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El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) es uno de los documentos más importantes para la ciudad, ya que, por encima no existen otras normas locales. La razón es que a partir de este instrumento se determina qué, cómo y dónde se construirán nuevas viviendas, centros de salud, vías y parques, entre otras cosas, así como se especifica la línea de ruta urbanística que se manejará en los siguientes 12 años, lo que termina siendo el insumo principal para el planteamiento de los planes de desarrollo y de nuevos decretos en la ciudad.
Conozca más del POT y de las propuestas que son debatidas en el Concejo en Lo que debe saber del POT de Bogotá
Los POT son relativamente nuevos. La ley que los reglamenta se expidió en 1997 y en el caso específico de Bogotá el primer documento que se aprobó en el 2000. Posteriormente, se hizo una revisión en el 2003 y para el siguiente año se expidió el Decreto 190 de 2004, que unificó las dos disposiciones y se convirtió el en plan de ordenamiento vigente en la ciudad.
En 2012, una nueva ley ordenó que los POT deben ser presentados para revisión cada 12 años, por lo que las últimas dos administraciones (de Gustavo Petro y Enrique Peñalosa) llevaron proyectos para su modificación ante el Concejo, pero fracasaron. Esto tienen hoy a la ciudad bajo una norma prácticamente desactualizada.
Lea: ¿Qué es el POT?
Pero ¿Cómo es el proceso? Primero hay que partir de que el POT tiene un trámite técnico de revisión, que lo hace diferente a cualquier proyecto de acuerdo que se lleva al Concejo. Esto se debe a que al tratarse de un instrumento que abarca tantas temáticas alrededor de la organización del territorio y la utilización del suelo, debe garantizar la mayor participación posible.
La primera etapa es la de formulación. En ella, el Distrito (en este caso un grupo liderado por la Secretaría de Planeación) realiza un diagnóstico preliminar, en el que se valida la información económica, social, financiera, ambiental y regional de soporte y la factibilidad del proceso. Luego viene el diagnóstico para caracterizar el estado actual de los territorios y así identificar las potencialidades o limitantes, para así realizar el planteamiento de las nuevas propuestas.
En contexto: El camino que tendrá el POT en el Concejo
Una vez se tiene consolidado un nuevo proyecto de ordenamiento territorial comienza la concertación. Aquí hablamos de tres actores: los primeros son la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y la Secretaría de Ambiente, con quienes se deben concertar los aspectos ambientales, tanto en las zonas rurales como urbanas, respectivamente.
A la par, se realiza la consulta democrática, es decir la divulgación y socialización del proyecto con la ciudadanía. Este es uno de los puntos más importantes, debido a que la participación ciudadana es uno de los ejes centrales de la estructuración, ya que allí no solo se presenta el plan, sino que además se escuchan las propuestas y opiniones frente a lo que se plantea.
Una vez se concreta la concertación ambiental y se garantiza la participación ciudadana, el documento lo presentan ante el Consejo Distrital de Planeación Territorial, un organismo compuesto por más de 100 representante de la sociedad civil, entre los que se encuentran ediles, ambientalistas, gremios y empresarios, entre otros, que tienen plazo de un mes para dar un concepto sobre el proyecto de la administración.
Aunque la entrega de este documento es obligatoria en el proceso, las recomendaciones que surgen no son de obligatorio cumplimiento (no es vinculante), por lo que depende del Distrito decidir si las acoge o no, antes de pasar a la última etapa que es la aprobación.
Actualmente, la actual administración ya surtió todos estos trámites y ahora debe radicar ante el Concejo el proyecto de acuerdo del Plan de Ordenamiento Territorial. Ante la importancia de la discusión, la ley establece que el cabildo tendrá 90 días para debatir y determinar si lo aprueba o no. De no tomar una decisión en este tiempo, la alcaldesa tendría la potestad de aprobarlo por decreto, tal y como lo presentó.
Los frustrados POT
El primero en plantear un nuevo plan de ordenamiento fue el exalcalde y hoy senador Gustavo Petro. Su proyecto conocido Modificación Especial del POT (Mepot) llegó hasta el Concejo de Bogotá, pero en 2013, tras meses de discusión, la comisión del Plan lo negó con 9 votos a favor y 6 en contra. A pesar de esto, el mandatario decidió expedir su plan por decreto.
Como el Concejo sí se había pronunciado y no se había presentado un vencimiento del términos (que es la única opción para expedirlo por decreto), la decisión del alcalde fue demandada. Ese mismo año el Consejo de Estado suspendió la norma expedida por el exalcalde Petro (quedando vigente el POT de 2004), mientras se tomaba una decisión de fondo. Finalmente, en mayo de 2019 el juzgado segundo Administrativo del Circuito declaró nulo el decreto, al confirmar que efectivamente el alcalde había desbordado sus competencias.
Debido a esto, quedó en manos del exalcalde Enrique Peñalosa definir un nuevo POT para la ciudad. Aunque lo anunció como una de las prioridades de su administración, lo radicó apenas el último semestre de su mandato. Aunque todo apuntaba a que el Concejo no iba a alcanzar a votar la decisión dejando vencer el término, sorpresivamente a un día de terminarse el plazo y a una semana de ser elegida Claudia López a la alcaldía, se citó a sesión extraordinaria y con ocho votos a favor y cinco en contra hundieron el proyecto.
La responsabilidad ahora está en manos de la actual mandataria Claudia López. Pese a que en campaña prometió que tramitaría el POT en el primer año de su Gobierno, la pandemia la obligó a dejar la discusión para este año, la cual comenzará este viernes 10 de septiembre en el Concejo.
López tampoco la tendrá fácil. Además de que los debates se darán en un ambiente preelectoral, en el que desde ya varios concejales han mostrado su interés en lanzarse al Congreso, hay una serie de temas como la participación ciudadana que se han puesto en discusión en el cabildo. No será un proceso fácil ni rápido, pero se espera que esta vez se logre aprobar un nuevo POT para Bogotá, que defina el rumbo de la ciudad durante la próxima década.