El afluente político y las presiones hacia el Gobierno para avanzar en la PTAR Canoas

Desenredar la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas, que permitirá cumplir la orden de descontaminar el río Bogotá es, en medio del racionamiento, uno de los propósitos clave de la ciudad. La obra, que lleva 20 años en veremos, tiene casi todo listo: estudios, diseños e, incluso, proponentes a la espera de la adjudicación del contrato. Sin embargo, el megaproyecto está frenado por un papel: un documento de ministerio de Hacienda, conocido como contragarantía, el cual necesita el Distrito para que pueda gestionar los créditos necesarios para contratar la obra.

Desenredar la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas, que permitirá cumplir la orden de descontaminar el río Bogotá es, en medio del racionamiento, uno de los propósitos clave de la ciudad. La obra, que lleva 20 años en veremos, tiene casi todo listo: estudios, diseños e, incluso, proponentes a la espera de la adjudicación del contrato. Sin embargo, el megaproyecto está frenado por un papel: un documento de ministerio de Hacienda, conocido como contragarantía, el cual necesita el Distrito para que pueda gestionar los créditos necesarios para contratar la obra.

Y aunque detrás de la “traba”, parecieran existir intereses políticos, que van a contracorriente de las necesidades ambientales de la capital, la conmemoración del Día del Rio Bogotá (12 de mayo) fue la oportunidad perfecta para recordarles la urgencia que tiene la ciudad por recuperar su afluente más importante, que lamentablemente pasó de ser símbolo de riqueza en el pasado a ser sinónimo de destrucción y muerte en el presente.

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La coyuntura la aprovechó el Concejo Distrital, para adelantar un debate de control político, que sirvió para medir, entre otras cosas, el avance del proyecto, cuya misión será la de descontaminar el 70 % de agua negras que produce la capital y el 100 % de las que produce el vecino municipio de Soacha. Tras el debate, 23 cabildantes firmaron una carta dirigida al gobierno nacional, en cabeza del presidente Gustavo Petro, para pedirle “que imparta las instrucciones para la emisión de la contragarantía, que le permita a la Empresa de Acueducto (EAAB) acceder a los créditos, para la construcción de la PTAR”.

La reacción de la mayoría del cabildo surge después de que el ministerio de Hacienda confirmó que, a la fecha, no ha aprobado la documentación para obtener el aval de la Nación, a pesar de las reiteradas propuestas que ha presentado el Acueducto. La situación ya preocupa, pues desde la pasada administración se viene insistiendo en la necesidad del documento, pero a la fecha nada se ha logrado.

Financiación de la PTAR Canoas

Lo que causa más indignación, tal vez, es que la participación financiera del Estado en el proyecto se reduce a la firma de la contragarantía, pero el documento es clave, pues le permite al Distrito acceder a los créditos que gestionó con la banca multilateral para financiar el proyecto, avaluado en casi $6 billones, que se reunirán de la siguiente manera: la CAR aporta el 65 %; el Acueducto, el 20 %; el Distrito, el 14 %, y Cundinamarca, el 1 %.

Este es uno de los aspectos que motivó al concejal Julian Sastoque (Alianza Verde) a promover la carta, que no contó con el respaldo de la oposición en el Concejo, quienes se marginaron de la iniciativa al considerarla como “una pieza más de la narrativa del concejal, por dividir los intereses, ya enfrentados, de la nación y la capital”. Independiente de esto y que la misiva la firmaron 23 concejales, la argumentación es concreta.

Señalan los cabildantes que el Gobierno se niega a entregar la contragarantía, “a pesar de las distintas alternativas presentadas por la EAAB y de que la misma ya cuenta con recursos acumulados de $1,45 billones; la aprobación del cupo de endeudamiento del Concejo de Bogotá; la preaprobación del crédito de US$600 millones del Banco Mundial; US$120 millones de la Corporación Andina de Fomento; la no objeción del Banco Mundial, y la apertura de la precalificación para la selección del concesionario que se encargará de la construcción y de la operación de la PTAR”.

Y es que los intentos no han sido pocos. Desde 2022, la EAAB ha enviado al menos cinco propuestas al ministerio de Hacienda, para negociar las contragarantías, en los que ha recibido un portazo al rechazar la petición y argumentar que el Distrito no da plenas garantías para recibir el crédito de la banca. La última solicitud la hizo la EAAB el 22 de abril de este año.

Julián Sastoque dijo: “el gobierno de Petro continúa frenando el avance de Bogotá. El ministerio se ha negado a otorgar la viabilidad, que es requisito para lograr el CONPES y continuar el trámite ante la Comisión Interparlamentaria de Crédito del Congreso, ya está todo preparado. Solo falta el aval del Gobierno Nacional”, dijo a El Espectador.

Del grupo que no firmó la carta, José Cuesta (Pacto Histórico), explica su propia posición: “estamos todos de acuerdo con la necesidad de construir la PTAR Canoas. No firmamos la carta por la orientación política y editorial que tiene. El presidente le da una importancia grande a Bogotá. Tampoco queremos que se repitan los presuntos casos de corrupción en la PTAR de Salitre”, señaló a este diario el concejal de la oposición.

