Radiografía del hurto de bicicletas ¿qué ocurre cuando se roban una en Bogotá?
En lo corrido del año, se han recuperado 130 bicicletas y el índice de hurtos se redujo un 30 %. Sin embargo, usuarios y comerciantes advierten que las fuentes, de las cuales se nutre el robo de estos vehículos, deben seguir siendo atacadas. De lo contrario, la recuperación de bicicletas no se reflejará en una solución a largo plazo.
Miguel Ángel Vivas Tróchez
Todavía retumba el estupor e indignación que produjo la muerte del geólogo José Eduardo Pulido, el 25 de julio del año pasado. Una puñalada en su corazón que le propinaron unos delincuentes para robarle su bicicleta, terminó por segar la prometedora carrera científica de José y por incrementar el miedo a rodar en una ciudad que se jacta de ser la capital mundial de la bicicleta.
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Todavía retumba el estupor e indignación que produjo la muerte del geólogo José Eduardo Pulido, el 25 de julio del año pasado. Una puñalada en su corazón que le propinaron unos delincuentes para robarle su bicicleta, terminó por segar la prometedora carrera científica de José y por incrementar el miedo a rodar en una ciudad que se jacta de ser la capital mundial de la bicicleta.
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Crímenes como este, son el resultado de una modalidad delictiva que se nutre del mercado ilegal de partes y, sobre todo, de la desidia de quienes lo frecuentan para ahorrarse un par de centavos. Durante 2023, en Bogotá fueron robadas 5.750 bicicletas. En promedio, reza la estadística, 20 de estos vehículos son hurtados en las calles capitalinas. De estos robos, al menos unos 12, se perpetran de forma violenta y comprometen la integridad de los ciclistas.
Después de los atracos, los cuales ocurren mayoritariamente en las noches, cuando los bogotanos regresan a casa, comienza la ejecución de un entramado que, allende los cuestionamientos éticos, impulsa a los ladrones de bicicletas a hacer de las suyas todos los días. Porque una bicicleta hurtada, contrario a lo que se piensa, no se vende en su totalidad, como ocurre, por ejemplo, con un celular. Aunque en algunas ocasiones, sobre todo con bicicletas de gama baja, los ladrones venden la bicicleta a un tercero sin haberla desguazado, la tendencia siempre será la de vender, pieza a pieza, el medio de transporte robado.
En primer lugar, porque el cerco de las autoridades es más estrecho. Gabriel Rojas, vendedor de bicicleta de mediana y alta gama en el sector de Barrios Unidos, menciona que el registro de estos vehículos ha incrementado durante los últimos años. “La gente se está dando cuenta que de nada sirve denunciar, si el serial de la bicicleta no está registrado y asociado a la identificación del propietario”, explica. El código del que habla el vendedor, es uno de entre 6 a 9 caracteres, entre números y letras, con los que el fabricante clasifica todas las bicicletas vendidas. Ningún serial se repite y está grabado en el marco de la bici para que la corrección de posibles defectos de fábrica sea más fácil. Pero en ciudades como Bogotá, en donde la inseguridad puede ser incluso más problemática que una falencia en la garantía, el número mágico adquiera una connotación adicional.
El Distrito cuenta con una base de datos en donde los dueños de 1′800.000 registran la propiedad de su vehículo. Esta información la usan las autoridades durante los operativos o, por ejemplo, en los registros que hacen en los bicicarriles para corroborar que los papeles de cada bici estén en regla.
De ahí, como dice Rojas, que cada vez que él vende una bicicleta, ofrece a sus clientes ayuda con el trámite de registro. “Sobre todo porque eso le hace más difícil la parte a los atracadores, pero no controla todo el problema”, señala. No hay un ápice de pesimismo en la afirmación del vendedor. Ni mucho menos un reproche al accionar de las autoridades. Según él, aunque el registro de un margen de control a las autoridades, la venta por partes de todas las bicicletas, pero sobre todo las de alta gama, complica todavía más la solución definitiva a este flagelo.
