Los ciclistas aficionados se tomaron la Autopista Norte para pedir que mejoren las condiciones de seguridad de la ciudad.
Foto: @anateresabernal
Todavía retumba el estupor e indignación que produjo la muerte del geólogo José Eduardo Pulido, el 25 de julio del año pasado. Una puñalada en su corazón que le propinaron unos delincuentes para robarle su bicicleta, terminó por segar la prometedora carrera científica de José y por incrementar el miedo a rodar en una ciudad que se jacta de ser la capital mundial de la bicicleta.
Por Miguel Ángel Vivas Tróchez
Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com