Juan Daniel Oviedo expresó su consternación por la “falta de apuestas claras”. “Si pensamos en que la solución está únicamente en descontaminar el Río Bogotá, el tiempo va a pasar y vamos a desaprovechar la oportunidad para educar sobre cómo dejar de descontaminar el río. Desde el punto de vista ambiental, falta una apuesta clara en el Plan de Desarrollo, de cuáles van a ser los elementos secuenciales de recuperación de ríos urbanos, ni propuestas contundentes de la recuperación del río Fucha”.

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Las deudas con el Río Bogotá

El Río Bogotá fue, en la época anterior a la Colonia, un caudal “sagrado”, que con 380 kilómetros atraviesa un territorio extenso territorio, pero que ha pasado por toda clase de degradaciones hasta llegar a ser, en la era postcolonial una “cloaca municipal”. En los últimos 10 años, luego de que el Concejo de Estado emitió la sentencia que ordena avanzar en la descontaminación del afluente, las administraciones y la comunidad han librado toda clase de luchas para limpiar sus aguas, acciones que siguen representando grandes desafíos.

No hay que ir lejos para recordar la importancia del Río Bogotá, en un contexto en el que empezamos a reconocer que los recursos naturales no son ilimitados. Según la EAAB, las aguas del río generan más de 4.000 GW/H (gigavatios/hora) al año, que benefician a 2,5 millones de bogotanos. Esta cifra representa entre 6% y 8% de la demanda energética nacional.

Pero esto no ha logrado que Bogotá y Soacha dejen de verter diariamente al sistema de alcantarillado más de 800 toneladas de residuos biosólidos, a los que se suma la cantidad de basura que de manera adicional se le arroja al río. Según el índice de calidad del agua, los dos elementos más complejos del río son: el Río Fucha y Río Tunjuelo, que tienen cinco puntos críticos o “marginales” en la capital.

La sensación frente al río es pesimista: el 56 % de los bogotanos, según las últimas encuestas, considera que el afluente no podrá sanearse en los próximos 10 años. La apuesta, sin embargo, está en la construcción de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Canoas, ubicada en la cuenca media del río, es decir, la zona que abarca la sabana de Bogotá y pasa por municipios como Cota, Funza, Mosquera y Soacha, y aspira a sanear el 100 % del afluente que pase por allí

“Hemos adquirido una consciencia de la importancia de este río. Este río aporta agua a más de 80 municipios. Sin embargo, de los 380 kilómetros del afluente, solo 11 cuentan con aguas cristalinas”, señaló Natasha Avendaño, gerente del Acueducto de Bogotá.

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¿Cómo va la PTAR Canoas?

Veinte años han pasado desde que, por medio de un fallo judicial, se comenzó a estructurar el esquema de saneamiento de aguas residuales del Río Bogotá. De ahí, el camino ha sido largo y los baches no han dejado de aparecer. Pero la obra tiene tantos frentes que no se ha quedado quieta. A nivel global, esta será la segunda planta con mayor caudal medio de tratamiento a nivel secundario en Latinoamérica, y la número 12 con mayor caudal medio de tratamiento en el mundo.

Desde que se firmó, en 2018, el acta de contrato para avanzar en las obras complementarias con el Consorcio EE Canoas, y, aunque en la mesa hay cuatro consorcios internacionales interesados en llevar a buen puerto el grueso de la megaobra, los avances son importantes, aunque no tan efectivos como se esperaban.

Por ejemplo, las obras de la estación elevadora, que reportaba hace un año más de 82 % de avances, para febrero de 2024, reporta 86,41 %, es decir, solo ha aumentado cuatro puntos porcentuales en un año. Aunque la fecha estimada de entrega era en agosto de 2022, la nueva fecha de entrega se extendió para noviembre de 2025.

Paralelamente, por más de 15 años, la EAAB ha construido 50 km redes de alcantarillado que logran recolectar aguas residuales de vertimientos a lo largo de 56 kilómetros de río que pasa por Bogotá y Soacha. Sin embargo, esta infraestructura no ha podido entrar a funcionar porque las aguas no tienen a dónde llegar, ya que no está lista la estación elevadora.

Pero hay además otro embrollo: un auto que emitió el Consejo de Estado y suspendió la licitación de la PTAR Canoas el año pasado y que instaba al Distrito a modificar las fases del proyecto. Natasha Avendaño se refirió a este auto. “El auto establecía que no se podía avanzar hasta reestructurar el proyecto en dos fases. Sobre esto hemos logrado demostrarle a la magistrada que hacer el proceso en dos fases nos quita dos años, tendríamos problemas en materia de la licencia ambiental aprobada. Hemos tenido un diálogo constructivo en las que hemos buscado las alternativas para que ese fallo pueda ser modificado en la licitación de la PTAR”.

A finales de mayo se dará a conocer si los cuatro consorcios que quieren construir y operar la PTAR Canoas cumplen con todos los requisitos para posteriormente elegir el que finalmente hará realidad el esperado megaproyecto.

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