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Los más de 70.000 casos activos que se registran en Bogotá son más que una cifra. No solo son 50 % más contagios que los reportados durante el anterior pico, sino que reflejan una alta demanda de los servicios de salud, que para muchos ya colapsó, aunque se diga que la ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) no ha llegado a su tope.
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Eso es lo que se ve a diario. Según Fabián Rosas, presidente de la Asociación Colombiana de Especialistas en Medicina de Urgencias y Emergencias (ACEM), lo preocupante con el paso de los días es que no se están reduciendo los casos sino que, por el contrario, están aumentando, a tal punto que el viernes Saludata reportaba que en la ciudad había 96 camas disponibles, pero había 530 personas esperando una UCI.
Ese es el caso de Yesid Montañez, quien desde el miércoles requirió traslado a una unidad con nefrología, ya que lo estaban atendiendo en una IPS sin este tipo de servicio; o el caso de Vitalia, una adulta con hipertensión y diabetes, que presentaba neumonía no COVID-19 y necesitaba una cama en UCI. A otros como Carlos Díaz ni siquiera lo habían podido intubar, porque en la clínica en que fue recibido por urgencias ya no había más soportes.
Este último caso refleja otro problema en el sistema, pues no son solo las UCI las que están llenas sino también las salas de urgencias, donde se ha registrado una ocupación del 100 % al 300 %, por lo que también se han vuelto comunes los casos de personas que completan más de quince horas esperando atención primaria, así como quienes, tras llamar a la línea de emergencias, no pueden acceder a una ambulancia debido a la alta demanda que hay por estos días en la ciudad.
Pero este no es el único inconveniente. También se vienen registrando dificultades con toma de muestras, ya que hay quienes se acercan a los puntos habilitados por el Distrito, donde se agotan fácilmente, o como los que las piden a sus EPS, pero deben esperar varios días antes de que se las hagan. Este es el caso de Édgar Buitrago, quien sabe que se contagió por su esposa. Aunque solicitó a Famisanar la prueba, solo ocho días después se la tomaron, lo que ya fue tarde, pues poco después tuvo que ser trasladado de urgencias a la Clínica Nueva El Lago, que, a pesar de no ser de su régimen, era la única que tenía disponibilidad para recibirlo. Tiene 49 años y aunque no tiene comorbilidades completa ocho días con un soporte respiratorio de alto flujo.
Para Daniel Huertas, director de urgencias del Hospital del Tunal, como lo evidencian estos casos, la mayor carga hospitalaria en este momento se concentra en las salas de urgencias. Donde, además de presentarse una alta demanda de servicios, comienzan a escasear insumos básicos como cánulas y hasta puntos de oxígeno, dada la cantidad de pacientes. “A diferencia de los otros picos, este lo enfrentamos con una apertura completa del sector económico, donde hay un contexto social de violencia, el cual ha permitido el aumento de pacientes con otras patologías y traumas, incrementando aun más la cantidad de pacientes”, señala.
Huertas advierte que en este pico, a diferencia de los dos anteriores, se ha dado una meseta; es decir que en los últimos días en lugar de bajar a crecido, por lo que ya son entre cinco y seis personas las que a diario mantienen ventiladas en urgencias a la espera de una UCI. “Aunque los epidemiólogos creían que habría un descenso para finales de mayo, lo que hemos visto es una gran cantidad de pacientes que ingresan y todo lo contrario: que los casos aumentan por las aglomeraciones y todo el contexto social de la protesta. Entonces, ya es poca la capacidad de camas, por lo que básicamente la disponibilidad diaria se mueve por los pacientes que van saliendo de condiciones graves”.
Las cifras evidencian la presión. En abril, cuando se registraban 2.836 pruebas positivas, se comenzaron a duplicar los casos reportados a diarios, a tal punto de que para la primera semana de mayo eran alrededor de 4.525. Pese a que para mayo no se duplicó esta cifra, en este momento los contagios diarios sí han subido y están sobre 7.343. Esto ha influido en los casos activos que el mes pasado estuvieron sobre las mismas cifras de los dos primeros picos.
El agravante en este punto es que en los primeros días de junio se han llegado a reportar hasta 80.000 contagiados activos, y aunque recientemente la cifra se mantiene en 73.000, evidencia que la meseta en que se mantenía la pandemia viene subiendo.
En parte, esto también se resuelve por el número de pruebas diarias. Si bien se habían tomado más de 20.000 muestras diarias, en la última semana han estado hasta por debajo de las 7.000. La respuesta de la Secretaría de Salud es que no han disminuido las pruebas, sino que se presenta un rezago en el sistema implementado por el Gobierno Nacional, así como habría personas que no están acudiendo por causa de las lluvias y las manifestaciones. No obstante, en la calle hay otra percepción: denuncian que los resultados se están demorando hasta ocho días y, en el peor de los casos, ni se registra la toma de la muestra, por falta de insumos.