Las bicicletas de alta gama, a diferencia de los relojes, son robadas para ser vendidas por piezas. Los puntos críticos donde más se presentan estos robos son en las afueras de la ciudad, donde los ladrones esperan pacientes a quienes entrenan en bicicletas profesionales para asestar el golpe. El mercado negro también está en el exterior, en donde redes especializadas contactan con sus pares en Colombia para encargar repuestos específicos, según la demanda de cada país.
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Jimena Corredor, vendedora de bicis de mediana y baja gama, además de repuestos de todo tipo, padece la competencia desleal que proviene de este turbio mercado. Afirma que el 80 % de los repuestos que circulan en el mercado provienen de China, pero, casi sin temor a equivocarse, dice que el restante son rezagos de repuestos robados provenientes de todas parte del mundo. “Se venden muy económicos y lamentablemente algunos distribuidores los compran porque se ahorran hasta el 60 % de lo que cuesta importar unos repuestos chinos. A veces lo hacen de forma directa, o a través de terceros para no meterse en problemas”, asevera la comerciante.
Jorge Velandia, mecánico de bicicletas, cuenta por experiencia propia cuantas veces le han ofrecido refracciones hurtadas en el centro de la ciudad. “En la cuadra de los cachivaches se consiguen desde marcos, hasta pistones, bielas y todo tipo de repuestos. Lo que más se consigue son los marcos, que algunos intentan cambiar con lijas o candela para borrarles o cambiarles el serial”. Las tres fuentes señalan que el mercado de piezas es casi un crimen perfecto porque, para las autoridades, es difícil identificar pieza por pieza.
Mas aun cuando la maraña del crimen parezca un fortín de tentáculos enrevesados, sin un aparente punto débil, hay una forma de adentrarse en sus entrañas y debilitarlo paulatinamente. Las labores de inteligencia que adelantaron la Policía en la recuperación de algunas bicicletas, fueron posibles gracias a los allanamientos que realizaron en algunas bodegas y establecimientos comerciales. También fue posible recuperar patinetas eléctricas, otro niche delictivo al que están accediendo los amigos de lo ajeno dado el arsenal de piezas, como las baterías, que son apetecidas en el mercado negro.
La intervención de este punto ataca un espectro neurálgico del delito, porque permitir intervenir el canal, por el que una bicicleta atraviesa antes de ser fraccionada en cientos de partes. Después de ser robada, con base en la información recuperada por este diario, una bicicleta puede recorrer dos caminos. En el primero, un sendero directo al centro en donde la bicicleta suele ser comercializada por bajas sumas de dinero. El segundo, que ocurre la mayoría de las veces, rumbo a bodegas ubicadas en el occidente de la ciudad, o incluso en el centro, en donde comienzan a ser desguazadas. En algunas oportunidades, sobre todo cuando se roba la bicicleta en el sur de la ciudad y la bici es de baja gama, es que las partes como el marco y el manubrio se han llevado a fundidores en donde los materiales, de los cuales están hechas, como el aluminio, se derriten para ser usados como materia prima.
Cuando esto ocurre, lo mejor que pueden hacer las autoridades, en opinión de los comerciantes del gremio, es intervenir los locales en donde se establezcan patrones de compras irregulares. “Seguimiento de las facturas, los impuestos que pagan por cada compra, y la lista de proveedores son algunas de las pistas que se pueden seguir para desarticular las bandas dedicadas al robo de bicicletas y, de paso, a los locales que les compran las fracciones robadas”, opina Jimena Corredor. Existen puntos neurálgicos como Suba, Kennedy, y los grandes centros de distribución como Barrios Unidos, la Alquería y el Centro, en donde hay información suficiente para intervenir.
Todo parece indicar que la estrategia de las autoridades está contemplando este frente de acción y cada vez son más las bicicletas recuperadas. Si la estrategia para incursionar en ese bajo mundo logra eliminar las bases del mercado negro que lo surte, los beneficios para la ciudad, con pretenciones de ser la metrópoli de los caballitos de acero en Sudamérica, son de incalculable valor.
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