patrimonialmente, devolviéndole el uso original”, contó Torrente. El reto no fue fácil. “Al ser de interés patrimonial tuvimos que pasar los filtros de IDPC (Instituto Distrital de Patrimonio Cultural). Esto implicó mantener la fachada, los marcos de las ventanas y, en los apartamentos, las chimeneas, que aún funcionan”.
La solución de vivienda, por otro lado, ha sido exitosa en este lugar, a pesar de su cercanía con sitios estigmatizados por las dinámicas propias del centro. “Los 12 apartamentos están arrendados, así como los locales. Los servicios son estrato 1 y tienen ventajas de movilidad. Nos ha ido bien”, agregó. El edificio no tiene personal de seguridad. Es “inteligente” y el sistema de puertas tecnológicas ha permitido que, tras un poco más de un año de habitado, no se han presentado problemas de seguridad.
El reúso para revitalizar
En la arquitectura el reúso es una técnica necesaria. “Es valioso en la medida en que hay muchos edificios desaprovechados en el centro, un sector lleno de atractivos, por las facilidades culturales y de movilidad. Vida al centro con revitalizaciones, ahorra el desperdicio de cientos de toneladas de residuos por demoliciones”, añade Torrente.
Otra ventaja para las constructoras, como la que dirige María Isabel Torrente, es que el reúso les permite llegar a resultados positivos sin acudir a inversiones gigantes. “La restauración duró poco menos de un año, pero quedó nuevo por dentro y por fuera, sin demoler concreto, sin afectar al medio ambiente y dándole un nuevo rostro a esta esquina”.
Para cuidar estas y más estructuras, y en general el centro de la capital, desde 2021 está vigente el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del Centro Histórico, que trazó la ruta de conservación del icónico sector de la capital hasta 2038. Uno de los puntos que aborda es disponer de dos áreas, en el borde del corredor de la avenida Comuneros -o calle sexta- y la carrera 10, para promover vivienda, todo bajo el modelo del reúso.
Según el diagnóstico del PEMP, el 90,9 % de los conjuntos, barrios y calles son propiedad de particulares; el 4,6 %, del Distrito, y el 4,5 %, de la nación, esto entre las 11 UPZ y los cerca de 80 inmuebles que hay en el Centro Histórico. “Teniendo en cuenta los usos originales de estos inmuebles, se encontró que más del 75 % fueron residenciales, el 10 % fueron diseñados para uso comercial y el 5 % para uso institucional”, señala el documento de la hoja de ruta.
Para finales de julio Renobo, la Secretaría de Hábitat y Patrimonio anunciaron que este mes lanzarán la estrategia. “El reúso de edificaciones: nuevas formas de habitar lugares que ya existen”, para continuar desde lo local aportando a la revitalización del centro, conformando un nuevo tejido social como el resignificado de la esquina de la carrera 10 con 22, con la restauración de esta perla arquitectónica que sobresale entre la frenética décima bogotana.
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