Por otro lado, hay algo que sí emociona a los expertos y es que la vacunación ha reducido la mortalidad en las personas mayores de sesenta años, pero esto mismo ha hecho que los casos más graves ahora se registren en personas entre los 40 y los 59 años, así como se ha vuelto más recurrente el ingreso a UCI de pacientes mucho más jóvenes. “Muchas veces, por el temor de las personas infectadas a terminar ventiladas o en terapias invasivas, tardan en acudir y ya llegan a última hora descompensadas y mal”, dice Alberto Sánchez, coordinador médico del servicio de urgencias en la Clínica Nueva El Lago.
Andrés Martínez, director de la misma institución, señala que para este pico han habilitado tres pisos para la atención de pacientes COVID-19 y aunque la Secretaría de Salud les pidió ceder las salas de cirugía para habilitar más UCI, esto no lo pudieron aceptar. Por un lado, porque continúan atendiendo pacientes de otras comorbilidades que requieren intervenciones urgentes, tan básicas como una apendicitis, y porque ya no cuentan con más puntos de oxígeno ni con la provisión. “Tenemos un proveedor que nos garantizar el suministro para las camas instaladas hasta el momento, por lo que si ponemos un ventilador más no me pueden garantizar ese adicional”.
Sobre esto, la Cámara de Gases Industriales y Medicinales de la ANDI ha indicado que se cuenta con el suministro del gas a pesar del alto número de contagios por COVID-19, pero, debido a la falta de puntos de oxígeno en los centros de atención, se ha tenido que recurrir a cilindros y concentradores, lo que ha generado una sobredemanda de hasta el 300 % en los primeros días de este mes, en comparación con lo ocurrido en mayo. A esto se le suma que en la última semana se pasó de 200 pacientes diarios enviados a casa con oxígeno a un promedio de 600, por lo que le siguen insistiendo a la ciudadanía que devuelva los cilindros y concentradores una vez deje de usarlos.
“Se estima que el 30 % de las recolecciones de cilindros programadas son fallidas, porque los pacientes, por diversas razones, no los devuelven. Entonces, reiteramos el llamado a quienes aún tienen cilindros y concentradores de oxígeno que no necesitan para que lo informen de inmediato a la empresa proveedora del gas y colaboren con su entrega al personal de recolección, que, debido al alto número de pacientes, está realizando esta labor desde la madrugada hasta la noche”, dijo Íngrid Reyes, directora de la Cámara de Gases Industriales y Medicinales de la ANDI.
Lo que viene
La preocupación del sector médico recae tanto en la capacidad del sistema de salud de la ciudad como en la salud mental del personal, que completa más de un año haciéndole frente a la pandemia, ya que estudios de universidades como la CES de Medellín o los Andes demuestran que por lo menos el 40 % de ellos pueden presentar trastornos de ansiedad, depresión e insomnio, así como sentimientos y emociones negativas, como frustración, ira y miedo, que pueden influir en sus decisiones.
En este momento, muchos apelan a la recursividad, como en el caso de las subredes públicas, donde se apoyan para el traslado de pacientes que llegan a urgencias o buscan UCI, así como algunos privados han abierto espacios de entretenimiento y escucha para el personal de primera línea.
Ante las dificultades por la gran demanda, Rosas, presidente de ACEM, le tira la pelota al Ministerio de Salud, del que asegura deberá tomar decisiones contundentes para enfrentar la situación que no solo atraviesa la ciudad, sino la mayor parte del país. “Nos preocupa que con la reactivación y los ejercicios tan específicos, como la apertura de estadios al público, puedan aumentar las tasas de mortalidad y contagio, ya que en dos semanas el sistema de salud no dará abasto y entonces veremos imágenes aterradoras, como las que se vieron al comienzo de la pandemia en Guayaquil”.
Sobre esto, Luis Jorge Hernández, experto epidemiólogo de la Universidad de los Andes, asegura que la apertura no es igual que levantar restricciones como el uso del tapabocas y asegura que las condiciones actuales del país se deben a las aglomeraciones que se han generado, por lo que prevé que este pico vaya por lo menos hasta mediados de junio. Sobre estas hay muchas variables, pues además de lo que se genera en el transporte público está el paro nacional y lo que ha desencadenado.
Desde el Concejo, Luis Carlos Leal (Alianza Verde) califica la situación de compleja, pues, además del dilema económico que plantearon las cuarentenas, cree que es importante buscar salidas para el estallido social. “Esto tiene unas consecuencias por evaluar, pero hay que reconocer que el manejo del Gobierno Nacional no ha sido el mejor. Lamento que no esté preocupado por buscar soluciones y mecanismos de diálogo que mitiguen la solución y den salidas”.
Por ahora, lo cierto y en lo que coinciden todos es que ante las actuales condiciones de Bogotá lo que queda por hacer esta en manos de la ciudadanía, que debe practicar el autocuidado para evitar que las condiciones no terminen siendo peores de lo que se vive en la actualidad.