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Las calles de Bogotá cada vez son más parecidas a las de la “antigua normalidad”. Poco a poco la capital retoma su actividad, y eso se evidencia en días como los viernes o sábados, cuando las complicaciones de tráfico hacen recordar lo difícil que es moverse en la ciudad. A esa paulatina introducción a un nuevo orden de la vida urbana hay que sumarle que en lo que resta del año se iniciarán las megaobras que esta administración espera entregar, o por lo menos dejar en marcha. Pese a dicho escenario, que anticipa una movilidad aún más caótica, todavía no es claro el manejo de desvíos, funcionamiento del transporte público, de logística o de carga pesada, entre otros aspectos para distender la movilidad. ¿Qué tan importante es tener dichos planes y qué alternativas hay para disminuir el traumatismo?
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Obras como las nuevas líneas de Transmilenio (TM) en las avenidas 68, Ciudad de Cali y Caracas (extensión de la troncal); el deprimido de la calle 72 con Av. Caracas, que se empezará a construir el 17 de septiembre y es parte de la primera línea del metro, o el Corredor Verde de la carrera séptima, cuyos trabajos iniciarían en 2022, son algunas de las promesas del Distrito que indican que desde este mes habrá una Bogotá en profunda transformación. Como son varios trabajos grandes en simultáneo, las dificultades que se vivieron durante la construcción de las últimas troncales de TM podrían ser apenas una porción de lo que será el tráfico en unos años.
Que eso no ocurra depende en gran medida de los Planes de Manejo de Tráfico (PMT) que diseñe el Distrito para aliviar el traumatismo que van a generar las obras. Desde hace unas semanas la presidenta del Concejo, María Fernanda Rojas (Alianza Verde), viene alertando sobre la necesidad de robustecer la planta de la Secretaría de Movilidad, que se encarga de esa tarea, pues es un trabajo que implica mucho esfuerzo y, según la concejal, el personal actual “no está preparado para esa labor”.
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Al indagar en la Secretaría de Movilidad sobre los avances en los PMT, la respuesta fue que, en efecto, es una tarea titánica en la que han venido avanzando, pero no se tienen todavía los planes definitivos para cada obra. Y es que, además de lo complejo que resulta diseñar esos programas, un factor clave que juega en contra es que los PMT se realizan en sincronía con los cronogramas de las obras y, como advirtió esta semana la Contraloría de Bogotá al revisar algunos proyectos de infraestructura, solo hay uno que avanza según los tiempos estipulados.
El ente de control incluyó solo dos obras medianas de movilidad, debido a que la muestra de la revisión tomó 22 proyectos de todo tipo. Pero las demoras se evidencian incluso en la megaconstrucción que estaba más adelantada (Av. 68), que se frenó por una orden judicial, cuando sobre dicho corredor ya están los maletines naranjas y las polisombras que se extienden cuando se realizan obras.
Por eso, para el concejal Andrés Forero (Centro Democrático), lo primordial para contar con unos planes de tráfico eficaces y actualizados es que se aclaren los tiempos. “Por más que haya PMT habrá caos, pero los bogotanos podrían estar dispuestos a asumirlo desde que empiecen las obras”.
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Por su parte, los analistas en temas de movilidad coinciden en que es necesario que se presenten pronto los PMT, pero que no es la única herramienta para evitar los enredos que habrá en las calles tras el inicio de las obras. Según Luis Angel Guzmán, Ph.D. en planificación urbana y de transporte, y docente de las mismas áreas en la Universidad de los Andes, es urgente tener los planes de movilidad por razones tan elementales como la toma de decisiones por parte del Distrito o la incorporación de los desvíos a plataformas como Waze o Google maps.
Otra visión tiene Ricardo Montezuma, Ph.D. en urbanismo y movilidad, y director de la Fundación Ciudad Humana, quien aseguró que los PMT en una ciudad como Bogotá tienen un margen muy pequeño. “Por muy elaborados o inteligentes que sean, son necesarios, pero no definitivos. Hay que plantear alternativas más contundentes como utilizar la bicicleta, el teletrabajo u horarios variables”.
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En eso coincidió Carlos Moncada, docente de transporte en la U. Nacional, quien señaló que como casi toda la ciudad estará en obra, más que evitar trancones que será algo casi imposible, se debe pensar en planes que garanticen sobre todo el transporte público, pero hay pocas alternativas y, por lo tanto, será primordial una pedagogía de que la movilidad va a complicarse. “La opción A será la bici, pero la pandemia entrenó a la gente y las empresas a ser funcionales con teletrabajo. Las crisis siempre traen enseñanzas y esta trajo cómo funcionar en remoto ante la crisis de movilidad que se pueda tener”.
Para Bogotá se vienen meses o años complejos en cuanto a movilidad, pues obras como las que se adelantarán son muy dinámicas y cualquier cambio en los cronogramas puede alterarlo todo. De ahí la necesidad de avanzar en la tarea de definir cómo se moverá la ciudad a partir de este año, pues será la rutina de los capitalinos al menos hasta que se inaugure el nuevo modelo de movilidad compuesto por el metro, sus troncales alimentadoras y los trenes.